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Una celebración con mascarilla

Tras la desmedida fiesta ‘interruptus’ del sábado, la ciudad gaditana celebra el regreso a Primera con júbilo contenido por las medidas sanitarias

Jesús A. Cañas
Cádiz celebra el sexto ascenso a Primera División de su equipo.
Cádiz celebra el sexto ascenso a Primera División de su equipo.Román Ríos (EFE)

En Cádiz, las segundas partes sí han resultado ser buenas. La fiesta por el ascenso del equipo de fútbol a Primera debería haberse producido, con todas las cautelas posibles por la crisis del coronavirus, el pasado sábado tras la victoria o el empate en el partido contra el Fuenlabrada. Perdió y, para más saña, parte de la afición quedó retratada cuando 2.000 personas se congregaron a las puertas del Estadio Carranza sin medidas de distanciamiento y mascarillas. Con ese sambenito, los cadistas tuvieron que esperar al filo de la madrugada del domingo para poder celebrar la ansiada certificación, ahora sí, con garantías anticovid.

Buena parte de la ciudad contuvo la respiración en sus casas hasta pasadas las 11 de la noche. La derrota del Zaragoza ante el Oviedo (2-4) hizo que el equipo gaditano tuviese al fin los puntos necesarios para lograr su certificación matemática. Fue con esa certeza cuando Cádiz despertó a una fiesta contenida, sin convocatorias oficiales, ni posibilidad siquiera de un punto central en el que celebrarlo. 15 años después de que, con el anterior ascenso, la fuente de las Puertas de Tierra se convirtieran en gran punto de encuentro, el escenario era bien diferente. La zona estaba vallada y blindada por la Policía Nacional y los aficionados que se acercaron tuvieron que conformarse con reunirse en los alrededores.

A diferencia de lo ocurrido el sábado a las puertas del estadio, los congregados en las Puertas de Tierra hicieron lo posible por respetar la distancia de seguridad o, en su defecto, llevar mascarillas. Bajo los tapabocas, no era difícil intuir la alegría de multitud de jóvenes que festejaron un ascenso inédito, tras aquel ya lejano de 2005. La fiesta se prolongó hasta bien entrada la madrugada, ante la atenta mirada de unos agentes que no tuvieron que llegar a intervenir para disolver a los congregados.

Sin punto de encuentro definido, la fiesta se desparramó como pudo también por bares, balcones e incluso la playa, donde algunos jóvenes se bañaron envueltos en banderas amarillas y azules. Mientras, el club y el equipo técnico se congregó en El Rosal en una fiesta a puerta cerrada retransmitida por el equipo. La celebración se hizo evidente también en Twitter, donde se convirtió en viral la coincidencia de que los dos grandes rivales del Cádiz en su camino al ascenso, el Zaragoza y el Huesca, cayesen en partidos celebrados Santander y Aragón. Se acordaban así de dos grandes aficionados y geniales autores del Carnaval que han fallecido recientemente: el chirigotero Manolito Santander —responsable del célebre pasodoble <CF1001>me han dicho que el amarillo</CF>— y del comparsista Juan Carlos Aragón.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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