El Atlético sufre y gana
El equipo de Simeone suma su cuarta victoria consecutiva tras doblegar, gracias a la velocidad de Marcos Llorente, a un Alavés que resiste una hora
Esta vez desde la banda derecha y entrando a falta de poco más de media hora, Marcos Llorente acudió al rescate del Atlético. Dos carreras suyas —una propició la falta que cabeceó Saúl y la otra un penalti dudoso— desatascaron un encuentro al que su equipo no había encontrado manera de meterle mano durante una hora. Tuvo que pelar el Atlético un partido complejo desde el planteamiento que dispuso Asier Garitano frente a la portería de Pacheco. A la línea de cuatro defensas se sumaban Aleix Vidal y Edgar. Por delante de ese dique de media docena de futbolistas, Pere Pons, Fedja y el fornido novato Abdallahi. Con apenas 20 años, el chico nacido en Mauritania no desentonó y enseñó un poderío físico impresionante.
El plan de Garitano puso al Atlético en el escenario en el que peor se maneja. Metido en campo contrario y con todo el peso para crear. Un engorro para un equipo que está más acostumbrado a desequilibrar al galope que al toque. Ahí apareció un equipo espeso, de circulación pastosa, donde solo los picotazos de João Félix anunciaban algo de chicha. Fue el luso el que rozó el gol con una media tijera que se escapó por poco. Poco antes, Morata había dado otro aviso con un cabezazo. Aleix Vidal, en una proyección de Edgar, tuvo el gol, pero remató mordido. Tuvo movimientos interesantes el equipo de Garitano con el escocés Burke, que dejó a Joselu en el banco. No es tan punzante como Lucas Pérez, lesionado a última hora, pero cada vez que cayó a la banda de Lodi fue una amenaza.
Ante la falta de juego para penetrar esa muralla del Alavés, Simeone inició un carrusel de movimientos que tampoco resultó. Probó con João Félix a la derecha y Correa como acompañante de Morata. El argentino ha bajado las prestaciones respecto al jugador decisivo que fue antes del parón. Está en una de esas rachas en las que ni los giros ni los culebreos le salen. El caso de Morata también es llamativo. Simeone le ha hecho ver que ahora el titular es Costa. En esa pelea tiene a favor sus piernas, pero pierde en carácter y en el arte de sacar centrales de sitio y guerrear. También movió Simeone a Koke a derecha e izquierda. Nada. La misma oscuridad vivieron Trippier y Lodi.
El Atlético quedó atrapado por los costados por ese trabajo a destajo de Edgar y Aleix Vidal. Y por el medio, por la poca pericia de los centrocampistas rojiblancos para mover la pelota con la rapidez que demandaba el entramado defensivo del Alavés. Garitano provocó el peor primer tiempo del Atlético desde que se reanudó la competición, pese a que suma ya cuatro victorias consecutivas.
Diez minutos tardó Simeone en agitar el banquillo ante la necesidad de imprimirle al partido nitroglicerina y piernas. De una tacada sentó a Morata y a Correa para meter a Costa y Llorente. De nuevo el jugador de moda contribuyó a romper el partido. Una aceleración suya en la derecha la tuvo que parar en falta Adrián Marín. Cada vez que juega, Llorente le da un poco más de todo al equipo: intensidad, piernas... Por primera vez en mucho tiempo, Trippier sacó a pasear ese centro combado y preciso. Lo cazó Saúl de cabeza, libre de marca. El Alavés, que había ejecutado un ejercicio defensivo perfecto, cometió el error menos esperado en ese centro lateral.
El mismo despiste tuvieron los jugadores del Atlético en un saque de esquina inmediato al gol. Burke conectó un bazocazo de cabeza que dirigió mal sin que nadie le estorbara. De nuevo fue Llorente el que amenazó al Alavés con un disparo tras una buena maniobra en la frontal del área. Y otra vez, influyó en el segundo gol al apurar una jugada en la línea de fondo. Pareció más que Llorente se trastabilló ante Ely y Duarte que fuera derribado. El VAR ratificó la pena máxima que no perdonó Diego Costa ante las protestas de los jugadores de Garitano. Con dos goles en contra con un cuarto de hora por delante, el partido ya se le hizo muy largo al Alavés, pese a recortar en el descuento de penalti. Resistió una hora. Lo que tardó en acudir Llorente de nuevo al rescate.
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