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‘Memento mori’ blaugrana

Rememorar las ‘vacas flacas’ puede ayudar a entender el lugar de los clubes en la historia

BARÇA
Pedro Zuazua

Las malas épocas también merecen un hueco en la historia de los clubes más poderosos. Porque, aunque tiendan a olvidarse, forman parte de su manera de ser. De su cultura. En tiempos de posverdad y hechos alternativos; en una era en la que reconocer los fracasos implica cierta -y falsa- sensación de debilidad y en la que el éxito se forja a partir de triunfos mecánicos y repetitivos, no está de más reivindicar esos momentos en los que una institución se asomó al abismo o, lo que es peor, a la indiferencia. No pasa nada por recordar que hubo un tiempo en el que no se alzaban torneos cada año. Es, incluso, una cuestión de salud mental: rememorar las vacas flacas puede ayudar a entender el lugar de los clubes en la historia. Una suerte de memento mori deportivo: recuerda que unos pocos centímetros te pueden separar de la gloria y devolver a la tierra.

El Fútbol Club Barcelona es uno de los mejores equipos del mundo. En las últimas décadas, ha disfrutado de plantillas que se han quedado grabadas en la retina de los espectadores. Han sumado miles y miles de aficionados en todo el mundo por su manera de jugar y de ganar. Pero hubo un tiempo en el que no fue así. En El Barça de los 60. La travesía del desierto (Cult Books), Fernando Cuesta centra el relato en el periodo que va de 1960 a 1974. Años de crisis social, económica y deportiva. De no oler un título de Liga. De las finales europeas de Berna y de Basilea. Una travesía en el desierto que unió la etapa de Kubala -dejó pequeño Les Corts- con la llegada de Cruyff. Y que, desde la acera de enfrente, contemplaba a su eterno rival sumando títulos. Es probable que los hinchas que vivieron -y resistieron- aquella etapa, disfrutaran aún más de los títulos que estaban por venir. ¿Hay algo más bonito que permanecer fiel a los tuyos cuando casi nada va bien? Seguramente sí. Pero ni curte ni une tanto.

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Sobre la firma

Pedro Zuazua
Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, máster en Periodismo por la UAM-EL PAÍS y en Recursos Humanos por el IE. En EL PAÍS, pasó por Deportes, Madrid y EL PAÍS SEMANAL. En la actualidad, es director de comunicación del periódico. Fue consejero del Real Oviedo. Es autor del libro En mi casa no entra un gato.

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