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San Mamés despide a Aduriz

El futbolista del Athletic dice adiós con una conferencia de prensa desde el césped de La Catedral

Despedida de Aduriz en San Mamés.
Despedida de Aduriz en San Mamés.
Jon Rivas

Aritz Aduriz se despidió en el césped de San Mamés. Tenía a su lado a todos los jugadores del equipo rojiblanco, vestidos con la camiseta del número 20 y el apellido del goleador a la espalda; al borde del área se situaban los periodistas, con mascarillas, separados por la distancia reglamentaria que establece el BOE. No quería despedirse ni dar explicaciones a través de Zoom, o cualquier otra plataforma multiconferencia que el teletrabajo ha descubierto, sino escuchar las preguntas de viva voz, así que desde el Athletic idearon el plan de recibirle en la intimidad, pero con luz y taquígrafos, en la primera rueda de prensa presencial del deporte en España desde que se dictó el confinamiento.

Se encontró con la sorpresa al acceder al campo, acompañado de su mujer y sus dos hijas. La pequeña, Noa, nació el día que su padre le marcó cinco goles al Genk y batió el récord de la Europa League. Le colocaron un taburete junto al lugar desde el que remató de volea el último gol de su trayectoria futbolística, frente al Barcelona. Luego habló: “Hoy es un día para estar feliz, no triste”, dijo, pero se emocionó al dar las gracias a su mujer: “Nunca podré agradecértelo lo suficiente. Y gracias a todos los aficionados de los equipos en los que he jugado desde pequeño, y a este Athletic al que quiero tanto: lo más duro no será no jugar estos once partidos ni esa tan deseada y buscada final de Copa. Lo más duro será no volver a estar con esta cuadrilla. Os echaré mucho de menos. Gracias a todos por este viaje maravilloso e inolvidable”.

Apuntó Aduriz que nunca hubiera soñado algo así. “A mí me gustaba el balón de pequeño, también muchas otras cosas, pero no me podía imaginar jugar siquiera un partido con la camiseta del Athletic. Sólo hacía lo que me gustaba. Si he llegado a los 39 años es porque he seguido haciendo lo que me gustaba”. Y reconoció que tuvo que claudicar porque su cuerpo dijo basta: “Al final esa pelea la llevaba luchando durante bastante tiempo, aunque podía soportarlo. Veía que podía ayudar al equipo, pero después, este confinamiento ha sido definitivo. No ha sido una pelea equilibrada porque la balanza del cuerpo se ha desequilibrado. La cadera ha desequilibrado esa pelea”. La lesión le obligará a operarse.

Se va, dice, sin nostalgia: “No necesito un hueco en la gabarra. Sólo quiero que la saquen. Sólo quiero que los aficionados del Athletic lo puedan disfrutar. Eso voy a ser a partir de ahora, un aficionado más”.

Enemigo de los homenajes, se conforma con su despedida a pie de campo: “Esto es mucho más de lo que creo que merecía; muchísimo más. Ni cuento lo que sería con 50.000 personas, pero no tengo necesidad de eso. He tenido un montón de homenajes aquí, uno en cada partido que he jugado, y no siento la necesidad de que me tengan que despedir. Esto es más de lo que nunca me hubiera imaginado. Me hubiera gustado irme con menos ruido. Le dije al club que hicieran algo lo más sencillo posible. Estoy abrumado con todo. No seré capaz nunca de devolver mi agradecimiento”.

Asegura Aduriz que no tiene que mandar ningún mensaje a los que llegan por detrás: “Siempre decimos que el Athletic es especial y diferente. Lo creo sinceramente; esta gente es diferente. Por encima de todo hay un nivel humano bestial, que hace que sea una cuadrilla que esté compitiendo contra el resto del mundo. Aquí hay tanta gente que entiende cómo es esto que no hace falta que les diga nada a los que vengan”.

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