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La retirada telemática de Fran Vázquez: “Siempre he sido diferente. Me voy sin queja ni pena”

El pívot, máximo taponador histórico de la ACB y la Euroliga, quiere cerrar su carrera a los 37 años en la cancha

Fran Vázquez, en un partido de las Ventanas con la selección española
Fran Vázquez, en un partido de las Ventanas con la selección española
Faustino Sáez

“El baloncesto me eligió a mí. Con trabajo, esfuerzo, constancia y un poco de suerte, pude ser profesional de la mejor liga del mundo después de la NBA, e incluso desde EE UU me llegó la posibilidad de ir a la meca del baloncesto. Ni en mis mejores sueños me podía imaginar una experiencia y una carrera así… Málaga, Bilbao, Gran Canaria, Girona, Barcelona, Tenerife y ahora Zaragoza”, comenzó su relato. Fran Vázquez (Lugo, 37 años) se convirtió este jueves en el primer jugador español en anunciar su retirada de forma telemática. “Siempre he sido diferente. Esta vez también tengo que dar la nota”, soltó entre bromas y veras en la comparecencia online con la que puso fin a 19 temporadas en la élite en las que ha conquistado una Euroliga, tres Ligas ACB, cuatro Copas, tres Supercopas, una Champions FIBA y una Intercontinental. Un final, eso sí, con asterisco. “Espero que podamos disputar este tramo de temporada que nos queda y así disfrutar del amor por el baloncesto hasta el último bocinazo. Ojalá pueda dejar la profesión jugando, en la cancha…”, explicó el pívot gallego de 2,09m, máximo taponador de la historia en la competición europea y nacional.

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A los 13 años, cuando su estirón comenzó a ser inabarcable, el mocetón de Chantada pasó de ser el portero del equipo de fútbol de su colegio a probar con el equipo de baloncesto de chicas para aprender a botar y a lanzar a canasta. Partía de cero, pero la cosa funcionó rápido. Comenzó a ganar títulos en 2005 con el Unicaja de Scariolo, fue drafteado ese mismo año por la NBA con Orlando Magic, conquistó la Euroliga con el Barça en 2010 y, mientras, vivió una relación inconexa con la selección española. Casi dos décadas de recorrido tan inesperado como contundente. “Cuando empecé pensaba, ‘a ver qué sale y si no funciona, me pondré a trabajar con mi padre’. Él era mi ídolo y siempre lo será. Estoy muy orgulloso de haber estado tanto tiempo en la ACB, codeándome con los grandes. Pero creo que es el momento de decir adiós, de cerrar la puerta de mi último vestuario, precisamente en Zaragoza, donde conseguí mi primer trofeo. Dejo el baloncesto contento, satisfecho, sin queja, ni pena. Toca afrontar nuevos retos y me gustaría seguir vinculado a este deporte en la formación de los jóvenes”, anunció Vázquez en un discurso emotivo en el que se acordó varias veces de su padre Ángel, que murió antes de verle hacer carrera, y que acabó con su hijo Aitor, de ocho años, en brazos.

Cuelga la camiseta el séptimo jugador con más partidos en la ACB (656), sólo por detrás de Felipe Reyes (809), Rafa Jofresa (756), Nacho Rodríguez (737), Nacho Azofra (705), Juan Carlos Navarro (689) y Álex Mumbrú (677). Se marcha el líder histórico de la Liga en tapones (738), por delante de su admirado Fernando Romay (671), George Singleton (588) y Arvydas Sabonis (528); y también de la Euroliga, con 249, por delante de Bryant Dunston (242) y Kyle Hines (232). Marcas sobresalientes para aquel chico formado en el proyecto Siglo XXI de la selección, al que Boza Maljkovic dio la alternativa en la élite con 18 años, allá por 2001, y Pedro Martínez pulió en Gran Canaria. Un currículo que cogió vuelo y tocó techo en el Barça, primero con Dusko Ivanovic y más tarde con Xavi Pascual. Una hoja de servicios con dos grandes interrogantes que Fran Vázquez explicó en su anuncio de retirada. “La NBA no es una espinita en mi carrera. Por un tema personal, tuve que decidir entre mi futuro o mi familia, y elegí mi familia. Por eso no fui. Fue una decisión dura, pero he después he podido hacer grandes cosas”, aclaró en primer término.

¿Y la selección? ¿Por qué solo 41 internacionalidades y dos grandes torneos desde aquel verano de 2005 en el que debutó con la absoluta en el Eurobasket de Serbia y Montenegro? “Es un tema que me han preguntado muchas veces. En ningún momento tuve problemas de los que se han contado, ni con los hermanos Gasol ni con nadie del equipo. Tampoco es cuestión de que no me gustaran las bromas que me hacían. Era mentira. Siempre que he decidido no ir a la selección ha sido por problemas físicos. Igual hay gente que soporta esos problemas y yo soy así de cabezón… Por fatiga o por equis motivos no he ido y siempre han sido decisiones meditadas. Estoy orgulloso, igual que lo estoy de, en esta última etapa, haber sido más partícipe. Quise arrimar el hombro en la Ventanas una situación complicada y no tuve problema en hacerlo. También por la ilusión que le hacía a mi hijo verme con la camiseta de la selección. Eso vale mucho”, detalló en su explicación.

“¿Incomprendido? Yo no soy nadie para decirle a la gente lo que tiene que pensar”, añadió antes de mirar a un tiempo al pasado y al futuro. “A los jóvenes les diría que luchen por sus sueños. Que trabajen cada día más que el anterior y no se pongan límites. Hay que intentar superarse siempre. Ojalá mi hijo por ejemplo pueda ser mejor que su padre, le ayudaré. Yo vengo de un pueblo pequeñito, donde todo el mundo vive del campo, y mira donde he llegado”, remató en un relato que espera tener colofón en la pista si se reanuda la ACB. “Esto no acaba aquí. Estás destinado a ser más cosas que jugador”, le emplazó su actual entrenador en el Casademont, Porfirio Fisac, en el mensaje que le envió, marcándole el camino hacia los banquillos. Un homenaje al que se sumaron virtualmente sus compañeros de equipo y otros tantos como Sergio Rodríguez, Pedro Martínez, Xavi Pascual, Carlos Suárez, Nico Richotti y Jorge Garbajosa.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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