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Trey Thompkins, el ‘paciente cero’ del deporte español

Su positivo hace 50 días motivó la suspensión de la ACB, la Euroliga y la Liga de fútbol en cuestión de minutos. Se recuperó sin contratiempos pero, desde entonces, no ha vuelto a rodar un balón

Thompkins, en el partido de Euroliga ante el Armani Milán
Thompkins, en el partido de Euroliga ante el Armani Milán
Faustino Sáez

Un estudio genético de los científicos del Instituto de Salud Carlos III de Madrid concluyó la semana pasada que el coronavirus entró en España entre el 14 y el 18 de febrero y que lo hizo por múltiples vías. El rastro epidemiológico no condujo al paciente cero que buscaban sino a varios focos y personas infectadas desde otros países. Sin embargo, en el caso del deporte, el punto de inflexión de la pandemia sí tuvo nombre y apellido: Trey Thompkins, ala-pívot estadounidense del Real Madrid de baloncesto, de 2,08 metros y 29 años. El 12 de marzo se desencadenó el efecto dominó que, en cuestión de minutos, motivó la suspensión de la Liga ACB, la Euroliga y la Liga de fútbol. El resto de deportes fueron detrás. El conjunto de Laso recibía esa noche al Estrella Roja en el WiZink Center a puerta cerrada, pero la rutina del día de partido se transformó en un protocolo de cuarentena para las dos plantillas profesionales del club. Thompkins había dado positivo. La Ciudad Deportiva de Valdebebas quedaba clausurada. Desde entonces, no ha vuelto a rodar un balón en toda Europa.

Han pasado 50 días de aquello. Thompkins se restableció sin contratiempos, no desarrolló sintomatología grave ni necesitó de hospitalización, pero su caso fue el aldabonazo que precedió al estado de alarma y al fin de la antigua normalidad. La mañana de aquel jueves se agolparon en Valdebebas las noticias de los positivos de Rudy Gobert y Donovan Mitchell por los que quedó cancelada la NBA con el más cercano, el de Trey. Esa fiebre extraña, de ida y vuelta, con subidas y bajadas, con la que el estadounidense había amanecido el lunes desembocó en el diagnóstico de covid-19. “Gracias a todos los que me han mostrado su amor y me han revisado. Me siento genial y solo espero que el virus pase pronto”, escribió por la tarde Thompkins en sus redes sociales. Comenzó la cuarentena para el Real Madrid y también, de rebote, para los jugadores y miembros de las plantillas del Casademont Zaragoza, el ASVEL francés y el Armani Milán, rivales de los blancos en los días previos, dentro del periodo de incubación del virus. En todos los partidos había jugado Thompkins, 31, 19 y 29 minutos respectivamente.

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La plantilla madridista quedó conectada en su confinamiento a través de un grupo de whatssap que les mantenía en comunicación constante con el doctor del equipo, Miguel Ángel López, con la orden de avisar ante cualquier síntoma que se detectaran y de tomarse la temperatura dos veces al día, a las 10 de la mañana y a las tres de la tarde. Si nadie superaba los 37 grados todo estaba en orden. Si saltaba alguna alarma, el club ya había preparado un dispositivo de asistencia domiciliaria inmediata. No hubo que recurrir a ello, todo transcurrió con normalidad. Tampoco hubo pruebas generalizadas, tan solo alguna puntual para los casos contados con indicios de contagio. Pasados los días, el grupo de whatssap quedó monopolizado por el preparador físico, Juan Trapero, y sus tablas de ejercicios para mantener la forma los jugadores. Todos han permanecido este tiempo en Madrid, salvo Carroll que viajó a EE UU para reunirse con su familia, esperando a una reanudación que, a pesar de los anuncios gubernamentales de vuelta a la actividad, aun no conocen cuándo y cómo se llevará a cabo.

“Hubo pánico porque es una situación delicada. Es obvio que Thompkins se trajo el virus de Italia, no se lo agarró en el Mercadona de su barrio. Nos arrepentimos de haber aceptado ir a Milán en un momento en el que allí estaba todo cerrado. No había nadie en el aeropuerto. No salían ni las maletas porque la gente no quería exponerse a trabajar”, contó Nico Laprovittola en su podcast cinco días después del positivo.

Ese vuelo a Italia, el martes 3 de marzo, para jugar ante el Armani a puerta cerrada en la Euroliga, atormentó a la plantilla del Madrid antes, durante y después. Thompkins formó parte de la expedición que viajó a Milán cargada de incertidumbre. “Mi mujer no quiere que viaje, pero la Euroliga ha puesto estas normas”, señaló entonces Facundo Campazzo. “¿Por qué no podemos jugar en un sitio neutral? Este virus es grave. Así que tratémoslo como lo que es, por favor”, expresó el propio Thompkins, uno de los que más se pertrechó para aquel viaje con mascarilla y guantes. A pesar de ello, y teniendo en cuenta que su sintomatología apareció a los seis días, coincidiendo exactamente con el periodo medio de incubación, la percepción de Laprovittola parece la más lógica aunque es imposible de determinar. Nadie en la plantilla del Armani ha dado positivo en este tiempo.

El 2 de abril, en un encuentro digital en Instagram con seguidores, Rudy Fernández confirmó el alta de su compañero. “Trey ya está totalmente recuperado y todo el equipo está muy bien”, contó. “¡Manteneos a salvo! ¡Quedaos en casa! Por favor, no comprometáis vuestra salud o las vidas de otros porque egoístamente queráis salir a hacer algo. No es la mejor situación, pero esto pasará”, dejó escrito el propio Thompkins en sus redes, al tiempo que retuiteaba los mensajes del jugador del Barça Malcolm Delaney, en los que el azulgrana pedía no volver a competir hasta septiembre, cuando haya más garantías.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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