El baloncesto europeo, ante una “catástrofe”
El director general del Olympiacos reclama medidas urgentes para amortiguar los efectos de la crisis en un deporte en el que Barça y Madrid se sostienen por el fútbol
“Nos enfrentamos a una catástrofe financiera que nadie sabe cuándo terminará”. La reflexión la hizo el pasado martes Nikos Lepeniotis, director general del Olympiacos, un clásico del baloncesto europeo. En un artículo publicado en el portal económico CapitalGr, el ejecutivo griego, experto en márketing y consultoría y miembro del comité organizador de los Juegos de Atenas 2004, detalló que en el último trimestre de la temporada los clubes generan y recaudan “el 45-50% del total de los ingresos anuales”. La combinación del parón deportivo desde el 12 de marzo y la pérdida potencial de la mitad de los ingresos anuales abocan a los equipos a una recesión que se prolongará “durante las próximas dos o tres temporadas”.
Lepeniotis enfocó la repercusión de la crisis desde la perspectiva de los clubes y la renegociación de los contratos de los jugadores, que en muchos casos suponen en torno al 75-80% de los presupuestos. Un proceso clave de reajuste y recortes en el que los clubes se juegan amortiguar parte de la crisis, pero para el que no encuentran homologación. “Si tenemos en cuenta que a los jugadores se les paga en 10 nóminas y dejaron de trabajar transcurridos seis meses y 12 días de la temporada, les quedarían pendientes 3 meses y 18 días”, explicó el directivo de Olympiacos. Sin embargo, ese trimestre, que para los jugadores supone un 35% de sus contratos, para los clubes asciende al mencionado 50% de ingresos, porque es el periodo en el que se concentran los partidos decisivos del curso, los playoffs, las finales y la mayor entrada de patrocinios. “¿Quién será el juez o el experto que decida qué es justo para los jugadores y los equipos en el caso de que la temporada no se reanude? Nadie”, remató Lepeniotis.
“El objetivo principal no es destruirnos ni imponernos unos a otros, sino encontrar el equilibrio en la nueva era que se inicia y cooperar por el beneficio común”, sentenció antes de expresar la oportunidad que abre la crisis para “recuperar el equilibrio perdido debido al exceso de competencia, la abundancia de dinero barato y la falta de un plan de acción adecuado en aspectos como el juego limpio financiero, el limite salarial y la política fiscal común, especialmente en Europa”.
La semana pasada, la plantilla del Barça de baloncesto culminó el acuerdo con el club para acogerse a un ERTE que supone una reducción del 70% de las fichas de los jugadores desde que se decretó el estado de alarma hasta que se prolongue la suspensión de las competiciones. Una rebaja que, en la práctica alcanza en torno al 24,5% del salario anual si no hay reanudación. Este miércoles, el Real Madrid pactó la reducción de salarios del 10% si finalmente se reanudan los torneos y del 20% si la suspensión del curso fuera definitiva. El acuerdo madridista está vinculado de forma estructural al equipo de fútbol, que cimenta la mayoría de los ingresos de la entidad y sostiene, como en el Barça, la histórica inercia deficitaria de la sección de baloncesto.
La masa salarial del Barça es de unos 36 millones sobre un presupuesto de 41 (el mayor de la Euroliga por delante del CSKA). La del Real ronda los 30 sobre una partida cercana a los 35 (tercero en un ránking continental, en el que solo el Estrella Roja baja de los 11 millones). En el Madrid, los ingresos apenas cubren la mitad de las pérdidas y, en el mayor de los casos, el ahorro en fichas supondría poco más de un tercio de la recaudación presupuestada a comienzos de temporada, seis millones sobre 16.
En los grandes del baloncesto español, ese ahorro en contratos revertirá con un impacto relativo en la infinita hucha general, pero en otros muchos clubes la renegociación de contratos repercutirá de forma directa en la viabilidad de sus cuentas. Paradójicamente, los equipos modestos, con contratos más cortos y una masa salarial inferior respecto al presupuesto, tienen margen de maniobra ante la crisis, pero la clase media, sostenida por subvenciones, con fichas más altas, contratos largos y pabellones de mayor aforo, sufrirán un impacto directo.
Hace unos días, el agente serbio Misko Raznatovic, uno de los más influyentes por su cartera de clientes, desveló que, en caso de cancelación, la recomendación de la Euroliga a sus clubes asociados era pagar “el 67% de los contratos de los jugadores esta temporada”. La Asociación Europea de Jugadores (ELPA) aspira a situar esa frontera entre el 80 y el 85% como parámetro general. En las negociaciones individualizadas entre clubes y jugadores se juega la viabilidad del sistema.
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