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Saúl Craviotto, de abanderado a patrullar las calles de Gijón

El piragüista, oro en Río y que en Tokio iba a liderar a la delegación española, retoma su labor policial

Saúl Craviotto, recibido por sus compañeros de la Policía Nacional tras Londres 2012.
Saúl Craviotto, recibido por sus compañeros de la Policía Nacional tras Londres 2012.samuel sánchez
Robert Álvarez

Saúl Craviotto gestiona un día a día cambiante que le ha llevado de los canales y embalses en Sevilla y Trasona al confinamiento en su domicilio y, ahora, a las calles de Gijón. Ha pasado de los menesteres propios de todo un bicampeón olímpico de piragüismo en plena preparación para la cita de Tokio a incorporarse de nuevo a su labor en la Unidad de Prevención y Reacción de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional en Gijón, una vez se confirmó el aplazamiento de la cita olímpica.

Su vuelta al vehículo policial resulta paradójica, porque en su día fue destinado a otras labores, además de por sus obligaciones como deportista de élite, por los inconvenientes que acarreaba su fama, más aún después de que ganara el concurso televisivo Masterchef, en noviembre de 2017. La gente le reconocía y le paraba a menudo por la calle, una situación muy engorrosa estando de servicio. Ahora, obviamente, la probabilidad de encontrarse con alguien es mucho menor. Una de las pocas excepciones se produjo al ser reconocido por un periodista de El Comercio.

Desde hace unos días, Craviotto evitaba hacer declaraciones, pero, amable, contestó a algunas preguntas: “Volví a mi trabajo ante la necesidad de la situación que vivimos”, dijo. “Hago las labores habituales con mi compañero. Controlamos un poquito el tráfico y, como es lógico en este momento, preguntamos a las personas el motivo de su desplazamiento. La gente en Gijón es solidaria y tiene un buen grado de responsabilidad con el confinamiento que debe guardar”. Craviotto, desde que fue relevado de sus funciones de patrullar en 2017, siguió trabajando para la Policía en campañas de prevención y concienciación ciudadana e impartiendo charlas en las escuelas sobre las drogas, el alcohol y el acoso.

En agosto, en Szeged, Hungría, obtuvo la medalla de plata en el Mundial y la clasificación olímpica con el K4-500, junto a Carlos Arévalo, Marcus Cooper y Rodrigo Germade, tras la renuncia de Cristian Toro, con el que Craviotto había ganado el oro olímpico en el K2-200 en Río 2016. El piragüista de Lleida y residente en Asturias se preparaba a los 35 años para los compromisos selectivos para los Juegos y para la Copa del Mundo que debía celebrarse en Racice, República Checa, pero en ese momento se aplazaron los Juegos. “Es un palo duro porque llevábamos tres años preparándonos. Pero aplazarlos era lo más lógico y sensato. Ya habrá tiempo para pensar y planificar durante un año. Ahora hay que pensar en la que nos está cayendo, en la familia, en la salud, y en estar en casa”, afirmó hace días el ganador de cuatro medallas olímpicas, dos de oro, en Pekín y Río, una de plata, en Londres, y una de bronce, también en Río.

Motivación extra

Junto al aplazamiento olímpico quedó también postergado su sueño de ser el abanderado español en Tokio en 2021 como lo hubiera sido este verano. “Ser abanderado de mi país es la cima. Tengo mucha motivación por ello, ahora más si cabe. Es una motivación extra. Nos dejaremos la piel más aún si cabe porque nuestro país se merece una alegría tras lo que estamos pasando. Estoy seguro de que volveremos de Tokio con muchas medallas”, afirma.

Durante los días de confinamiento en casa, Craviotto explicó que, además de realizar alguna videoconferencia, se entrenaba por la mañana con el ergómetro y por la tarde realizaba sesiones de bicicleta estática. Las sesiones de entrenamiento, supervisadas a distancia por su entrenador, Miguel García, son de dos a tres horas algunos días y de cuatro a cinco, otros. Desde esta semana, debe hacer compatibles esos entrenamientos con sus patrullas por las desiertas calles de Gijón.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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