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Alejandro Valverde: “Puedo mantener el físico y ganar el oro en 2021”

El ciclista, a punto de cumplir 40 años, ve el aplazamiento olímpico como una ocasión para alargar aún más su carrera

Carlos Arribas
Valverde trabaja en el rodillo en su casa durante el confinamiento.
Imagen cedida por el Movistar Team

En Atenas, cuando era un niño de 24 años, 47º; en Pekín, cuando ganó Samuel Sánchez, 12º; 18º en Londres, cuando no se entendió con Luis León, su vecino, y se dejaron comer el pastel por Vinokúrov y Rigo, y 30º en Río, donde Purito asumió el liderato. El historial olímpico de Alejandro Valverde, tan largo, no cuadra exactamente con el resto de un palmarés que hace del murciano uno de los ciclistas del siglo XXI con más victorias en el mundo. “Pero los de Tokio serán los quintos, serán los definitivos”, llevaba meses advirtiendo Valverde, campeón del mundo, rey de Lieja y Flecha, ganador de Vuelta, podio en Giro y Tour, ganador de etapas en todas las carreras conocidas. “Serán la guinda que le falta a mi carrera”.

Pocos deportistas españoles han disputado tantos Juegos Olímpicos como Alejandro Valverde, que el 25 de abril, en menos de un mes, cumplirá 40 años, y menos, casi, se han tomado con tanta filosofía tanto el confinamiento por la pandemia como el consiguiente aplazamiento de todas las competiciones a la vista, incluidos los Juegos de Tokio, su sueño. “Vale, de acuerdo, un año más tarde será más complicado ganar en Tokio, aunque creo que puedo mantener la condición física”, dice Valverde, “pero el aplazamiento era lo mejor que se podía hacer pensando en la salud de todos”. Mientras Valverde será un poquito más viejo, y puede que tenga ya 41 entonces, una edad a la que muy pocos grandes del pasado han llegado en plenitud, sus rivales, que tan jóvenes están empezando a brillar, Van der Poel, Evenepoel, Alaphilippe, Bernal, Higuita, serán un poco más expertos. Las dos curvas, la decreciente y la creciente. “Será más difícil, claro”, dice. “Pero no imposible”.

El recorrido, que no se cambiará, es durísimo, como le gustan a Valverde, que ganó su Mundial en Innsbruck gracias a que tenía la subida más dura de los últimos años. Parte de Tokio y terminará en el circuito automovilístico de Fuji, a la sombra del Fujiyama, después de superar varios puertos de montaña.

Al ciclista del Movistar, el confinamiento en su casa en las afueras de Murcia, aparte de para dejarse crecer barba de ermitaño y de, extrañamente, lamentar que llueva en su tierra porque le impide sacar el al patio el rodillo para pedalear sin moverse del sitio al aire libre, le ha permitido descubrir que en poco más de dos semanas, a razón de 13-14 horas semanales, ha hecho más kilómetros en rodillo que en toda su vida anterior. Para motivarse se viste como si estuviera corriendo una etapa, solo que sin dorsal, con el maillot de campeón de España, y se coloca pegado a una pantalla gigante de televisión en la que sale él mismo manejándose en los momentos clave del Mundial de Innsbruck. “Echo de menos la grupeta, los amigos del entrenamiento, el café en Librilla, salir a la calle, pero acabo disfrutando con el rodillo”, dice el murciano, quizás la persona que más se pueda acercar a la definición de centauro, pues, como le gusta recordar, desde que tiene memoria se pasa sentado en el sillín de una bicicleta una media de cinco horas al día, y sufre cuando se baja. “No lo hago monótono. Empiezo a rodar antes de desayunar, y después lo dedico a trabajo de fuerza, velocidad y muchas series”. Cuenta Valverde que sabe que no va a ponerse mejor de forma, porque el parón, que a él le pilló antes que a muchos, cuando debió pasar una primera cuarentena en Abu Dhabi tras la anulación del Tour de los Emiratos la última semana de febrero, le ha llegado cuando ya había alcanzado un punto muy bueno. “Intento estar a tope para lo que queda de temporada, justo este año que había empezado más tranquilo. Aunque sin objetivos claros, todo es más difuso, y ahora no mejoraré, espero, por lo menos, no perder mucho”, dice, aun sabiendo que trabaja sin plazo fijo, pues nadie sabe cuándo volverá la competición, ni siquiera si se llegará a tiempo para el Tour, que debería comenzar en Niza el 27 de junio próximo. “Lo que está claro, si hay Tour, es que los que han podido entrenar en la carretera estos días llegarán mejor que los que lo estamos haciendo en casa, por mucho trabajo que hagamos, y habrá cantidad de sorpresas. Será muy llamativo, el Tour de la incertidumbre”.

También está descubriendo Valverde que el aplazamiento de los Juegos puede incluso hacerle retrasar sus planes de retirada, que tenía prevista para finales de 2021. “Ya se me ha pasado por la cabeza, ya, retirarme en el 22”, dice. “Pero todo depende de cuándo, exactamente, serán los Juegos. Si son en primavera sería ideal para mí, aunque tenga que dejar de lado la campaña de las Ardenas. Aunque me va bien el calor, el problema de julio es la humedad, que a mí me mata, y en abril o mayo hay menos humedad. Además, tendría luego tiempo para centrarme en mi plan de despedida. Un descansito después de los Juegos, y luego el Tour, la Vuelta… Pero si son más tarde, no descarto seguir más”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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