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Contra el Barça no hay milagros

El equipo azulgrana gana la Copa del Rey de balonmano, su 28° título seguido en España, tras derrotar al novato Benidorm, la gran sorpresa de esta edición

Lorenzo Calonge
Ludovic Fabregas lanza a portería durante la final en Madrid.
Ludovic Fabregas lanza a portería durante la final en Madrid.RFEB

Las gestas tienen un límite. No le quedó más remedio al Balonmano Benidorm que entenderlo en la final de la Copa del Rey, derrotado (40-25) por un Barcelona que no atiende a los sueños de los modestos. No fue tampoco nada personal, porque lo hace con todos en España, ni se desplegó con una inquina especial. Le bastó con una tarea limpia, sin sangre. El último título nacional que cedió el equipo azulgrana fue, precisamente, la Copa del Rey de la temporada 2012-13 contra un club ya desaparecido, devorado por la crisis que trajo esta desigualdad, el Atlético de Madrid. El cuadro de Xavi Pascual enlaza 28 laureles consecutivos. Hace mucho que su guerra es otra, la Champions; últimamente, territorio de sus desvelos.

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El previsible triunfo culé, séptimo seguido en esta competición, no rebaja, sin embargo, la gloria del club alicantino. Llegó el jueves a Madrid inquieto por su clasificación liguera (duodécimo, quinto por la cola) y, aunque eso no haya cambiado, se marcha con el billete europeo casi asegurado. Al disputar la final ante el Barça, que salvo hecatombe ganará la Asobal, el próximo curso podrá jugar la Copa EHF, el segundo torneo continental.

Así es la Copa del Rey, la única rendija de felicidad que concede el Barcelona. A los subcampeones, por supuesto. Pero, a veces, el segundo puesto viene con un Gordo debajo del brazo. Hace apenas una década, el Benidorm se fajaba en categorías autonómicas, hace seis años subió a la máxima categoría y, en su primera participación en este torneo, se coló en la final tras amargar al Bidasoa (conjunto Champions) y fulminar en el último segundo de la prórroga al Cuenca (otro plantel europeo). La ciudad inventada para el turismo mundial, donde el 90% de los que la visitan desconocen que también existe una entidad de balonmano, encontró de forma imprevisible una historia de éxito más allá de sus playas de Levante y Poniente. Quién sabe si efímera, pero que al menos le procuró un momento de dicha. “Estamos soñando, yo que empecé en la división provincial”, se felicitó su capitán, Carlos Grau. “Ojalá aprovechemos el momento para que el club crezca”, añadió su entrenador, Fernando Latorre, antes de subirse al autobús para emprender un viaje de más de cinco horas de noche a casa.

Su tope en la Copa fue el de todos. Sin nada que perder, arriesgó de inicio retirando al guardameta, Leonardo Terçariol, y apostando por un 7 contra 6, pero la primera la recibió en la frente: recuperación azulgrana y gol de portería a portería de Gonzalo Pérez de Vargas. Disciplinados en defensa, barrera inabordable para casi todos sus rivales en España, el Barcelona fue abriendo distancias en ataque, sin muchas prisas. “¡Calma, que defiendan un rato ahora!”, les gritó Pascual desde el banquillo a sus muchachos mediado el primer acto.

La distancia sideral económica explica muchas cosas de este dominio culé. Su presupuesto es de cerca de 10 millones de euros, frente al medio millón del Benidorm, club con unos 550 socios. El resto tiene que ver con una autoexigencia máxima. No hay distracciones toleradas por su entrenador, capaz de reprender severamente a su extremo izquierdo Casper Mortensen en semifinales, doblando en el marcador al Ademar León, por una acción mal defendida.

Con 21-12 se llegó al descanso y lo que siguió no varió el rumbo de la historia. Al tran tran, al final 15 tantos de ventaja. La Caja Mágica, con su mejor entrada del fin de semana (unos 7.000 espectadores), asistió tranquila, sin el bullicio de la afición de Cuenca, a otro día más en la oficina del Barça. “El valor que le queramos dar depende de cada uno. Llevamos años con lo mismo”, señaló Pascual en sala de prensa, con cierto enfado, cuando se le preguntó si su vestuario compite en España más contra sí mismo que contra los rivales. “Los equipos lo hacen bien, las chicas lo hacen de cine, pero somos un país donde nos gusta la parte negativa y valorar lo que no tenemos. Entonces, da igual. La competición es la que hay y debemos seguir trabajando para que este deporte siga para adelante”, zanjó.

Para los azulgrana será una Copa del Rey más. La número 24. Una tarde rutinaria en Madrid. Sin embargo, para su capitán, Víctor Tomás, y para Raúl Entrerríos todo es especial ante su inminente retirada. El primero -que se convirtió en el jugador con más títulos (11), uno más que su ahora jefe en los despachos culés (David Barrufet)- lo deja por problemas cardíacos. Y el segundo, por decisión personal a los 39 años. La desproporción de la última década ha engordado sus hojas de servicio. Lejos queda ya la tarde de mayo de 2013 en la que ambos y el resto del Barça descarrilaron en unas semifinales de Copa, el último torneo nacional que no festejaron. La prehistoria moderna del balonmano.


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