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Carlos Fernández, aprendiz de Kanouté

El máximo goleador del equipo de Diego Martínez brilla cedido por el Sevilla

Carlos Fernández salta al entrenamiento del pasado martes en la ciudad deportiva del Granada.
Carlos Fernández salta al entrenamiento del pasado martes en la ciudad deportiva del Granada.Fermin Rodriguez
Rafael Pineda

La vida deportiva de Carlos Fernández está ligada al metro. El medio de transporte que todos los días cogía desde su Mairena del Aljarafe natal (Sevilla) para ir a entrenarse, hacerse futbolista y jugar en la ciudad deportiva Jesús Navas. Ahora, el delantero coge otro metro, el de Granada, para desplazarse al centro de una ciudad que vive engalanada con los colores rojiblancos ante la vuelta de semifinales de la Copa ante el Athletic. No hay un solo rincón en la ciudad ajeno a una cita inédita en Los Cármenes desde hace 51 años. Carlos, con solo 23, sorprende por su madurez. Tiene contrato con el Sevilla hasta 2023 y está disfrutando de un año excelente de cesión en el Granada. También destacó el pasado curso en el Depor, con el que jugó las eliminatorias de ascenso a Primera. Carlos Fernández es el máximo goleador (siete tantos) de este Granada recién ascendido a Primera que sueña con la final de La Cartuja (18 de abril).

“Cuando voy a entrenar cada día soy feliz”, aclara cuando se le pregunta por el secreto del conjunto andaluz. “Y esa felicidad la veo en las caras de mis compañeros. Puede sonar a tópico, pero es cierto, somos una familia. La unión es inmensa y aquí los jugadores anteponen el equipo al ego personal. Y creo que eso es muy importante en el mundo del fútbol”, aclara Carlos, consciente de la dificultad que tiene el choque ante el conjunto vasco. “Nadie podía pensar en verano que una plantilla como la nuestra podía estar a estas alturas peleando por una final. Es probable que los jugadores del Athletic estén más acostumbrados a disputar este tipo de choques. Pero no nos sentimos impresionados por la historia de ese club”, indica Fernández.

El delantero ha llamado la atención este año por sus buenos movimientos y calidad individual en un cuerpo de 1,85 metros. “Me crié viendo jugar a Kanouté”, aclara intentando explicar su talento con el balón mientras desentraña el partido que les espera ante el Athletic. “Por mi cabeza pasan miles de partidos, un millón de cosas. No sé, pienso que puede haber prórroga, penaltis… Lo que tenemos que hacer es prepararnos lo mejor posible y saber adaptarnos a lo que el partido nos puede pedir en cada momento. No espero a un Athletic que venga a encerrarse. Creo que nos buscará”, aclara.

Del Athletic le gusta la fortaleza física de sus jugadores y la capacidad de competir de futbolistas como Raúl García. “No, el míster no nos ha puesto fotografías de Raúl en el vestuario. Es un competidor nato. No puedo hablar mal de él. Esto es un juego y la gente quiere ganar de cualquier manera. También nosotros buscamos ganar ante todo. Con futbolistas como Raúl enfrente hay que igualarles en intensidad”, señala. Carlos Fernández fue reclutado en categoría benjamín en el Sevilla y su carrera fue seguida muy de cerca por Pablo Blanco, coordinador de los escalafones inferiores. Ha pasado por todos los equipos de la cantera sevillista hasta la primera plantilla, con la que jugó 12 partidos y anotó dos goles. Debutó con 17 años en un equipo dirigido por Unai Emery y en el que estaba Diego Martínez, su actual entrenador del Granada. “Hemos vivido muchas experiencias juntos. Yo era muy joven la primera vez que coincidimos y conmigo ha trascendido la simple relación entrenador-jugador. Buena parte de lo que soy como jugador se lo debo a Diego, sin duda. Para él es importante que el futbolista sea una buena persona. Eso te une a él”, dice.

Con Diego Martínez vivió un ascenso a Segunda con el filial sevillista. Aprendió un sistema de trabajo que ahora triunfa en un Granada donde jugadores como Soldado se adaptan a la perfección: “Le pregunto mucho porque tiene una gran experiencia. Roberto es un tío maravilloso. Es un líder, sin duda. Para el Granada ha sido una suerte tener a un jugador con tanta experiencia, que aporte con su madurez en el vestuario. Es un ganador. Es el tío con el que me iría al fin del mundo, a una guerra”.


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