Otro Madrid de fogueo
Los blancos se estrellan con los postes del Athletic y pierden paso con el Barça por su poco gol
Deshidratado ante el gol, el Real Madrid se alejó del liderato del Barça. Negado ante la portería del Athletic y frustrado por tres remates a los postes, el equipo blanco fue una vez más puro fogueo. Como en París, el Metropolitano, Son Moix y el Camp Nou. Y casi casi en Mestalla, rescatado por un subidón de Courtois. Y tampoco fue clínico en el Bernabéu ante Betis y Athletic. Benzema al margen, el gol es hoy un forastero para este Madrid dispuesto este curso a morder en LaLiga.
El Athletic se plantó en Chamartín con un regimiento defensivo y articulado su ataque para el pase largo y los rebotes. Gaizka Garitano ordenó una defensa con tres brigadistas centrales —Yeray, Núñez e Iñigo Martínez— auxiliados por delante por otros dos intendentes como Dani García y Vesga. Raúl García y Kodro se perfilaron para el juego aéreo con Williams a la expectativa. En ocasiones, la manta se le quedó corta, ni se tapó del todo ni asomó mucho los pies por el perímetro de Courtois. Eso sí, logró que el partido le resultara un engorro a los locales, forzados a muchas disputas por los aires, a choques continuos. El Athletic decidió que el medio campo fuera un simple apeadero del que había que huir siempre que fuera posible.
Sin ser un Madrid muy fluido, con Modric, Kroos y Benzema como balizas, el Real encontró pista por donde menos se esperaba. El pelotón vasco se quebró más de la cuenta por el embudo, por donde mayor era su montonera. Lo percibió Benzema, que citó a Vinicius dentro del área. El brasileño hizo lo que mejor sabe, mandar a la cuneta a un defensor —Iñigo Martínez—. Enfrentado a Simón, o sea al gol, Vinicius, como ya es habitual, fue derrotado.
Cada vez que el Athletic enfilaba la salida sin las luces largas sufría un atropello. Tiene otras virtudes, no es equipo sinfónico con la pelota atornillada. Así quedó retratado tras una jugada en la que Unai Núñez se anudó él solo y Kroos, sin necesidad de tirar de tuneladora, se coló entre una selva de rivales espantados a su paso. El remate del alemán fue un bofetón para Simón, que desvió la pelota al larguero con la cara.
El Madrid no precisaba de un juego sublime para tener en alerta al Athletic. Los de Garitano solo respiraban cuando alguien enfilaba a Williams, futbolista que goza a campo abierto. Courtois le cerró el paso en su primera aventura. Y Ramos, con un paso adelante, dejó a Kodro en fuera de lugar, antes de que clavara la pelota en la escuadra derecha de la portería local. No hubo más repertorio ofensivo de los rojiblancos durante el primer tramo.
Con el pujante Valverde como réplica del sancionado Casemiro, Modric y Kroos se sintieron igual de liberados que con el escolta brasileño. Pero por mucho que ilustren el medio campo, al Madrid le falta el siguiente escalón: futbolistas terminales ante el gol. Se espera a Rodrygo, que pesa menos en el juego que Vinicius, pero tiene mejor puntería. Ocurre que en la antesala del gol resulta que quien aparecía era Vinicius. De nuevo en un ataque central, Benzema se coló en el rancho del Athletic, sacó la cadena a Simón y su disparo lo rebañó de espuela Núñez bajo palos. El balón le llegó placentero a Vinicius, pero su control fue deficiente. Vinicius lo hubiera ejecutado sin miramientos en cualquier otra zona del campo. Hay jugadores a los que el gol a la vista les nubla.
Menos volumen
El Madrid bajó el volumen tras el descanso. Con menos ritmo, todo se le hizo más engorroso. Le costó dar continuidad al juego, con un Athletic que no corrigió un milímetro su planteamiento inicial. Tampoco fue un equipo ejemplar en la defensa a balón parado. Nacho, con segundos en el campo tras las molestias de Militao en un ojo, hizo estallar la pelota en el larguero tras un cabezazo atronador. Como en el tramo final Jovic, también frustrado por un poste.
Cuando más espeso estaba el Madrid, Zidane intervino para echar el lazo a Bale en sustitución del pálido Rodrygo que paga su forzada ubicación como extremo, posición que le resulta ortopédica. Rodrygo crece cuanto más se acerca a la portería, lo mismo que cu compatriota Vinicius encandila lejos del área y se apaga en las fronteras del gol. Los dos brasileños se fueron antes de tiempo, pero Bale y Jovic no aclararon el panorama blanco. El Madrid, que ya no dio tanto foco a Unai Simón como en el primer tiempo, quedó sin vías de escape. Con Jovic se incrementaron los centros en vuelo, suerte que no domina del todo Mendy. Nadie encontró remedio. Ni siquiera Sergio Ramos camuflado de ariete en el último tramo. Nada disparatado si se tiene en cuenta que el capitán es el segundo máximo goleador madridista en LaLiga.
El Real está seco, muy seco.
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