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Pase interior
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Gana el espectáculo

Este clásico ha sido un fiel reflejo de una Liga abierta y mucho más atractiva que en el pasado reciente. Y eso inevitablemente entusiasma al aficionado

Jordi Cruyff
Valverde le disputa el balón a Griezmann en el clásico.
Valverde le disputa el balón a Griezmann en el clásico.J. JORDAN (AFP)

La fuerza del Barça está en atacar, no en ser atacado. Ahí reside el foco de las frustraciones del aficionado culé después del clásico. Y también estoy seguro de que los jugadores blaugranas y el cuerpo técnico son plenamente conscientes de dónde está su punto fuerte. Pero el Real Madrid tuvo un plan y lo supo ejecutar con personalidad, con presión alta, arrinconando al Barça en su campo y desactivando a su tridente ofensivo, que estuvo demasiado tiempo desplazado a 50 o 60 metros de la portería contraria. Incluso cuando el Barça lograba robar el balón, no acertaba en ese segundo o tercer pase que le permitía saltar la presión del Madrid. Tampoco era normal ver a Griezmann demasiado tiempo haciendo tareas de equipo lejos del área, es algo que seguramente habrá aprendido a fuego bajo el mando de Simeone, pero su potencial quedó totalmente difuminado.

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Si el Barça hubiera sido capaz de tener más control de balón, estaríamos hablando de otro partido, con líneas más avanzadas y más situaciones de peligro. En todo caso, yo no hablaría de un clásico que deja al Barça en una situación preocupante, así lo demuestra la victoria rotunda contra el Alavés, pero sí del mérito de un Madrid que supo anular a su eterno rival y estuvo demasiado cómodo: en la posesión, en el uno contra uno, en la recuperación del balón, alejando al trío atacante de las zonas de peligro. Y eso es algo excepcional en el Camp Nou. A pesar de haberse quedado con el regusto amargo de no haber convertido su superioridad en una victoria, estoy seguro de que ese cruce ha supuesto una inyección moral para el conjunto de Zinedine Zidane. Hacía mucho tiempo que el Madrid no se presentaba en Barcelona con una actuación tan cómoda como convincente.

Y esa seguridad se trasladó a los momentos en que el Madrid no tuvo el balón. Los jugadores con talento siempre saben qué hacer con el esférico y suelen acertar. El problema viene cuando tienen que correr detrás de la pelota y hacer el verdadero trabajo de equipo. Y en el Madrid vimos una buena mezcla de esos dos aspectos, con jugadores como Isco y Valverde que sabían cómo manejar el balón, pero también ayudar al bloque. Y contra el Barça no es tarea fácil. Necesitas ejercer una presión prácticamente perfecta contra los azulgranas, que cuentan con talento suficiente para escapar del acoso y crear oportunidades encadenadas en la transición. Pero eso no ocurrió precisamente con frecuencia. El Real Madrid supo jugar como equipo, y el planteamiento surtió efecto, a excepción del gol.

No fue un partido brillante y faltó la salsa del fútbol, crear más ocasiones de gol y sobre todo ver portería. Pero el Real Madrid fue el ganador moral del clásico, más si cabe después de salir airoso en otra salida complicada en Mestalla, con un empate in extremis. El Madrid se marchó de Barcelona con buenas sensaciones, pero con la frustración de apenas rascar un punto. El Barça salió del partido con peores sensaciones, pero evitando un mal mayor.

Sinceramente, no perdería mucho tiempo en discusiones arbitrales. El VAR es una ayuda, pero también agita discusiones y ofrece una dificultad añadida al oficio de los colegiados, porque tan complicado es ser árbitro, como ahora lo es ser el árbitro del VAR. Es obvio que hubo un agarrón de Rakitic a Varane en el área, pero quedémonos con el lado positivo de la tecnología a modo de balance: el VAR ha llegado para minimizar el porcentaje de errores. En el fuera de juego del gol de Bale, por ejemplo, el VAR supuso una ayuda inestimable.

Sin duda, este clásico ha sido un fiel reflejo de una Liga abierta y mucha más atractiva que en el pasado reciente. Y eso inevitablemente entusiasma al aficionado. Con el Madrid y el Barça igualados en la pelea por el liderato, y con varios equipos a corta distancia, nos encontramos el escenario que no hace mucho envidiábamos de la Premier League, sumida tradicionalmente en una competición feroz entre sus grandes y la clase media y baja de la tabla. A estas alturas el Liverpool es líder a una gran distancia, mientras que los dos grandes españoles se han ido dejando puntos con rivales inferiores. En ese sentido se han cambiado las tornas, para sufrimiento de los hinchas del Barça o el Madrid, acostumbrados a aguardar al clásico para marcar las diferencias. Ahora cada jornada se presenta como un posible tropiezo. Gana el espectáculo.

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