Al Madrid le va esta Liga
El equipo de Zidane resuelve ante un Alavés con mucho diente un partido engorroso y exigente, disputado bajo un diluvio con goles de Sergio Ramos y Carvajal
En un partido bravo y de mucho tonelaje tuvo que ser la defensa del Real Madrid quien tomara la delantera en Vitoria. Bajo un aguacero perpetuo y ante un Alavés de lo más espinoso, Ramos y Carvajal sellaron el paso firme del Real en LaLiga. Por lo visto, Zidane ha logrado que a los suyos les enganche el torneo doméstico tanto como a él. El Madrid de hoy no es el Madrid gandul de ligas recientes. En Mendizorroza no se afligió en un duelo rudo y muy exigente frente a un contrario con mucho diente.
Qué crudo y severo es el Alavés en su fortaleza de Mendizorroza. No es casual que hasta abrir la puerta al Madrid solo hubiera recibido dos goles. Y no por rivales de medio pelo. Atlético y Sevilla eran los únicos que habían superado la impermeabilidad local de este Alavés sacamuelas. Por Vitoria no hay pasteleo. El cuadro de Asier Garitano es cristalino sin la pelota: juega a que no se juegue, máxime si el rival es tan sonoro como el Real Madrid. Los blanquiazules forman dos barricadas consecutivas por delante del área. A las trincheras no son ajenos Joselu y Lucas, esta vez más centinelas que atacantes circunstanciales.
En casa del Glorioso, todo es perturbador para los adversarios. Incluso para los muchachos de Zidane. Y eso que el Madrid escaneó bien lo que requería el engorro. De entrada, ninguna baliza fija en ataque. Con su movilidad, Benzema nunca dio pistas a los centrales. Ni tampoco Isco, muy agitador en varios sectores del campo. El Real negoció una banda con Bale —titular 55 días después— y, ausente Hazard, otra de largo recorrido fue para Marcelo. Se trataba de evitar el embudo y amenazar con cambios de dirección hacia los costados, donde percutían Carvajal y quien esperara turno por el otro carril. Pero no se inmutó el Alavés, bien sostenido por Pacheco en un par de remates de Isco y Casemiro en el primer acto.
Otra cosa fue la vanguardia alavesista. Con Lucas y Joselu camuflados como centuriones defensivos a muchas cuadras de la portería visitante, los asaltos locales fueron casi inexistentes en el primer tiempo. Solo una aventura de Aleix Vidal, que se fue a la lona ante la intervención de Militao. El catalán reclamó penalti. Lo que se llevó fue una tarjeta por derrumbarse con tanto estrépito. Casi nada de tajo para Areola, como Militao favorecido por el giro de noria decretado por Zidane, que también dio ventilación a Varane y Valverde. A su académica gestión del encuentro, al Madrid le faltaba un chispazo. Un apunte terminal de gente como Benzema o Bale. Nada sencillo con el tratamiento de choque del bucanero Alavés.
El Madrid tuvo que esperar al segundo tiempo para encontrar una rendija triunfal. Por entonces, en Vitoria no llovía, diluviaba. Por suerte para el fútbol, Mendizorroza drena de maravilla, su césped es mimado como pocos. La tempestad invitaba a un golpe de pecho, faceta que distingue a Sergio Ramos. Kroos lanzó una falta geométrica y el capitán le ganó la partida a Laguardia para dejar planchado a Pacheco con un cabezazo definitivo. El gol tuvo un efecto inesperado. Se arrugó más el Madrid, lo que permitió examinar por primera vez al Alavés en plan ofensivo. De su envite al área de Areola sacó provecho rápidamente. De nuevo con Sergio Ramos de por medio. Al andaluz se le fue la mano y con el brazo como un molinillo golpeó a Joselu. El árbitro sancionó lo que tantos colegas no condenan. Lucas no tiritó con el penalti. Un brindis local al que le sobró el corte de mangas de Aleix Vidal.
El 1-1 mandó a Bale, de puntillas por Vitoria, al banquillo en favor de Rodrygo. Al Madrid le tocaba reaccionar y aflojar de nuevo a un adversario siempre dispuesto a dejarse el corazón en los huesos. Y otra vez fue un defensa quien tomó la delantera: Carvajal. La jugada triunfal fue todo síntoma del espíritu gregario de este Madrid, este sábado tan dinámico que abundan los intrusos. Como muestra, el 1-2 fue elocuente. A un centro de Modric llegó Isco con un arrojo desconocido. El malagueño cabeceó con audacia, Pacheco rechazó el balón, luego escupido por su poste derecho. Al rebote llegó Carvajal, un lateral en posición de ariete postizo, para quebrar a los de Asier Garitano.
No es este Alavés un equipo que se achique. Ni a tiros. Así que cuesta abajo en el marcador, de nuevo metió otra marcha en dirección a Areola. Tal fue el asalto de su regimiento que, con ocho minutos de prolongación, los blanquiazules forzaron hasta seis saques de esquina. Cinco de ellos consecutivos. Areola atajó un remate de Manu García y solo así, en la mismísima orilla cayó el Alavés. Un adversario que permitió medir que a este Madrid sí le va LaLiga. Incluso cuando caen chuzos sin parar a la hora del vermú.
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