El Athletic vuelve a romper la racha de Osasuna
Vence en El Sadar, inexpugnable durante 30 partidos, con goles de Williams y Kodro
Han pasado sesenta años. En 1959, el Athletic rompió una racha de 30 partidos sin perder de Osasuna en su campo, entonces el ya desaparecido terreno de San Juan, en un partido aciago en el que los navarros cayeron 1-8 y además, uno de sus jugadores, Marañón, sufrió un choque con Carmelo y perdió un riñón. Este domingo los rojiblancos lo han vuelto a hacer tal vez con menos brillantez, pero con la misma eficacia. El 1-2, que quiebra un periodo aciago del Athletic, que llevaba siete meses sin ganar a domicilio, vale lo mismo: los puntos en juego.
Osasuna tenía un plan. Se trataba de mantener el récord en El Sadar de 30 citas seguidas sin perder, que le estaba acarreando un prestigio enorme en LaLiga. Viajar a Pamplona comenzaba a asemejarse a esa visita al dentista de la que Caparrós hablaba cuando su equipo jugaba en el Camp Nou, una pesadilla, noventa minutos en los que, como en las películas de la Mafia, es conveniente sentarse con la espalda contra la pared para ver llegar al enemigo de frente.
El Athletic aprendió bien esa lección. Supo leer el peligro de las bandas osasunistas, de las segundas jugadas, o de las acciones a balón parado. Y durante una primera parte muy trabajada, neutralizó a su rival. Además, tomó el mando. Con una defensa demasiado abierta de Osasuna, encontró los espacios. Ante la ausencia de Muniain, Garitano arriesgó con otro pamplonica, Oier Sancet, en la mediapunta. La joven promesa rojiblanca respondió.
El Athletic ya amagó en un gol anulado a Raúl García por milímetros, pero después de asustar a Herrera varias veces, consiguió su objetivo en el minuto 20, en una jugada en tres toques, la cesión de cabeza de Córdoba a Sancet, que encontró el hueco entre los centrales de Osasuna para tocar hacia Williams, que marcó de disparo cruzado. En la grada, los seguidores rojiblancos jaleaban al delantero; su madre, feliz, era la que más saltaba.
El estado de ansiedad con el que entró al césped el equipo pamplonica, y que se reflejó en la tarjeta a Chimy Ávila en el minuto 2, le pasó factura durante una primera mitad en la que el Athletic dio sensación de superioridad y maniató a su rival, muy alejado de la portería de Unai Simón, salvo en el descuento, cuando en dos acciones puso a prueba al guardameta bilbaíno, que respondió con eficacia.
Ese tramo final de la primera mitad le dio fuerzas a Osasuna, que salió más enchufado tras el descanso, y comenzó a acosar, con el estilo que le ha mantenido a flote toda la temporada, a un Athletic impreciso, perdido sobre todo en la banda de Capa, que se desinfló ante los arreones pamplonicas. Unai Simón volvió a aparecer varias veces, pero no pudo hacerlo en el minuto 75, después de que Adrián, que acababa de comparecer en el campo, desbordara a Capa para que Chimy Ávila rematara en una postura inverosímil para poner el empate.
Al Athletic se le puso negro el panorama. Debilitado por la lesión de Raúl García, se encomendaba desde entonces a las carreras de Williams, o eso es lo que parecía que podría ser, porque ni siquiera dio tiempo a explorar esa opción. Tres minutos después del empate, un balón al área de Osasuna lo ganó San José de cabeza, Lekue le hizo un sombrero a Estupiñán y Kodro, paró la pelota, templó y marcó el gol que derribaba el muro de El Sadar. Se puede decir que Garitano acertó con los cambios. La jugada del gol la protagonizaron los tres futbolistas que salieron en la segunda parte.
El mazazo hundió a Osasuna, que decayó en su juego. El Athletic, bien organizado, volvió a ser el de la primera parte. En Pamplona se quedan sin récord.
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