Sobre ‘gasoles y claveres’
El lugar de primer nivel que ha acabado encontrando Víctor en la profesión tiene un mérito enorme. Hay cosas que no te vienen de serie: hay que ir a buscarlas
Recuerdo perfectamente el primer día que me crucé con Víctor Claver en una pista de baloncesto. Paseaba junto a Johnny Rogers (excompañero de equipo muchos años antes y entonces director deportivo del Valencia Basket) por la pista del Wizink Center antes de su partido de la Copa del Rey de 2006. “¿Quién es este pelirrojo como tú, Johnny? Lo tiene todo; físico, altura, técnica…”
Esa pinta con 17 años, a veces es una suerte, y otras veces no tanto. Las expectativas se disparan y tendemos a olvidarnos de lo fundamental; jugar bien al baloncesto, pueden jugar muchos; hacerse un profesional de primer nivel en cualquier deporte, lo acaban consiguiendo muy pocos.
En la fórmula mágica que expusimos en nuestra carta anterior, empezábamos por la calidad. Y la calidad de nuestra selección todos estos años viene marcada, por supuesto, por los excelsos gasoles, pero también por los impagables claveres. El lugar de primer nivel que ha acabado encontrando Víctor en la profesión, tiene un mérito enorme. Hay cosas que no te vienen de serie: hay que ir a buscarlas. La concentración en el juego, en ataque pero sobre todo en defensa, y con ello la capacidad de hacerte imprescindible, es una de ellas.
Para poder jugar con la soltura que demostramos frente a Serbia, no nos quedaba otra que imponer nuestra calidad primero frente a Italia. Y vaya si lo hicimos; logrando “una de las tres mejores defensas” de la era Scariolo, en palabras del propio entrenador. Es ahí donde perfiles como Víctor, o Rudy, o Pau Ribas, como antes hizo Carlos Jiménez, ponen el listón a una altura muy difícil de afrontar para la mayoría de las selecciones.
Nos hemos ganado jugar el partido clave para optar a medalla frente a Polonia; el rival, a priori, soñado. Las expectativas ahora se volverán a disparar, entonces conviene acordarse del chaval de 17 años que parecía tenerlo todo para jugar a esto… y solo estaba en la rueda de calentamiento. El físico, la técnica y la altura son condiciones necesarias en un jugador de élite. Hacer la defensa de Claver a Gallinari, o robar un balón clave como hizo Ricky frente a Italia; pararse en un contraataque, como Rudy frente a Serbia, para que Llull acabase metiendo el triple de la puntilla; volver loco inmediatamente después a Raduljica con una finta defensiva, como hizo Marc Gasol; o ser capaz de poner esa zona trampa en las posesiones clave que Sergio Scariolo llevaba en la cabeza desde el primer día de concentración, es lo que le hace afirmar a Sasha Djordjevic que “España siempre hace lo mismo; a mí ya no me engañáis”. Hacer siempre “lo mismo” es tan evidente como convertir, cada verano, grandes jugadores en concentrados profesionales. Los polacos tienen jugadores de baloncesto tan impactantes, en la rueda de calentamiento, como los nuestros. Empecemos, por tanto, bien prontito el partido clave. Ese muro de los cuartos de final que puede marcar tanto la carrera de un deportista de élite.
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