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El Tour del Porvenir de Gómez del Moral

El español gana en 1962 la segunda edición de esta prueba que iba en paralelo a la carrera principal, aunque recortada

Antonio Gómez del Moral (c), en el Giro de Italia de 1967.
Antonio Gómez del Moral (c), en el Giro de Italia de 1967.

El Tour del Porvenir nació en 1961 y en su primera edición fue segundo Patxi Gabica. La siguiente la ganó Antonio Gómez del Moral, hermano de José Gómez del Moral, que le sacaba ocho años. Naturales ambos de Cabra (Córdoba), como José Solís Ruiz, la Sonrisa del Régimen, ministro del Movimiento, cartera que incluía el área de Deportes. El que pedía “menos latín y más deporte”.

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La carrera se disputaba en paralelo con el Tour grande, pero venía a ser dos tercios de este.

Empezaba cuando el otro ya llevaba una semana, tenía 14 etapas en lugar de 21. Solían salir y llegar en las mismas ciudades, pero por un recorrido más corto. Corrían ciclistas con licencia independiente, un salto entre la categoría juvenil y la profesional.

Aquel 1962 el Tour mayor pasó a equipos comerciales, mientras que el del Porvenir se corría por países. Por tanto, en el grande ya no había equipo de España. Bahamontes, Campillo y Otaño corrían por el Margnat Paloma; Antonio Suárez y Angelino Soler por el Gichi; y Jaime Alomar por el Peugeot. En el del Porvenir sí había equipo España: Momeñe, Gómez del Moral, Eusebio Vélez, Martín Colmenarejo, López Cano, Mayoral, Ginés García y Quesada.

Lo de los equipos de marcas sentó mal. Eso de no poder seguir a los corredores en un conjunto nacional (y de paso criticar sus discordias, tan frecuentes), desconcertaba. Para no dar publicidad gratuita, la prensa ofrecía la clasificación por equipos por el nombre de los directores. Por ejemplo, el Margnat Paloma de Bahamontes era el “Raoul Rémy” y el Saint Raphael de Anquetil era el “Raphael Geminiani”.

Por supuesto, del Tour mayor todo se nos reducía a Bahamontes, que llegó muy retrasado a los Pirineos, remontó espectacularmente allí, pero luego perdió 15 minutos camino de Carcasonne, lo que le descartó para la general. En los Alpes volvió a brillar. Ganó la Montaña por cuarta vez.

Así que la mirada se iba al Tour del Porvenir, donde el equipo español respondió como tal, lo que en sí era una feliz novedad, frente al gallinero que siempre había sido la selección profesional.

Fue un duelo entre España y Holanda, tal como había supuesto antes de la salida el seleccionador, Gabriel Saura, que lamentaba que se había limado montaña respecto a la edición anterior.

El primer líder fue Jan Janssen. Le quitó el amarillo Momeñe en la tercera etapa, lo que provocó la visita de Elola Olaso, delegado Nacional de Deportes, que se acercó desde San Sebastián, donde veraneaba, a Bayona. En los Pirineos tomó el maillot Gómez del Moral, que tras una contrarreloj se lo cederá a Hugens, también holandés. En la octava etapa, llana, todo el equipo español cayó en una trampa de abanicos y Gómez del Moral perdió ocho minutos: “Nosotros entonces no sabíamos lo que era eso. Cuando había viento de costado, los holandeses, los belgas, los franceses y hasta los italianos se organizaban, nos dejaban fuera y nos caían los minutos como ladrillos”. Y así era. En aquellos años jamás salía la palabra abanicos en las crónicas ciclistas.

De la mili a París

El resto fue una remontada soberbia en los Alpes, al compás de los nuevos arreones de Bahamontes. En Briançon, Gómez del Moral recuperó el maillot, un día que Hugens y Nijdam, otro holandés que llevó el amarillo, llegaron derrumbados, llorando. De ahí al final, bien protegido por el equipo, el de Cabra mantuvo el liderato. Ganó en el Parque de los Príncipes, donde dio la vuelta de honor, como había hecho Anquetil, y entregó el ramo a Eusebio Vélez en agradecimiento por el apoyo de todo el equipo. Los ocho españoles acabaron la carrera.

El regreso a Madrid fue apoteósico. En la estación de Príncipe Pío le abrazó su paisano Solís Ruiz en medio de un ambiente de euforia general. “¡Somos o no somos españoles!”, gritaban los corredores. Y el ganador dedicó el triunfo a la Patrona de Cabra y al Capitán General de Canarias. Estaba en periodo militar y corrió gracias a un permiso especial.

El tercero de la prueba, el holandés Jan Janssen, ganaría el Tour grande en 1968. Gómez del Moral no llegó a tanto, aunque tuvo una larga y feliz carrera. Ganó etapas en el Giro y en la Vuelta, en la que se clasificó varias veces entre los diez primeros. Ahora vive feliz en Sevilla, donde se vuelca en la organización de la Vuelta a Sevilla, carrera de promoción.

Y aquella selección, de tan buena conducta como equipo, fue germen de lo que luego sería el Kas, continuo ganador de las clasificaciones por equipos en el Tour y en la Vuelta. 

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