Víctor Valdés regresa al Barcelona para impulsar su carrera como entrenador
El exportero, tras su etapa al frente del Moratalaz, dirigirá al equipo juvenil azulgrana
Cinco años después de sufrir la grave lesión de ligamentos con la que concluyó su etapa en el Barcelona, en un partido ante el Celta el 26 de marzo de 2014, y casi dos después de concluir su carrera como portero, Víctor Valdés regresa al club en el que se formó y triunfó. Proseguirá en el juvenil del Barcelona su incipiente etapa como entrenador, iniciada la pasada temporada en el Moratalaz, equipo con el que logró la Copa de Campeones juvenil de la Comunidad de Madrid tras imponerse en la final al Real Madrid.
Valdés, a sus 37 años, desea impulsar su carrera como entrenador y lo hará a los mandos del juvenil A azulgrana. Firma por una temporada, con opción a una más.
El portero más laureado de la historia del club, con seis Ligas y tres Copas de Europa en su palmarés, sustituirá en el cargo a Denis Silva. Formado desde los 10 años en La Masia, estuvo 12 temporadas en el primer equipo del Barcelona. Anunció que dejaba el club ya antes de sufrir la grave lesión de ligamentos. Su destino iba a ser el Mónaco, pero dicha lesión lo cambió todo y el club monegasco deshizo el acuerdo. Tras unos meses sin equipo, Louis Van Gaal fue decisivo en su fichaje por el Manchester United. No le fue bien. Jugó en el filial y, al igual que en el Barcelona, volvió a tener problemas con Van Gaal, que lo acusó de no ser fiel a la filosofía del equipo. A continuación, recaló en el Standard de Lieja y después jugó en el Middlesbrough. En septiembre de 2017 colgó los guantes y se integró en una productora televisiva. Y la pasada temporada inició su carrera como entrenador en el Moratalaz.
La filosofía de Valdés remite a los apuntes que tomó en su ordenador y que terminaron en un libro publicado en 2014 por la editorial Columna con el título El método VV, en el que explica su filosofía y cómo gestionar la presión de cada día para conseguir ser el mejor. Entre otras cuestiones, explica cómo gestionó la presión en la portería del Barcelona. “Lo que me gustaba era meter goles y que me abrazaran. Pero me los metían y me levantaba solo a buscar la pelota”. Y confiesa su peculiar carácter; “Soy derrotista, pienso en lo peor, que todo irá mal y así me aíslo de las expectativas de los demás. Si no esperan nada no tengo nada que darles. Soy desconfiado y cerrado, no me siento cómodo con gente a mí alrededor que no conozco, incluso en momentos prefiero estar solo que acompañado de amigos. Será por las circunstancias en las que he crecido”. Y asevera: “La presión la alimenta el miedo a fallar. El error es un sentimiento de vergüenza. Si no tengo nada a perder, sólo puedo ganar”.
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