La desdicha de Federer: “No puedo creérmelo”
A sus 37 años, el suizo deja escapar una ocasión de oro en una inolvidable final que impulsa a Djokovic. El serbio, con 32 años, logra su Grand Slam número 16 y se queda a dos de Nadal y a cuatro de Federer
Son tiempos de contradicción en el tenis. Paradójicamente se reclaman nuevas figuras que se resisten a llegar, pero en el fondo asusta imaginar una nueva época sin un tridente que está llevando el concepto de la competición hasta límites insospechados. Pese a que la raqueta ha fraguado históricamente rivalidades maravillosas, ninguna como la que han ido construyendo Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic a lo largo de las dos últimas décadas. Pugnan entre ellos, pero el trasfondo de la lucha tiene mayor profundidad y los tres se han quitado las caretas.
“Me encantaría ganar el máximo número de Grand Slams posibles. No creo que ninguno de nosotros esté jugando por diversión, sino por ser el mejor”, expone abiertamente el serbio, que revalidó el título obtenido el año pasado después de una final épica, convirtiéndose en el primer tenista que gana una adjudicándose tres tie breaks. Volvió a masticar la hierba de la central inglesa Djokovic, que asestó un golpe certero a la carrera hacia el infinito. Elevó su decimosexto trofeo del Grand Slam y privó a Federer de su novena sinfonía en Londres, del que hubiera sido el vigesimoprimer major del suizo.
Golpe duro para él, pues.
“Siento que he perdido una oportunidad increíble, no puedo creérmelo”, admitió ante los periodistas RF, que en 2010 y 2011 ya cedió contra Djokovic en las semifinales del US Open, las dos veces, habiendo dispuesto de dos match points. “Quizá me siento triste, decepcionado, enojado... Sinceramente, no sé qué siento en este momento”, prolongó con una decepción muy evidente, reflejada también en el lenguaje corporal. “Soy el perdedor las dos veces, así que es la única similitud que encuentro...”, cerró con un leve toque de humor cuando se le planteó el paralelismo con la final perdida ante Nadal en 2008.
Durante el último lustro, Federer (37) regresó de las tinieblas y alzó tres grandes trofeos, pero contabiliza otras tres finales perdidas. Mientras tanto, después de otro periodo sombrío, Djokovic (32) activó el turbo hace exactamente un año y hay muy pocos que puedan ponerle freno. Se trabó en París en una cita tormentosa con Dominic Thiem, pero el resto de apariciones en los escenarios de máxima alcurnia las cuenta por victorias. Son ya cuatro majors desde el impulso cogido en Londres la temporada pasada, y en septiembre tendrá a tiro igualar sus estaciones más prolíficas, 2011 y 2015, cuando celebró tres en cada una.
Ese último año abrió una extraordinaria secuencia que tuvo un peligroso paréntesis tras conquistar por primera vez París, en 2016, y que le ha conducido a festejar nueve grandes títulos durante el último lustro. En esta franja tan solo se le escapó la final del US Open de hace tres años, frente a Stan Wawrinka. E intimida ahora con 16 majors, acechando peligrosamente a Nadal, este con 18. El mallorquín encuentra un seguro de vida en Roland Garros, pero más allá de las fronteras del Bois de Boulogne solo ha sido capaz de triunfar últimamente en Nueva York, hace dos ejercicios.
Nadal sufrió un vacío significativo de 2014 a junio de 2017, pero después se repuso y en las tres últimas campañas se ha hecho con cuatro premios mayores. No obstante, queda ya lejano el triplete dorado de 2010, cuando se encumbró en Francia, Londres y Nueva York, esta última ciudad ya en el punto de mira de Djokovic, porque así lo exige el calendario. En la recta final del verano, el circuito viajará al cemento norteamericano y ahí dispondrá Nole de otra oportunidad para dar otro paso de gigante hacia su inmenso objetivo.
“Cuando era un niño solía hacer los trofeos con diferentes materiales en mi habitación”, contaba este domingo el de Belgrado sobre el césped de Wimbledon. “Mentalmente ha sido el partido más exigente que he jugado nunca. Físicamente, la final contra Nadal en Australia [2012] me exigió más, pero a nivel mental esto ha sido de otro nivel...”, puntualizó. “Esta final figura entre las tres mejores finales que he jugado, y además contra uno de los grandes de la historia de nuestro deporte. Es irreal ganar después de levantar dos pelotas de partido. Es extraño jugar un tie break en el quinto set… Todos estaban sufriendo, mis padres también, a los que agradezco que hayan venido”, prolongó Djokovic, que manda en los cruces particulares contra Federer por 26-22.
“Ha sido un partido que se recordará durante mucho tiempo, pero yo trataré de olvidarlo lo más pronto posible”, afirmó mientras el de Basilea, que ganó su primer Grand Slam en 2003, cómo no, en Londres. “Intentas olvidar y coger las cosas buenas de este partido que son muchísimas. Es como en 2008... Volveré a verlo y pensaré que no estuvo tan mal después de todo. Por ahora duele, como debería, como cualquier derrota aquí”, continuó, lamentando su desdicha: ganó más puntos (218-204) y más juegos (36-32); produjo más winners (94-54) y se impuso en la red; (78-63%), obtuvo más puntos con primeros (79-74%) y con segundos (51-47%); e hizo más breaks (7-3).
Pese a todo, perdió.
Sea como fuere, él, Djokovic y Nadal se han hecho con los 11 últimos majors, con 50 de los 58 más recientes. Tan solo Andy Murray (3), Wawrinka (3), Juan Martín del Potro (1) y Marin Cilic (1) han conseguido interferir en mitad de una soberanía fuera de lo normal en el deporte.
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