Megan Rapinoe, futbolista y líder política
Las encuestas le dan un 42% del apoyo del electorado de Estados Unidos
Megan Rapinoe tiene revolucionado el mundo de la política en Estados Unidos. Solo había que meterse entre las cerca de 300.000 personas que se echaron a la calle en Nueva York para celebrar el triunfo en el Mundial de Francia para comprobarlo. Las seguidoras de la cocapitana del equipo enseñaban pancartas al paso de su carroza pidiéndole que se presente a presidente en las elecciones de 2020.
“Lo siento”, dijo durante la ceremonia en la que recibió junto a sus compañeras las llaves de la ciudad, “estoy ocupada”. Su mensaje, sin embargo, está retumbando con fuerza entre jóvenes como Charlotte, gay como ella, que celebran su discurso enérgico contra la injusticia social y, en especial, contra Donald Trump. “Tu mensaje excluye a gente que se parece a mí”, dijo en una entrevista dirigiéndose al presidente.
Rapinoe insiste en que no hay sitio mejor que su equipo de fútbol. Pero incluso si escuchara las voces de sus fanáticas y decidiera entrar en la carrera presidencial, podría ganar a Trump. Una encuesta de Public Policy Polling le da un 42% de apoyo del electorado estadounidense, un punto más que al republicano. Los analistas señalan, además, que “tiene mucho margen para crecer”.
La estrella de la selección destacó el trabajo del equipo como “plataforma” para llevar su lucha contra la desigualdad de género fuera del campo de fútbol. “Este grupo es fuerte y resistente”, afirmó, “tenemos el pelo rosa y morado, tatuajes y rastas, chicas blancas, negras y toda la diversidad en medio, tenemos chicas hetero y gay”.
Es cierto que Rapinoe puede llegar a ser tan divisiva como Trump, pero su mensaje en defensa de la diversidad se refuerza con el llamamiento que hace a la unidad. “Amar más y odiar menos”, pidió a la audiencia que siguió el desfile, “es responsabilidad de todos hacer de este mundo un lugar mejor”. El lenguaje choca frontalmente con el del actual inquilino de la Casa Blanca.
La cruzada de Rapinoe contra Trump comenzó el mes pasado, cuando dijo que no acudiría a la Casa Blanca si ganaban el Mundial. “No voy a ir”, repitió nada más regresar a EE UU, “y las otras miembros del equipo con las que hablé tampoco irán. No tiene sentido Es una especie de oportunidad para esta administración”. Durante el himno nacional estuvo en silencio y con las manos atrás.
Era la segunda vez que la selección femenina de fútbol desfilaba por el afamado Cañón de los Héroes. Entre los rascacielos que pueblan el distrito financiero en Manhattan los hicieron el general Dwight Eisenhower por liderar las Fuerza Aliadas, Charles Lindberg tras cruzar en solitario el Atlántico en avión, Nelson Mandela y varias veces los Yankees, los Mets y los Giants cuando ganaron sus ligas.
“Dentro y fuera del campo”, dijo el alcalde demócrata Bill de Blasio, “este equipo representa lo mejor de Nueva York y de nuestro país. La confianza, el coraje y la perseverancia de esta selección sirve de inspiración para todos”, añadió el también candidato presidencial, que se subió a una de las carrozas.
La selección femenina de fútbol fue la estrella en la gala de los ESPYS en Los Ángeles. Allí Megan Rapinoe aceptó en nombre del equipo la invitación para ir próximamente al Congreso para celebrar la victoria. De momento no consta que haya invitación de la casa Blanca.
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