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Laia Palau: “Nos aferramos a la vida como los líquenes”

La capitana de la selección, a punto de cumplir los 40 y con 11 medallas encima, se confiesa antes del España-Serbia de semifinales del Eurobasket. “Nuestra grandeza es la capacidad de sufrimiento”, cuenta

Faustino Sáez
Laia Palau, en un entrenamiento en Belgrado
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Laia Palau (Barcelona, 1979) es una oda a la resistencia. Lleva 17 años en la selección, tiene 11 de las 13 medallas del baloncesto femenino español y no para. Esta noche, ante la anfitriona Serbia (20.30, Tdp), la capitana peleará por alcanzar de nuevo la final del Eurobasket para agrandar un currículo maratoniano. En septiembre cumplirá los 40, el cuerpo le sigue respondiendo y la cabeza le fluye “mejor que nunca”, dentro y fuera de la pista.

Pregunta. ¿El partido de cuartos ante Rusia fue uno de los mejores de este ciclo ganador?

Respuesta. Está entre los cinco mejores, seguro. Me vienen a la cabeza las semifinales de los Juegos ante Serbia, los cuartos del Mundial 2014 frente a China, la final contra Francia en el Europeo de 2017 en Praga… y luego quizá este. Por valor, contundencia y solidez. Las desarmamos completamente. A Vadeeva se le fue la vida, le dimos canela fina.

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P. En este recorrido han ganado a Francia siendo anfitriona en 2013, a Turquía en 2014… y ahora toca Serbia también en su casa.

R. Los rivales nos tiene respeto, pero muchas ganas también. Por eso es un orgullo estar aquí, en semifinales. Las serbias viven el baloncesto por instinto, este es su hábitat, y jugando arropadas por su público se pueden venir arriba y convertirse en unas superguerreras. Muchas han ganado títulos ellas solas, partidos de esos de ‘dámela a mí que la meto’. Nos les tiembla el pulso. Pero, como equipo, quiero pensar que somos más solidas. El partido ante Rusia nos vino muy bien para reafirmar lo que somos y con eso iremos a muerte. Nuestra grandeza es la capacidad de sufrimiento. Será una experiencia brutal.

P. ¿Cómo llega Laura Nicholls de su lesión de tobillo?

R. Bien. La he visto andar y estará porque es imprescindible, aunque lleve mucha tralla de minutos. Tiene que estar siempre, aunque sea vendadísima y medicadísima.

P. Y, en lo personal, ¿está en una de sus mejores versiones? ¿rejuvenece con el paso de los años como Benjamin Button?

R. El otro día me llamaron así, sí. Me encuentro bien físicamente, que es lo que te permite hacer cosas. Y muy bien de cabeza, mejor que nunca. En el Mundial estuve muy serena a pesar de toda la carga que supuso y de lo complicado que fue el campeonato. Luego en Girona he tenido más espacio, como ahora en la selección. Durante muchos años traté de gestionar a las buenas que me rodeaban, ahora asumo más decisiones y miro más el aro. Alba [Torrens] no está y tenemos que repartirnos todos sus tiros.

P. ¿Cómo fue ganar la Liga con el Girona en la temporada de su regreso?

R. No me lo esperaba y es maravilloso cuando pasan cosas que nadie se espera... como lo fue ganar la Euroliga con el Praga. Cuando fiché tenía ganas de hacer cosas, de darle un empujón al proyecto y mira qué empujón. El año que viene jugaremos la Euroliga, hemos fichado a Sonja Petrovic… vuelvo a las andadas, rodeada de grandes jugadoras y en un club aspiraciones de crecer.

Laia Palau celebra el pase a semifinales con el resto de sus compañeras
Laia Palau celebra el pase a semifinales con el resto de sus compañerasfeb

P. Ya ha confirmado su continuidad por una temporada más, ¿solo?

R. De momento, de una en una. Ahora empezarán a preguntarme por Tokio 2020, pero la única perspectiva es este fin de semana. Ganemos o perdamos, el domingo habrá una medalla en juego. Si sacamos una medalla en este Europeo es que somos la… hostia. Es muy difícil lo que hacemos. Hacemos muchos milagros y cada año es más difícil aguantar la presión de partidos importantes y ganar después de ganar. Todos los equipos están hartos de nosotras, somos unas pesadas. Nos ven accesibles, pero luego las ganamos.

P. Con esa medalla que está en juego superaría las 11 de Pau Gasol, ahora tiene 11 de las 13 en toda la historia de la selección femenina.

R. Eso son solo datos. Yo no me comparo con nadie. Ni con Pau ni con nadie. He estado en el lugar adecuado, en el momento adecuado y durante mucho tiempo. Ese es mi gran éxito, la resistencia, como los líquenes. Estos días he visto un documental de National Geographic, Nuestro Planeta, One Strange Rock, y hablaban de la formación de la vida y de los líquenes, que son uno de los organismos primarios que resisten con muy poco, desde los inicios del planeta hasta nuestros días. Se aferran a la vida siempre. Como nosotras.

P. ¿Cuándo una lo ha ganado todo contra qué compite?

R. Contra mí misma. Me doy mucho valor porque sé que tengo una edad en la que estar haciendo lo que hago no es lo habitual, pero es que me encuentro muy bien. La cabeza fluye y me va cambiando la perspectiva de todo este mundo. Me flipa estar nerviosa antes de unos cuartos de final o unas semifinales, aunque las hayamos jugado mil veces. Es mi trabajo y tengo, tenemos, la responsabilidad de no fallar a lo que somos.

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P. ¿Cuándo acaba el ruido de los campeonatos y se pierde con su furgoneta Calista en el último rincón del mundo en que piensa?

R. Me vienen flashes del trabajo bien hecho. Ahora tengo más satisfacción que euforia. Como con la Liga, que casi no me di ni cuenta. Al cabo de unos días pensaba ‘¿cómo puede ser?’, no te da tiempo a disfrutarlo. La medalla del Mundial del año pasado la tengo en el frutero de casa y cada vez que la miro lo revivo todo.

P. El tiempo que la gente pasa en Twitter, Facebook o Instagram, ¿en que lo emplea alguien sin redes como usted?

R. En mirar lo que pasa, a veces enfrente de tí. No nos enteramos de nada. En el autobús, en el vestuario… no paran con el teléfono. Seguro que hay un mundo importante ahí, pero pasan cosas en todos lados, también a tu lado. A los niños hay que inculcarles el respeto por los espacios de juego libre de tecnología.

P. ¿Qué transmite a los niños que tiene cerca?

R. Me gusta ser transgresora con los chavales. Soy la tía guay del basket, pero desgraciadamente no puedo ejercer mucho. Sigo detrás de la pelota, soy muy pesada. Lo que gobierna mi vida es el baloncesto y, ni estando en Girona, he podido estar muy cerca de los míos. Es como si estuviese en Praga. Me he perdido el aniversario de mis tíos, la audición de piano de mi sobrina... Sigo sin tener una vida normal, pero tampoco conviene barrenar mucho pensando en el futuro. Porque igual no quiero esa normalidad y el después pasa también por irme y no estar mucho en casa. Ahora soy así por el baloncesto, pero luego seré así de cabezota por otra cosa, seguro.

P. ¿No se ve de abuela cebolleta?

R. Uf, me da mucha pereza. Pero es verdad que tengo un bagaje (risas). Lo que no sé es si mi bagaje es válido para otras personas. Yo tengo una carrera muy atípica. He ido muy lenta y es ahora cuando más me estoy formando y aprendiendo, aunque suene patético. Estoy entendiendo muchas cosas ahora. Supongo que es como la vida misma. Las historias de mis luchas y mis logros no sé si sirven a otros. Como base analizo todo mucho y encuentro mucha riqueza en todos los datos que nos da Lucas [Mondelo] por ejemplo. Me gusta estar cerca de la gente que sabe cosas. Como entrenadora escogería muy bien a mis bases.

P. ¿Y si tuviera que fichar una base para su equipo ficharía a la Laia Palau de hoy, a la de hace cinco años o a la de hace 10?

R. Que putada de pregunta. Diría que a la de hoy. Físicamente puedo menos, es una realidad. Pero elijo a la de ahora porque sé todo lo que tengo en la cabeza y qué baloncesto veo. Soy mejor ahora.

Laia Palau, en un entrenamiento
Laia Palau, en un entrenamientofeb

P. ¿Qué legado dejaron las que pasaron antes por la selección y qué ha tenido este grupo para dar un salto de calidad?

R. El legado de las Amaya [Valdemoro], Elisa [Aguilar] y compañía es, sin duda, el de competir a muerte. Siempre hemos tenido un déficit físico, con las rusas, las de la antigua Yugoslavia… Físicamente éramos muy cutres, pero aprendimos a sacar el instinto de supervivencia, como ahora. Nuestras armas son: el Lazarillo de Tormes, el pillastreo, y la tozudez. Luchar hasta el último aliento. Antes ganábamos bronces por encima de nuestras posibilidades o exprimiéndolas al máximo. El cambio importante vino con Sancho [Lyttle], que nos dio muchos galones y otra dimensión. Después la secuencia de éxitos han llegado con esta generación tan importante de Alba [Torrens], Anna [Cruz], Marta [Xargay], Silvia [Domínguez], Laura [Nicholls]... Es como el Barça de Guardiola, con Messi, Xavi e Iniesta creciendo todos a la vez. Son muy buenas y muy grandes. En su cabeza no se ven como estrellas y entienden esto como un juego de equipo. Son muchos Iniestas juntos. A lo mejor no tienen mucha pegada, como Alba, pero no dejamos de reinventarnos como equipo y eso nos ha dado mucha solidez. Ahora que tenemos el Ojo de Sauron encima, enfocándonos, no podemos cagarla. Ojalá saquemos otro metal aquí, da igual el que sea. Sería maravilloso.

P. Y, hablando de fútbol, a nivel de resultados, el fútbol femenino está como el baloncesto hace 20 o 25 años, sin embargo, el despliegue del último Mundial superó el que tiene este equipo habitualmente, ¿cómo lo analiza?

R. Todo lo que sea promocionar el deporte femenino es bueno, pero sigue siendo fútbol. No salimos de ahí. El equipo bueno de España somos nosotras, no lo digo yo, lo dice la historia. Y después iría la sincro, balonmano, waterpolo, hockey… Por galones nos merecemos estar más arriba. Ojalá todas tuviésemos esa atención. Aun así, el baloncesto es un deporte importante y, mejor o peor, nos ganamos la vida con ello. Otras disciplinas están mil veces peor. Pero bien por las mujeres del fútbol, que lo aprovechen para crecer y ser mejores.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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