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MUNDIAL FEMENINO DE BALONCESTO DE TENERIFE

Laia Palau: “Meto canastitas, pero ¿qué aporto al mundo?”

La capitana de la selección española se confiesa antes del decisivo duelo de cuartos frente a Canadá (21.00, Tdp). “Me cambiaría por ser una actriz de teatro. La cultura sí cambia el mundo”, cuenta

Faustino Sáez
Laia Palau, capitana de la selección de baloncesto, antes de un partido del Mundial.
Laia Palau, capitana de la selección de baloncesto, antes de un partido del Mundial.ALBERTO NEVADO (FEB)

Nadie ha jugado más veces que ella con la selección (276 internacionalidades). Laia Palau (Barcelona, 1979) debutó con España en 2002 y, desde entonces, suma 10 medallas en 15 campeonatos. La capitana del equipo anunció el año pasado su retirada, pero la “presión popular” la empujó al reenganche para sentir sobre la pista el homenaje de la afición en el Mundial de Tenerife, el quinto de una carrera maratoniana vivida entre la pasión y la contradicción. Este viernes ante la rocosa Canadá (21.00, Tdp) las anfitrionas tienen un reto “titánico” para alcanzar las semifinales y prolongar su leyenda. Antes de la cita Laia se confiesa.

Pregunta. ¿Qué mujeres ha tenido como referentes?

Respuesta. La primera mi madre, absolutamente. Es una curiosa de la vida. Hemos compartido un proceso vital inédito entre padres e hijos porque ella se jubiló con 65 y yo iba a hacerlo con 38, a la vez, aunque al final lo aplacé. Después he sido muy poco de ídolos, pero hay mujeres de la cultura que me han marcado mucho. María Mercè Marça, Mercè Rodoreda, Almudena Grandes... Luego en música, Patti Smith, Nina Simone, Madonna incluso, que cuando yo tenía 15 años fue un descubrimiento muy potente, aunque la etiquetaran de loba. Lo de la ambición rubia no me pega nada porque yo soy mucho más hippie pero admiro a las mujeres con voz propia.

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P. ¿Cuándo se sintió profesional del baloncesto?

R. Muy tarde. Me costó mucho tomar la decisión de dedicarme a esto. Me la inculcaron a fuego más bien. Carme Lluveras me cogió en el Barça cuando tenía 20 años y me dijo: ‘tienes que ir a saco a por esto, va a ser tu trabajo y tienes unos deberes que cumplir’. Lo pasé fatal. Tuve una gran lucha interna. Estaba en mitad del mundo universitario, vivía con artistas, diseñadores..., estaba en otras movidas. Eran las resistencias de un espíritu libre a encorsetarse en algo que no veía claro. El baloncesto es un mundo muy particular, muy cerrado, y a mí me faltaba el aire.

P. Entonces, ¿no comulga con muchos aspectos del deporte de élite?

R. Me gusta encontrar la armonía grupal, cuidarnos como grupo, intentar crear una red social para progresar. Ideológicamente pensaba una cosa y luego me metí en el mundo más despiadado que hay, que es el de la competición pura y dura. El ‘¿qué hago yo aquí?’ ha sido mi pelea durante muchísimos años.

P. ¿Y cuál era el plan b?

R. Tampoco lo tenía muy claro. Todavía no sé qué quiero ser de mayor. Estudié educación social, hice trabajos en prisiones y en centros de salud mental y me interesó mucho. Soy muy humanista, el mundo social me gusta y el mundo cultural también. Siempre he dicho que me cambiaría por ser una actriz de teatro. El deporte exalta cosas, pero la cultura es la que cambia realmente el mundo, la que cambia almas, ideas… Lo veo mucho más transformador que el deporte.

P. Vaya lucha personal.

R. Sí. Siempre he pensado: ‘juego al baloncesto sí, pero, ¿qué aporta esto al mundo?’ La idea es hacer de esto un sitio mejor, dejar un legado… La gente me decía ‘has hecho muchas cosas en tu carrera’ y yo pensaba ‘pero si solo meto canastitas’. Ni construyo casas, ni hago pan, ni curo a gente… juego al baloncesto y encima femenino, que si todavía dices ‘bueno, soy Pau Gasol y al menos tengo una repercusión global’.

“Estoy disfrutando más que nunca. Por eso estoy aquí todavía. Pero voy tarde. Mis procesos siempre han sido así”

P. ¿Y cuándo se ha sentido feliz y reconocida como jugadora?

R. Ahora al final. Estoy disfrutando más que nunca. Por eso estoy aquí todavía. Pero voy tarde. Mis procesos siempre han sido así. Es como la vida misma. Miraba a las compañeras y pensaba: ‘que envidia, están ahí a lo suyo y les va fenomenal’ y yo aquí con mis neuras, sin tenerlo claro nunca. Ahora, sin perseguirlo, aprecio cada cosa que va llegando y han llegado un montón de cosas maravillosas: títulos, récords, medallas, capitanía... Todo ha llegado por perseverancia, porque sigo aquí ¡Qué humor tiene la vida!

P. ¿El oficio de capitana se aprende?

R. Es una mezcla de experiencia, instinto y personalidad. Yo escucho, me preocupo de la gente que tengo alrededor y aprendo de los que me rodean. Para que te respeten tienes que respetar y estar presente. Es más autoridad que poder. El poder es muy malo y lo desvirtúa todo. Yo intento liderar con el ejemplo. No soy mucho de discursos. A estas les hablo poco y no hago arengas antes de los partidos. A pesar de que todas son muy buenas jugadoras, también son muy bonicas y muy normales.

P. Sin arengas, ¿dónde están los clics motivacionales?

R. Saltamos a la pista cantando Este es mi sitio, esta es mi gente del grupo Ska-P (El vals del obrero). Nos va muy bien porque habla del trabajo gremial, de la resistencia y la revolución… Aquí se ve mi perfil comunista.

“En el vestuario cantamos mucho una canción de Ska-P que va con mi perfil comunista”

P. ¿Cómo convive su ideología con estos tiempos?

R. Intento mantenerme al margen de las redes sociales por ejemplo aunque vaya en contra de nuestra voluntad de visibilidad. Pero hay que escucharse. No sé cómo acabará mi vida y a lo mejor acabo vendiéndome de alguna manera pero todo el rato que se dedica a eso yo lo dedico a otras cosas. Queda pedante, pero así sigo pura en mi mundo.

P. ¿Este Mundial es una reivindicación más social que deportiva?

R. Sí. Me emociona pensar cómo se han volcado con esto. No sé si quedará algo de este Mundial porque el deporte es muy efímero, pero que el cariño nos esté llegando en directo y no por WhatsApp es para estar eternamente agradecidas. Estamos muy arropadas. La gente empieza a conocernos y a identificarse con nosotras. Yo me quedo con los valores que transmitimos. Al margen de las medallas, ojalá quede para siempre nuestra imagen como equipo. La gente habla de medalla, pero a nosotras lo que nos sabría mal es no ser quienes somos. Ser genuinas es no traicionarnos nunca.

P. ¿Cómo equilibran la idea de homenaje con la competitividad?

R. Esto es un regalo. Un tributo a un recorrido maravilloso. Pero nosotras vamos a lo que vamos. Funcionamos en nuestro micromundo, con nuestro estilo kamikaze de salir a dejarnos el alma y a ver hasta donde llegamos.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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