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Nadal frente a Kyrgios, el duelo del morbo

El español se deshace de Sugita en un primer ensayo positivo (6-3, 6-1 y 6-3, en 2h) y afronta una cita envenenada contra el australiano, que le batió en Londres en 2014 y plantea una guerrilla dialéctica

Alejandro Ciriza
Nadal sirve durante el partido contra Sugita en Londres.
Nadal sirve durante el partido contra Sugita en Londres.FACUNDO ARRIZABALAGA (EFE)

Se consumó la cita cuando en Londres ya comenzaba a caer la luz, después de la típica jornada de trasiego propia de las primeras rondas de un grande.

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Wimbledon funcionando a pleno motor, partidos por todos lados y focos de atención a tutiplén: Roger Federer resolviendo un comienzo atragantado contra Lloyd Harris, en una falsa alarma (3-6, 6-1, 6-2 y 6-2 a Lloyd Harris); Maria Sharapova, otrora referencia y niña bonita del torneo (lo ganó con 17 años), abandonando lesionada cuando solo había disputado un par de sets ante Pauline Parmentier y constatando que, definitivamente, la mecha ya se agota; vino luego el tropezón de Garbiñe, muy difícil de comprender otra vez; y a eso de las siete y media, mientras todavía giraba el carrusel, Rafael Nadal se deshacía de Yuichi Sugita: 6-3, 6-1 y 6-3, en 2h).

Entonces sí, en medio de la marea, se confirmaba el duelo del morbo. El jueves, el número dos se enfrentará en la segunda ronda a Nick Kyrgios, que por la mañana había despachado a su compatriota Jordan Thompson (7-6, 3-6, 7-6, 6-0 y 1-6) con los vaivenes y el artificio que acompañan a todas y cada una de sus salidas a la pista. Es decir, el jueves habrá un choque de combustión, porque uno y otro se tienen muchas ganas. El australiano sacó de sus casillas a Nadal el pasado mes de marzo, en el cemento de Acapulco, e intercambiaron luego pullas delante del micrófono. A recordar primero el recado de Nadal, después del comportamiento circense del adversario.

“Hoy le ha salido bien y ha ganado, lo que pasa es que cuando uno se dedica a hacer esto… En teoría tiene potencial para ganar un Grand Slam y estar arriba en el ranking, pero por eso está donde está (…). No digo que sea un mal chico, es bueno, pero le falta un poco de respeto hacia el público, el rival y a sí mismo”, expresó el de Manacor. Y replicó el desafiante Kyrgios (de 24 años) con veneno en la lengua: “Nadal no me conoce, debería centrarse en lo que debe hacer… Yo soy diferente, él es diferente. No sabe por todo lo que he pasado. Él juega como juega, es muy lento entre punto y punto, y existe una regla que dice que debes ir rápido para sacar”.

Este martes cumplieron uno y otro, de modo que se confirmó el pulso de aroma pugilístico, por más que el español no quiera entrar en una guerra dialéctica y trate de remitir exclusivamente al juego. “Mi posición es muy clara: es un jugador de mucho talento, un rival muy peligroso para la segunda ronda, lo sé, y tendré que dar el cien por cien”, expuso; “Me da igual lo que haga y lo que quiera de su vida, no me molesta que haga lo que le apetezca”.

“No creo que podamos tomarnos una cerveza juntos...”

Kyrgios, durante el partido contra Thompson.
Kyrgios, durante el partido contra Thompson.ADRIAN DENNIS (AFP)

No le interesa a Nadal entrar en polémicas, porque al fin y al cabo en el tenis no hay lenguaje más apropiado que el de la raqueta, y ahí deberá tener cuidado. Kyrgios y él están igualados en los cruces particulares (3-3) y el australiano, imprevisible e indecoroso a dosis iguales, aunque formidable cuando le apetece, tiene ganas de marcha y ya le batió en 2014 sobre el verde de Wimbledon.

“Siendo honestos, soy demasiado mayor para estas cosas y llevo muchos en el circuito. Dije lo que dije y así lo creo, eso es todo. No soy un tío que vaya a entrar en peleas con nadie. Estoy aquí para disfrutar del deporte y continuar haciendo las cosas que quiero lo mejor posible. Pasado mañana tendré otra oportunidad en la pista central de este lugar maravilloso”, manifestó el de Manacor, que despachó a Sugita con un ejercicio de solvencia, obteniendo buena nota después de un primer test en una superficie tan enrevesada como el césped. Comenzó con un leve sobresalto, cediendo su primer turno de servicio, pero se enmendó de inmediato. Y de ahí hasta Kyrgios.

“No estoy seguro de que podamos ir a tomarnos una cerveza juntos. No le conozco para nada, solo como jugador. Hay gente con la que me llevo bien y otra con la que no, eso es todo”, selló el de Canberra antes de una tarde que promete. Y mucho.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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