El señuelo Neymar
La industria del fútbol exige a los mejores clubes una presencia continua en el mercado, y la marca Barça no se puede devaluar más después del fiasco de Anfield
Asegurada desde enero la incorporación de De Jong, un futbolista que aparentemente le viene muy bien al Barça, a Bartomeu le conviene jugar con Neymar mientras mantiene a Griezmann en el congelador hasta el 1 de julio, día en que su cláusula de rescisión pasa de 200 a 120 millones, el precio que está dispuesto a pagar el club azulgrana por el delantero que ya se despidió del Atlético. Acabada la temporada, no ha habido más fichaje que el de Van Beijnen, hijo de Ali Dursun, el representante curiosamente de De Jong. Un chico de 20 años que jugará en el filial es poca munición para combatir la nómina de refuerzos que desfilan por el Bernabéu. No queda más remedio que avivar el señuelo Neymar.
La industria del fútbol exige a los mejores clubes una presencia continua en el mercado, y la marca Barça no se puede devaluar más después del fiasco de Anfield. Hay que aparentar, tener una continua presencia mediática, figurar como promotores de la Superliga, incluso cuando no se ha cerrado el ejercicio económico anterior, operación que puede propiciar intercambios extraños como el de Cillessen por Neto. Algunos analistas aseguran que el Barça, amenazado por el límite salarial —supera el 60% cuando la UEFA pone como tope el 70%— necesita ingresar 50 millones antes del 30 de junio, 70 de acuerdo a Catalunya Ràdio. Y, de momento, sale gratis decir que Neymar quiere volver al Barça y que la institución azulgrana quiere recuperar al 10 de Brasil.
Al parecer, Neymar se arrepiente por haber huido en 2017 y estaría dispuesto a rebajar su salario de 36 a 22 millones, los que percibía en el Barça, con tal de jugar con Luis Suárez y Messi. Los tres no paran de mensajearse al tiempo que la pareja azulgrana avala al brasileño por delante de Griezmann. El mayor inconveniente sería llegar a un acuerdo con el PSG, que pediría 300 millones mientras el Barça ofrecería 100 más Coutinho. Neymar, en cualquier caso, insiste en que es mejor jugar con Messi que aspirar a ganar el Balón de Oro pese a sentirse ninguneado por el argentino en el remonte del 6-1 en marzo del 2017 ante el PSG.
A Bartomeu le interesa contentar a Messi y devolver el golpe al club francés, que pagó los 222 millones de la cláusula de rescisión de Neymar. La inversión ha resultado por ahora tan fallida como la de la entidad azulgrana, que invirtió el dinero en Coutinho y Dembélé, dos jugadores que han marcado 11 goles menos que el brasileño en el Camp Nou. El presidente no se olvida que su mandato se edificó a partir de una decisión sorprendente como la de convocar elecciones en enero de 2015 después del pleito Messi-Luis Enrique. El Barça ganó cinco meses después el triplete con el tridente Messi-Suárez-Neymar. El póster de los tres delanteros, inmortalizados en el partido con el Atlético, triunfó en Berlín.
Ahora se trataría de recuperar y mantener la fotografía hasta 2021, fecha en la que acaba el mandato de Bartomeu y el contrato de Messi. No es una mala operación para la junta si consigue que Neymar retire antes los pleitos judiciales pendientes con el club sobre la prima de renovación y el contrato con DIS, después que el club ya fuera condenado en un primer juicio a costa de quedar exonerados Bartomeu y Sandro Rosell.
La historia de la directiva actual y la anterior se explica al fin y al cabo, a partir de las vicisitudes de Neymar, figura que tiene en ascuas a la hinchada por su mala reputación y por las lesiones que le dejaron fuera de la Champions. La cuestión es por tanto saber si Neymar, que ya mantuvo una difícil convivencia táctica con Alba, caerá bien en un equipo derrotado cuando sus delanteros dejaron de defender ante el Liverpool y el Valencia.
El reto en cualquier caso es generar el escenario ideal para que el fichaje de Neymar se presente como un triunfo o, en caso contrario, ayude mientras a atemperar noticias como el posible fichaje de De Ligt por la Juve sin que se sepa qué pasaría con Dembélé y Griezmann.
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