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Nadal, ante el empuje del sucesor Thiem

El balear busca su duodécimo título en París, por segundo año consecutivo contra el austriaco, que afronta la gran final (15.00) con el hándicap físico de haber saltado a la pista en los tres días previos

Nadal sirve durante las semifinales del viernes contra Roger Federer en la central de París.
Nadal sirve durante las semifinales del viernes contra Roger Federer en la central de París.BENOIT TESSIER (REUTERS)
Alejandro Ciriza

Derribado Novak Djokovic, de morros con Roland Garros al entender que tanto él como Dominic Thiem, su verdugo este sábado, han sido perjudicados por la organización del grande francés, el cartel de la final (15.00, DMAX y Eurosport) plantea el mismo escenario que hace un año: Rafael Nadal contra el austriaco. Es decir, de nuevo en la Chatrier, por el título, el rey de la tierra batida y el sucesor que se postula una y otra vez, negado hasta ahora en el grandioso marco que más tarde o más temprano seguramente será suyo.

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Apunta el mallorquín a su duodécimo trofeo en París, habiendo completado el trazado hacia el gran día con el esmoquin prácticamente inmaculado. Llega Nadal con la inyección anímica de haber vencido a Roger Federer un par de días antes y con el inigualable aliciente de dar otro bocado a la historia: de elevar otra vez la Copa de los Mosqueteros, su cifra de grandes ascenderá a 18 y se situará a solo dos del suizo, poniendo más tierra de por medio con respecto a Djokovic (15).

“No lo sé, puedes preguntárselo a ellos”, respondía este sábado el serbio con tono seco y señalando a los organizadores, al entender que hay un desequilibrio flagrante porque él enlazaba tres días consecutivos en la pista, un cuarto en el caso de haber alcanzado la final, mientras que Nadal asistirá a la cita de hoy habiendo intervenido únicamente el martes y el viernes. “El partido ha durado cuatro horas”, comentaba este sábado el balear a la televisión francesa. “Pero se ha repartido en dos días [a raíz de la suspensión del viernes, por la lluvia], así que no creo que eso suponga una ventaja para mí”, rebajaba en sentido estratégico.

A mediodía, mientras Djokovic y Thiem se batían a cara de perro, Nadal intercambiaba bolas con Carlos Moyà en el entrenamiento, mientras su otro técnico, Francis Roig, iba informando puntualmente del transcurso de la semifinal, móvil en mano. “Es el más difícil que podía encontrarme en la final, le tengo máximo respeto”, exponía el de Manacor, sabiendo que en realidad decía una verdad a medias: sí, Thiem es duro de roer, pero había perdido de vista al ogro serbio. Su némesis, el hombre que más veces (7) le ha derrotado en arena.

“Jugar contra Rafa en esta pista es el último desafío”, subrayaba ante los periodistas el austriaco, el siguiente en la lista con cuatro triunfos ante el balear en esta superficie. “Jugué muy bien contra él en Barcelona, hace unas semanas, así que voy a tratar de hacer lo mismo. Voy a intentar mantener las emociones positivas que tengo ahora mismo, después de este increíble día”, prolongaba tras apear al número uno; “contra alguien como Nadal, es muy importante jugar con la creencia de que puedes ganarle. Esto es lo más importante. Para mí es un sueño conquistar aquí el título, pero al mismo tiempo no quiero presionarme demasiado a mí mismo”.

Poco antes, incidía en la magnitud del reto su preparador, el chileno Nicolás Massú. “Dominic entiende que juega contra el mejor jugador de la historia en esta superficie y uno de los mejores de este deporte, así que para él esto es un lindo incentivo. Ha mejorado mucho en lo mental”, le motivaba el técnico, con el que trabaja desde hace tres meses después de prescindir de su entrenador y mánager de toda la vida, el férreo Günter Bresnik. “Lo más importante es que se recupere bien físicamente”, continuaba Massú; “obviamente, si yo pudiera elegir pediría un día libre para estar en condiciones similares, pero a veces las cosas se van dando de distinta manera. Lamentablemente, nosotros no podemos hacer nada para retrasar un día la final”.

Competirá Thiem por cuarto día seguido y con dos horas más en las piernas que su rival (15h 25m, frente a 13h 24m), “lleno de adrenalina” al haber fulminado a Djokovic. Sin embargo, la estadística pesa y mucho, porque en nunca ha podido con Nadal en una final (3-0) ni en el Bois de Boulogne (3-0). Educado deportivamente bajo una disciplina pseudomilitar —estuvo en el Ejército, cumpliendo el servicio obligatorio durante medio año, y Bresnik le preparaba cruzando ríos de agua helada con troncos a los hombros—, Thiem intentaba este sábado abstraerse del condicionante físico.

“Me siento bien”, indicaba. “Afortunadamente no he tenido partidos muy largos antes de este. No estaré cansado, eso ya llegará tras el torneo. Estoy preparado para darlo todo”, excusando a Roland Garros de la controvertida decisión programática del viernes. “No es la primera vez que ocurre en el tenis ni será la última. Así es nuestro deporte. Estamos acostumbrados. A veces no sabemos cuándo vamos a jugar, así que todo está bien”, cerraba a las puertas de un casi-imposible: tumbar a Nadal en París. Hasta hoy, solo dos tenistas lo han hecho, Robin Soderling (2009) y Djokovic (2015).

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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