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Kenio, el maestro que pidió una excedencia para preparar a la selección

El preparador físico de España, que dejó la enseñanza por su otra pasión, el fútbol, ha seguido por móvil a las jugadoras

Eleonora Giovio
Kenio Gonzalo (I) junto a las internacionales en el entrenamiento de este martes.
Kenio Gonzalo (I) junto a las internacionales en el entrenamiento de este martes. RFEF

“¡Bien, bien, de menos a más! ¡Acelera, acelera en el aire! Salta, salta arriba, perfecto; Nahikari, no te quedes clavada en el pim, hay que salir, zas y empujar…”, grita Kenio Gonzalo (Puebla de Sanabria, Zamora; 43 años), preparador físico de la selección. Grita muy fuerte. Tanto que cuando uno no encuentra el campo de entrenamiento, le vale con dejarse guiar por el oído. El vozarrón de Kenio se escucha a decenas de metro de distancia. “Jorge, nos queda una, bebemos agua y listos”, le dice desde el otro extremo del campo a Vilda. ¿Cómo no acabas afónico? “Los foniatras son unos fenómenos”, contesta soltando una carcajada sentado en el césped de Le Touquet, unas horas antes de poner rumbo a Deauville, en la baja Normandía, el cuartel de general de España hasta el día del debut en el Mundial femenino, este sábado contra Sudáfrica (18.00, Gol).

Kenio, cuyo hermano fue ayudante de Lopetegui, es maestro además de preparador físico de la selección. Tiene también el nivel 3 de UEFA de entrenador. Durante años compaginó la enseñanza —en un colegio de Madrid— con el banquillo y el campo de entrenamiento. Hasta que, en verano de 2017, le llamó Jorge Vilda para que se hiciera cargo de la preparación física de la selección. Kenio, que empezó en la cantera del Atlético, pasó luego por el B femenino rojiblanco, por el Tacón, el Canillas y el Torrejón... Y decidió tomarse un respiro.

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“Dejé la enseñanza hace dos años, me pedí una excedencia indefinida”, cuenta. Cuando se le pregunta si echa de menos algo de la escuela, contesta: “La educación es mi vocación, se me da muy bien enseñar, pero el fútbol es mi pasión. Y en mi caso la pasión puede a la vocación. Al final aquí estás enseñando a gente más madura y con otras perspectivas, pero tiene cosas parecidas con sus matices”. Las clases con un foniatra vienen de su época de maestro. “Me enseñó a hablar y a gritar bien, mucha gente grita de garganta; pero para gritar y proyectar el sonido tienes que hacerlo con el pecho. Es para que mis cuerdas vocales no sufran”, cuenta. Eso explica por qué, 24 horas después de desgañitarse durante las dos horas de entrenamiento, sigue teniendo voz. “Tiene mucha energía”, le describen en la expedición española.

Marta Corredera y Vicky Losada, entre otras, dicen que la semana de descanso y desconexión que les concedió Kenio antes de incorporarse a la selección fue fundamental para recargar las pilas a nivel mental. Por primera vez, en una gran cita, las internacionales han llegado escalonadas a la concentración. Las del Barça, que disputaron la final de la Champions el día 18 de mayo, fueron las últimas en llegar (el 27); las del Atlético y la Real, que jugaron la final de la Copa de la Reina el día 11, aterrizaron en Las Rozas el 20. “Se ha hecho muy larga la temporada, los días que desconecte no quiero ni pisar ni ver un campo”, contaba Silvia Meseguer antes de esa final. Como las rojiblancas y las azulgrana son mayoría (15), para empezar la preparación, Vilda tuvo que llamar a un buen grupo de jóvenes.

“Es inusual y complejo que hayan venido de forma escalonada. Por un lado, a las que no jugaron la final de la Copa ni de la Champions, había que cogerlas rápidamente, y por eso empezamos el día 13; porque si no, se van de forma y no hay tiempo suficiente para hacer una pretemporada. Las demás primero necesitaban descansar, sobre todo psicológicamente, pero luego volver a conectar rápidamente para no perder los reflejos a la hora de tomar decisiones en el campo”, explica Kenio.

La semana de descanso preveía dos días de desconexión —sin hacer absolutamente nada— y cinco de trabajo ligero. “Le mandé un plan individualizado y especifico por whatsapp a cada una para que vinieran aquí sin perder ese punto físico. Era un plan progresivo con trabajo aeróbico, todos los días tenían que ir al gimnasio a hacer ejercicio preventivo dividido en cinco bloques: movilidad, core, tren superior, tren inferior, y luego cada uno con su protocolo… Justo antes de incorporarse añadí tareas con cambios de ritmo para acumular un poco de carga”, añade.

Con las 23 del Mundial empezó a trabajar el pasado lunes 27. “Desde entonces estamos haciendo un trabajo mixto: seguimos progresando con las que llevan más de tres semanas y a las que acaban de llegar las estamos incluyendo en esa dinámica. El proceso es ir acumulando: pasamos de trabajos de fuerza, fuerza-resistencia a trabajos más específicos”, detalla.

Asegura no estar nada preocupado por la superioridad física y futbolística que mostró el Lyon en la final de la Champions. “Yo no percibo que haya tanta, tanta diferencia”, dice. ¿Cómo definiría a la futbolista físicamente? “Llevamos años progresando; está claro que a nivel físico no podemos enfrentarnos a una jugadora nórdica o estadounidense porque ellas tienen un sistema de entrenamiento diferente del nuestro, pero en España hay un talento innato para los deportes de equipo. Comprendemos muy bien el juego. ¿Una jugadora puede correr mucho? ¿Más que nosotras? Pero es que al final el balón corre más que las jugadoras, si nosotros sabemos mover el balón muy rápido nos va a hacer ganar. Y eso lo tienen innato”, responde.

Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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