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Zverev, un talento en entredicho

El alemán, de 22 años y fuerte carácter, no logra dar el gran salto pese a ser el señalado para dar relevo a los grandes. “Debe entender que hay un duro camino por el que todos hemos pasado”, dice Boris Becker

Alejandro Ciriza
Zverev se lamenta durante un partido en Roland Garros.
Zverev se lamenta durante un partido en Roland Garros.Clive Brunskill (Getty)

El director de Roland Garros, el exjugador Guy Forget, comparecía a media tarde con resignación y cara de circunstancias. “Usted dirige el torneo desde hace un par de años, así que debe ser usted el culpable…”, le planteó en tono de broma un periodista. “Sí…”, respondió el mandamás francés, relajando el gesto acto seguido y suspirando, después de un día de perros para el torneo porque en París caían aguaceros y, en consecuencia, llegaron las cancelaciones. Un año más. La lluvia obligó a la suspensión de la jornada y por lo tanto el programa tuvo que ser modificado, condicionando la recta final de esta edición.

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A priori, hoy habrá tregua meteorológica y Alexander Zverev, refugiado ayer en su hotel, podrá emprender el reto: vencer a Novak Djokovic y, a la vez, derrotar a su mal momento. “No tengo ganas de jugar al tenis”, exponía hace solo tres semanas, después de caer en Roma ofreciendo una pésima imagen y preso de un presente complicado: su padre sufría problemas de salud, dos semanas atrás había roto con su novia Olya y cinco meses antes había fulminado a Patricio Apey, su agente desde los 15 años y con el que ahora mantiene un espinoso pulso en los tribunales.

“Ha perdido la confianza en sí mismo, se enfada, se derriba y se destruye a sí mismo”, manifestaba el extenista Tommy Haas hace unos días al diario Sport Bild. “Últimamente me han pasado demasiadas cosas, demasiadas cosas de las que preocuparme”, reconocía el joven Sascha, quien a sus 22 años figura como uno de los tenistas que a priori podría coger el testigo de las grandes estrellas de la última década, pero que sigue sin dar el gran salto. Hasta ahora ha ganado 10 títulos, tres de ellos Masters 1000 —Roma y Canadá en 2017, y Madrid el año pasado— y por encima de todos la última edición de la Copa de Maestros. Sin embargo, en los grandes se desvanece y en los últimos tiempos su carrera ha tomado un rumbo cuando menos peligroso.

Contesta a este periódico alguien que le conoce como pocos, el tótem del tenis masculino alemán. Habla Boris Becker. “Todavía está aprendiendo. Él debe entender que para ser mejor jugador y mejorar en su juego existe un duro camino por el que todos hemos tenido que pasar. Está aprendiendo, pero ya es un tenista de clase mundial y necesita pasar por ese momento para entender adonde quiere ir exactamente”, explica Becker, que ha ido tutorizando a Zverev desde que comenzó a despuntar en las edades inferiores; “el tenis lo tiene, todos lo sabemos, pero ahora se trata de una cuestión de confianza”, añade el preparador, exnúmero uno y ganador de seis grandes.

Actitud y compromiso, de Ferrero a Lendl

Preocupa de Zverev su rendimiento descendente, pero sobre todo una actitud bastante alejada del compromiso que exige un deporte tan sacrificado como el tenis. Lo explicaba el valenciano Juan Carlos Ferrero, que trabajó en el cuerpo técnico del chico durante siete meses, hasta febrero de 2018. “Le pedía respeto hacia el equipo. Entre otras cosas, que fuera un poco más puntual, porque llegaba 20 ó 30 minutos tarde a todos los entrenamientos. Debería tener más disciplina”, argumentaba el exjugador, en referencia al desentendimiento de Zverev con aquellos aspectos que van más allá de la pista.

El pasado mes de agosto, el rudo Ivan Lendl aceptó el reto de tratar de impulsarlo hacia lo más alto –ahora es el número cinco del ranking y su máximo es el tres, en noviembre de 2017–, pero esta temporada ha dejado de aparecer por el box y aunque formalmente no haya trascendido, se habla de un distanciamiento previo al anuncio de la ruptura. Cabe recordar que Lendl fue el hombre que condujo al esocés Andy Murray hacia sus dos primeros Grand Slams.

Este año, el alemán –de origen ruso, pero “cien por cien alemán”, se desmarca– ha jugado 33 partidos, con un balance de 23 triunfos y 10 derrotas. Únicamente ha celebrado el trofeo de Ginebra, pero lo hizo justo antes de aterrizar en el Bois de Boulogne y ahora tiene la posibilidad de romper su barrera en los grandes: los cuartos que firmó en París el año pasado. No obstante, Zverev ha ido dando bandazos, sorteando dos duelos a cinco sets (contra Millman y Lajovic) y sin desprender la sensación de que verdaderamente pueda hacerle daño a Novak Djokovic, al que hoy (hacia las 14.30, Eurosport) se mide en la central.

Tsitsipas, la refrescante referencia

Eso sí, él sigue en pie. No así Stefanos Tsitsipas, el griego emergente que ha ido robándole cartel esta campaña. Con 20 años, ya es el seis de la ATP y ha vencido a los tres colosos del Big Three. No hace mucho, el ateniense venció a Rafael Nadal en la arena de la Caja Mágica. “Lo mejor que me ha podido ocurrir es que Tsitsipas lo haya hecho bien en la gira de tierra”, indicaba Zverev después de apear a Fabio Fognini; “él representa esa superestrella que todo el mundo estaba esperando, así que para mí es un alivio ver que no todos los focos de la NextGen [concepto del que siempre se ha distanciado] se centran sobre mí”.

“Es cierto que ha sido un año complicado”, admite Sascha. “Pero aún soy el cinco del mundo. Si encuentro mi ritmo soy uno de los mejores”. “Nunca dije que tenía que madurar”, precisaba el otro día, tras batir al italiano en los octavos, “sino que estaba madurando porque me estaban pasando muchas cosas en poco tiempo. No ha sido fácil gestionarlo todo”, señalaba el talento de Hamburgo, que debe romper definitivamente el corsé para poder tutear de verdad a los grandes. El tenis le espera, mientras él va dejando pasar unos cuantos trenes.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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