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El desierto en una cámara del Ejército

Marchadores y maratonianos entrenan con tecnología militar que recrea el clima que tendrán en el Mundial de Doha

Alejandro Prado
García Bragado marcha dentro de la cámara climática.
García Bragado marcha dentro de la cámara climática.JUAN AGUADO (DIARIO AS)

La puerta metálica se abre y por ella salen dos atletas sudorosos y enrojecidos. Los marchadores Jesús Ángel García Bragado y José Ignacio Díaz acaban de concluir la segunda sesión de un entrenamiento muy especial, en una cámara climática del Centro de Instrucción de Medicina Aerospacial (CIMA) de Torrejón que recrea las condiciones meteorológicas que se van a encontrar en Doha (Qatar), en los Mundiales de Atletismo: en torno a 40 grados y 70% de humedad. El calor extremo que sufrirán en el campeonato obliga a los atletas a recurrir a la tecnología del Ejército del Aire. Poco importa que las pruebas se celebren ya en otoño (del 28 de septiembre al 6 de octubre) o que la marcha y la maratón comiencen ya de medianoche, el asfixiante ambiente del desierto será un temible rival para cualquiera.

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El CIMA es un formidable complejo donde los pilotos del Ejército desarrollan y mejoran su capacidad operativa para el vuelo. Varias salas con diferentes simuladores, desorientadores, cámaras hipobáricas y laboratorios están al servicio de los que hacen volar cazas o helicópteros militares. Estos días deportistas con los colores de la selección española se mezclan con los uniformes. “Las Fuerzas Armadas están implantadas en la sociedad y, por lo tanto, en el deporte también”, apunta la ministra de Defensa, Margarita Robles, presente en la visita. Robles charla con los atletas y bromea: "Con estos medios queremos una plata como poco".

Los atletas solo trabajan con la cámara climática, hacen series sobre una cinta. En cada sesión permanecen 90 minutos en total. "Lo primero que notas es un bofetón de calor. Luego hay que ponerse en marcha", cuenta García Bragado, un campeón del mundo y tres veces subcampeón en 50km marcha, que acudirá a Doha casi con 50 años. "Yo diría que van a ser las condiciones más duras en las que he competido. Río fue exigente y eso que era invierno, pero nunca me he enfrentado a nada como Doha", reconoce el marchador, que ve otro hándicap en la tardía hora a la que va a competir: "A ver cómo hacemos, porque a base de café no podemos estar. Vamos a tener que luchar contra un cuerpo que lo que quiere a esas horas es irse a dormir". "Será duro a nivel de biorritmos, pero siempre es mejor eso que correr bajo el sol", apunta Christophe Ramírez, médico de la federación de atletismo.

García Bragado asume que la globalidad del deporte actual exige ir a lugares poco frecuentes para el atletismo. Pero no será igual para todos. Los que compitan en el lujoso estadio Khalifa lo harán con unos cómodos 25 grados gracias al potente sistema de refrigeración implantado. "Ahí el problema es que se resecará mucho el ambiente. Habrá que tener cuidado con las faringitis", señala Ramírez, que recuerda que en los Mundiales de pista cubierta de Doha, en 2010, llegaron a pasar frío por el aire acondicionado.

García Bragado: "Van a ser las condiciones más duras en las que he competido

El problema, por lo tanto, será para los marchadores y maratonianos, los que correrán sobre el ardiente asfalto recalentado tras todo un día de sol. "La temperatura en Doha seguramente esté sobre 32 o 33 grados, pero la sensación será de 38, por eso les metemos en la cámara a 40", explica Josu Gómez, fisiólogo que trabaja con la federación. Tras colaborar previamente con el CIMA, Gómez vio claro que el mundo del deporte podría aprovechar parte de la tecnología militar. El reto que supone Doha era una gran oportunidad para estrechar la colaboración. "El Ejército está encantado porque les aportamos la parte científica y fiisiológica que les falta", cuenta Gómez, que puso en marcha el plan hace tres meses. "Si sale bien, es una buena baza para Tokio, donde las condiciones serán parecidas".

Ante climas como el de Qatar, la aclimatación es una parte esencial de la preparación. "Hay dos opciones", explica el doctor Ramírez, "ir 15 o 20 días antes o hacer microadaptaciones". Este último es el plan que ha adoptado la federación. "Hacemos una semana de exposición al calor, luego esperamos dos para ver cómo decae la adaptación y cuánto tarda en adaptarse de nuevo", narra Gómez. Durante todo el proceso se extraen muestras de sudor, orina y sangre a los atletas para ver su evolución y diseñar el plan de hidratación. Todo está medido con alta precisión científica, pero una vez en Qatar se recurrirá también al hielo. "Es clave el precooling (enfriamiento previo). Llevarán gorras y chalecos con hielo hasta que empiece la competición para que el cuerpo tarde en calentarse", dice Gómez. Todo el frío posible será poco para competir contra el rival más ardiente.

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Sobre la firma

Alejandro Prado
Redactor en la Mesa de Edición del diario EL PAÍS. Antes prestó sus servicios en la sección de Deportes y fue portadista en la página web. Se licenció en Periodismo en la Universidad Carlos III y se formó como becario en Prisacom.

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