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Europa League - final - jornada 1Así fue
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Hazard conduce al Chelsea a la conquista de la Europa League

Una magnífica actuación del mediapunta, autor de dos goles y una asistencia, eleva al equipo de Sarri a costa de un Arsenal incapaz de activar a sus mejores jugadores

Diego Torres
Los jugadores del Chelsea celebran el tercer gol del partido, el primero de Hazard.
Los jugadores del Chelsea celebran el tercer gol del partido, el primero de Hazard.Adam Davy (AP)

Eden Hazard puso el broche a su ciclo inglés con un partido memorable que le valió la Europa League. Fue su último legado al Chelsea, al cabo de una jornada que le elevó por encima de toda la concurrencia con dos goles, una asistencia, y la impresión extendida de que nada lo sobrepasó. El genio que durante siete años habitó en Stamford Bridge coronó su trayectoria británica al tiempo que puso el trofeo en manos de su entrenador, Maurizio Sarri, tan vilipendiado en Inglaterra como ingenioso merecedor de su primera copa.

Arsenal y Chelsea exportaron el derby de Londres a 4.000 kilómetros hacia el este, distancia que no se sale de la jurisdicción de la UEFA pero que inmediatamente inspiró sentimientos atávicos en la hinchada occidental. Resultó que a pesar de las protestas de los sufridos seguidores ingleses Europa no acaba en el Canal de la Mancha ni en la selva de Bohemia sino que se extiende sobre el Cáucaso y sobre la exótica Bakú con sus aromas bárbaros y su fabuloso estadio, tan grande y tan olímpico que los jugadores parecieron aislados en medio de una pradera lejana, inaccesible al aliento de la muchedumbre de peregrinos. La idea de enajenación presidió el arranque del partido. Baste decir que los mejores jugadores implicados, Mesut Özil y Eden Hazard, tardaron media hora en entrar en juego. El tiempo que les llevó encontrar a sus equipos voluntariamente perdidos en un paisaje extraño.

El duelo táctico empeñó a los técnicos en una empresa contradictoria. Sarri y Emery se esforzaron tanto por enrarecer el aire al rival que ahogaron a sus adversarios en la misma medida en que negaban protagonismo a sus mejores futbolistas. Sarri simplificó la salida del Chelsea con balones largos a Giroud para conservar una estructura frente a su portería y así impedir que Aubameyang y Lacazette ganaran velocidad en las transiciones. Emery superpobló el eje de su campo con tres volantes y tres centrales para estorbar a Hazard, y limitó sus ataques a la fórmula elemental de las incursiones de los carrileros en búsqueda de superioridades por banda. Özil, la gran estrella del Arsenal, quedó postergado, limitado en tierra de nadie a la ingrata tarea de esperar a que le llegara un balón rebotado de alguna jugada malograda. Como quiera que Özil decidió hace mucho que ya no sufriría por el fútbol, resultó que el fútbol comenzó a sufrir por él.

El partido ofreció entonces una imagen distorsionada de la realidad. Aparentemente dominó el Arsenal con sus jugadas vertiginosas por afuera, sus cambios de orientación y sus llegadas con Niles y Kolasinac, y sus remates desde fuera del área, como ese que ejecutó el plástico Xhaka. Muchas dudas inspira el confuso juego del balompié al ojo vago del aficionado de barra de bar. En la oscuridad más profunda de la situación más ininteligible, sin embargo, cabe una certeza total. En esta industria de espejos y espejismos nadie se peina con tanta prolijidad como Granit Xhaka. Más cuestionable es su competencia como mediocentro. El hombre casi siempre va con retraso.

Un pase largo de David Luiz transcurrida la media hora de partido reflejó la distracción de Xhaka y anticipó el desenlace. Giroud descolgó, Hazard recibió de espaldas y jugó de tacón para Emerson que puso a prueba a Cech. El portero checo se estiró minutos después para sacar otro tiro, esta vez de Giroud, hábil para explotar el pase filtrado de Hazard entre Xhaka y Koscielny.

La final fue del equipo que antes conectó con su mejor futbolista. Fue significativo ver a Hazard salir del vestuario tras el descanso, bromeando con Higuaín. Como si estuviera a punto de comenzar un recreo. Iba tentado de la risa, seguro del terreno que pisaba. El marcador no tardó en moverse. La acción comenzó con un saque de banda de Azpilicueta que Jorginho hizo girar hacia el otro costado, a donde Pedrito proyectó a Emerson, que centró. La pelota iba a 50 centímetros del suelo. Koscielny tenía el despeje a tiro pero la cabeza de Giroud llegó antes que el pie del central. El disparo entró pegado al palo derecho. Imparable.

El 1-0 desestabilizó al Arsenal y elevó a Hazard. Explotando la progresiva descomposición del entramado previsto por Emery en el el medio de la zaga, el mediapunta belga fue juntando a sus compañeros al ritmo que mejor le convenía a cada acción. El 2-0 cerró un contragolpe iniciado por Jorginho y administrado por Hazard, que encontró a Pedro solo en el área después de una llegada que los volantes rivales debieron prevenir. El 3-0 volvió a castigar la languidez del Arsenal, concentrada en el aire contemplativo de Xhaka, que asistió a la jugada inmóvil. Maitland Niles le hizo penalti a Giroud para concluir una jugada que volvió a encauzar Hazard con Pedro. El belga cumplió con el remate y la afición azul comenzó a celebrar el título.

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El gol de Iwobi, un trallazo desde fuera del área, apenas disimuló el derrumbe anímico y futbolístico del Arsenal. Hazard volvió a golpear, autor del cuarto gol de su equipo antes de retirarse a falta de un minuto para el final cantado. Perdió Unai Emery en el umbral de levantar su cuarta Europa League. Ganó Sarri, veterano del fútbol que ingresó en la elite de manera tardía, tan sagaz como generoso. Su figura de abuelo embutida en un chándal mal planchado debió inspirar la simpatía de la plantilla, que acudió a agazajarlo. Los jugadores le abrazaron como si se despidieran. Todos saben que el Milan y la Juventus le quieren repatriar y él se muestra tan decidido a cambiar de rumbo como Hazard.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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