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TENIS | ROLAND GARROS
Columna
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Caras que dan miedo (y ejemplo)

La expresión de los grandes tenistas está en máxima tensión y su mirada es casi siempre voraz, desorbitada incluso. Demuestra, sin embargo, que están más en órbita que nunca

Rafa Nadal, durante el partido contra Maden en la segunda ronda de Roland Garros.
Rafa Nadal, durante el partido contra Maden en la segunda ronda de Roland Garros.CHRISTIAN HARTMANN (REUTERS)
Toni Nadal

Alguien me ha mandado el fotomontaje de la ATP en el que aparecen las tiernas caras de algunos de los tenistas más agresivos y exitosos del panorama actual: Novak Djokovic, Dominic Thiem, Roger Federer, Juan Martín del Potro, Rafael. Los han devuelto a todos ellos a los 5 ó 6 años, si no calculo mal. Y tiene su gracia, porque acostumbrados como estamos a verlos en competición, desplegando sus potentes golpes y sacando su lado más impetuoso, resultan contradictorias las expresiones inocentes y, sobre todo, vulnerables que nos inspiran casi siempre las caras infantiles.

Ahora que he vuelto al trabajo de formación, he constatado algo que vengo pensando desde hace muchos años. No son pocas las ocasiones en las que viendo jugar a algún chaval provisto de una buena técnica, de ese talento que se presupone que necesitan, he acabado diciendo o pensando: “Con esta expresión es difícil que llegue a ser un buen tenista”.

Todo se puede mejorar, bajo mi punto de vista, incluso el gesto, la pasión y la actitud; pero entiendo que sin estos es imposible llegar a lo más alto del tenis y de cualquier deporte.

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Yo les pongo vídeos de los actuales grandes tenistas a los niños que tenemos en la Academia y les pido que se fijen, no sólo en sus golpes, sino también en sus rostros cuando se disponen a impactar a la bola. Su expresión está en máxima tensión y su mirada es casi siempre voraz, desorbitada incluso, y demuestra, sin embargo, que están más en órbita que nunca.

A veces los entrenadores nos preguntamos cuál es la cualidad diferencial de los chicos que llegan a las academias. ¿Por qué unos son capaces de progresar y otros no? Aparte de la capacidad de aprender, más desarrollada en unos que en otros, hay otra virtud, algo más difícil hoy en día, que es la de no dispersarse más de la cuenta, la de ser capaces de prestar atención con constancia.

Muchos tenistas son capaces de hacer grandes golpes, pero solo los grandes tenistas son capaces de repetirlos con tesón durante todo un partido y sean cuales sean las circunstancias. Y estos, aparte de tener una muy buena técnica, lo que tienen es una predisposición mental y una concentración máximas.

Escuché a Daniel Goleman, en la versión digital de este mismo periódico, decir lo siguiente: “Saber concentrarse es más decisivo para un niño que su coeficiente intelectual”. Y yo diría que en el tenis, la concentración es tan importante como los buenos golpes, pero probablemente sea más determinante que aquellos.

Imagino que los pequeños Novak, Dominic, Roger, Juan Martín y Rafael, de este último lo puedo asegurar, fueron niños tan atentos como apasionados en las sesiones de tenis con sus maestros, concentrados desde el principio hasta el final. De lo contrario, hoy en día no serían capaces de mantener esa combativa expresión durante todo el partido. Da miedo esa mirada que va a atacar a la bola que se aproxima. Fíjense. Por eso nos contradice tanto la ternura de esas fotografías.

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