Roma amaneció este viernes frotándose las manos, deseosa de volver a ver y disfrutar de Roger Federer, que a sus 37 años sorteó la prueba de fuego del jueves y a priori debía competir en los cuartos contra el joven Stefanos Tsitsipas. Sin embargo, el cuerpo del suizo le pidió una tregua y a estas alturas de la película optó por la decisión más sensata: molestias en la pierna derecha, luego mejor parar, no jugar un tercer partido en menos de 24 horas porque Roland Garros queda a 10 días vista y saltar a la pista le exponía a una situación de riesgo innecesaria. La musculatura avisó, y Federer frenó.
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“Estoy decepcionado de no haber podido competir hoy”, trasladó el campeón de 20 grandes a través de un comunicado. “Lo he consultado con mi equipo y no me encuentro al cien por cien físicamente, así que hemos determinado que lo mejor era no jugar. Roma ha sido siempre una de mis ciudades favoritas y espero poder regresar el año que viene”, añadió el de Basilea, que el día anterior peloteó durante 3h 51m en los duelos contra João Sousa y Borna Coric, especialmente exigente este último: 2-6, 6-4 y 7-6, tras 2h 31m.
De esta forma, Federer trata de garantizar su presencia en París. Los medios de su país se refieren a la renuncia como una decisión preventiva, de modo que todo apunta a que no tendrá ningún problema en llegar a punto al Bois de Boulogne, donde no desfila desde hace cuatro años. Eso sí, lo hará Federer habiendo jugado tan solo cinco partidos preparatorios: los tres del Mutua Madrid Open, frente a Richard Gasquet, Gael Monfils y Dominic Thiem, y los dos sucesivos en el Foro Itálico.
Hasta ahora, en los 1.465 partidos que ha disputado a lo largo de su carrera, Federer jamás ha abandonado la pista por lesión. El suizo, que cumplirá 38 años el próximo 8 de agosto, colecciona 101 títulos; este año añadió los dos últimos a su expediento, el centenario de Dubái y el posterior de Miami.
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