Laura Palacio, el oro de la policía que lucha contra el acoso escolar
La madrileña afincada en Tenerife se proclama campeona de Europa en kumite a la espera de sacarse la oposición a inspectora
En cuanto la pantalla marcó 2-1, Laura Palacio se tiró al suelo y no paró de llorar hasta media hora después. Había derrotado a la vigente campeona del mundo, la griega Eleni Chatziliadou, y acababa de ganar el oro europeo en kumite, en la categoría de +68 kg. Salió disparada del tatami y subió corriendo las escalares de la grada, de tres en tres, hasta abrazar a su madre, que estaba aplaudiendo sentada en una silla de ruedas. “Para mí es un sueño, no me puedo creer que lo haya conseguido después de todo lo que hemos pasado estos últimos meses”, cuenta Laura, madrileña de 32 años afincada en Tenerife.
“Justo una semana antes del Mundial mi madre había pasado unos tumores, le diagnosticaron metástasis en septiembre, le dieron quimio y me vine de Tenerife a Madrid para estar con ella. Viví por y para ella, sólo me alejaba para mis dos entrenamientos diarios. Siempre hacía lo máximo, pero entre hospital y hospital nunca sabes. Cuando mi madre se recuperó, se rompió tibia y peroné, por eso estaba en la silla de ruedas. Hoy ha venido a verme,… y es como que todo ha ido muy mal,y ahora todo empieza a ir a mejor. Es increíble, no puedo ni hablar porque no me lo creo”, continúa Laura. Y confiesa lo que le dijo su madre, Feli, en ese abrazo en la grada. “No paraba de repetirme: hija, te quiero”.
Hasta ahora, su mejor resultado había sido un bronce europeo individual y un bronce mundial por equipos. “Soy vieja yo ya… tengo 32 años y lo máximo que había conseguido son esos dos bronces. Soy policía nacional y cuando volvía de los campeonatos me decían mis compis: ‘siempre nos traes bronce’. Joer, ya puedo ir y decirles: ‘¡oro, cabrones!”, cuenta en las entrañas del pabellón multiusos de Guadalajara donde se está disputando el europeo de kárate.
“¿Ahora es cuando tengo que pedir, no?”, le decía bromeando al Antonio Moreno, presidente de la Federación. “¡No puedes salir llorando en todas las fotos!”, la regaña él con cariño. “Tres deseos tengo, ¿te puedo pedir tres?”, le respondía ella mientras la avisaban de que en media hora se la llevarían al control antidopaje. Para ello tuvo firmar un papel en medio de las entrevistas en la zona mixta. “¡Ojo que estás firmando que renuncias a la medalla!”, la vacilaba Almudena Muñoz, jefa de prensa de la federación. El domingo competirá por otra medalla, el bronce por equipos. Con un dedo de la mano derecha lesionado. “Fue el viernes, no lo puedo doblar. A saber lo que hay allí… ya me harán una radiografía, no pasa nada, esto es kumite”, explica.
Al kárate la apuntó su madre cuando ella era una niña de cinco. “Tenía mucho miedo de que me pasara algo y me apuntó para que aprendiera a defenderme. Me gustaba el karate, pero lo que más me atraía era la competición”, cuenta bajo la mirada del maestro con el que empezó con cinco años. Durante un tiempo lo estuvo compaginando con el ballet. Dos deportes completamente diferentes. “Lo del ballet es porque tengo mucha musculatura en las piernas y me generaba problemas en los tendones. Me dijeron los médicos que tenía que estirar mucho, por eso me apunté a ballet”, desvela después de bajar del podio con la medalla colgada en el cuello.
Es licenciada en derecho y entre viaje y viaje llena la maleta de libros para la oposición a inspectora. “Pero nunca salen de la maleta… lo he intentado, pero es difícil de momento”, dice. Hasta 2017 trabajaba en la custodia de presos; en octubre de ese año se pasó a la Brigada de Participación Ciudadana, algo que le permite compaginar mejor los entrenamientos. “Doy charlas en los colegios, de acoso escolar, de los riesgos de las drogas y las redes sociales, etc., etc.”, cuenta. ¿Cómo se explica el acoso escolar a los niños, qué se les dice? “Que tienen tanto la culpa el abusador como los testigos que no hacen nada. Le animo a contarlo, de forma anónima sin son tímidos, les digo que lo cuenten como quieran, pero que tienen que ayudar al compañero que se siente solo. Le hablo de la empatía, de que hay teléfonos de atención de abusos al menor…”, matiza antes de dar las gracias a sus jefes de Santa Cruz de Tenerife.
“Dos días a la semana me dejan entrenar por as mañana, mis jefes son una pasada. La agrupación deportiva de la policía nos ayuda muchísimo, si no fuese por ellos sería imposible poder trabajar y entrenar”, concluye. Ya no se le caen las lágrimas; ahora sólo tiene ganas de una hamburguesa.
Pero antes explica porqué todos dicen siempre que en el kumite "puede pasar cualquier cosa". A diferencia del kata, en esta disciplina si hay combate contra un rival. "El kata es una carrera de cien metros, tú la preparas y si la haces como la haces entrenando puedes pasar. Es decir, lo que entrenas, sale. En kumite no; preparas el ataque, preparas la defensa , pero no sabes nunca qué puede pasar. En un momento te puedes comer un puñetazo y por mucho que lo estés haciendo bien, el rival tiene un acierto y cambian las cosas. En kumite puedes preparar mil cosas y luego no poder hacerlas porque el oponente no te deja", Hoy, sin embargo, sí le ha salido todo perfecto.
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