La fiesta del atletismo la lideran María Vicente y Mariano García
La atleta de Hospitalet terminó novena su pentatlón y el murciano convirtió su serie de 800m en una canto al espíritu infantil
A las 10 de la noche escocesa, 12 horas más tarde, María Vicente aún estaba en la pista, su segundo hogar casi. Orgullosa, pensando en cenarse una pizza, muy cansada y ligeramente frustrada. En su primer gran pentatlón oficial ante las mejores de Europa y casi del mundo, había estado a punto de batir de nuevo su récord de España (4.412 puntos). Para lograrlo necesitaba correr los 800m en menos de 2m 23s, marca a su alcance. “Porque yo, aunque no lo parezca, corro, ¿eh?”, dice la catalana de Cuenca, que terminó en 2m 27s, a 50 puntos de su récord. “Pero nos falló la checa y se hundió el plan”. María Vicente tiene 18 años.
La checa se llama Eliska Klucinova. Suele correr el 800m en 2m 19s. El plan era pegarse a ella hasta morir si hacía falta. Pero, cobardemente, la pentatleta rival que debería ayudarla involuntariamente se retiró nada más salir a la pista. Dejó sola a Vicente, que se retrasó esperando que la pasara. Cuando se quiso dar cuenta, el pelotón se había ido. Valiente, corrió sola. Terminó novena de 12 participantes. “Y aprendí muchísimo, cantidad de pequeños detalles que marcan la diferencia”, dice la campeona del mundo y de Europa juvenil, que a las 10 de la mañana, hizo la peor salida de su vida en los 60m vallas pero se sorprendió unos segundos después al ver que su marca, 8,36s, no era por una centésima la mejor de su vida. “Qué bien estoy, pensé entonces”, dice la prodigiosa atleta que después saltó 1,75m en altura (a solo tres centímetros de su plusmarca), lanzó el peso más lejos que nunca (a 12,82 metros) y se quedó, con 6,33m, a solo cuatro centímetros de su mejor marca en longitud. “Estoy muy contenta, sí. Me he concentrado muy bien en este ambiente”, dijo, aún sin aliento casi después de dar la vuelta de honor como coro de la ganadora, la británica y campeona del mundo Katarina Johnson-Thompson 4.983 puntos.
Si Marta Pérez, médica y de Soria, es la prueba física y vital de que la mente puede con el cuerpo remolón y temeroso, la encarnación de la voluntad hecha atleta, y la constancia, Mariano García, el fenómeno de Cuevas de Reyllo (Murcia) y Óscar Husillos, el rápido de Astudillo (Palencia) son dos chavales que cuando salen a la pista se hacen niños, y corren así, con alegría infantil y callejera, y así emocionan y enganchan. A su lado, Álvaro de Arriba, de La Sagrada (Salamanca), y Lucas Búa, de Toledo, son la frialdad y la eficiencia hecha zancadas precisas, y su cabeza un cronómetro. Todos ellos lideraron la tarde española junto a la burgalesa Celia Antón (octava, con mejor marca personal, 9m 57s, en los 3.000m de la celebración escocesa de Laura Muir, la veterinaria de Glasgow que se desayuna media docena de donuts y corre como nadie, rápida e infatigable) y a la granadina Laura Bueno, que se quedó a dos décimas de una final de 400m que tuvo en sus piernas hasta falta de 30 metros.
Marta Pérez se clasificó para la final de 1.500m del domingo, donde la esperan “dos bestias” la infaltable Laura Muir y la polaca Sofia Ennaoui, después de ganar su serie guiada y acicateada por sus gritos interiores tipo “que puedes, que puedes ganar, métete” o “no te quedes, no te quedes”. No se quedó. Pudo. “No sé cómo lo he conseguido”, dice. “Porque al ver la lista de salida y las rivales que me rodeaban no sabía si ilusionarme por estar ahí o asustarme y pensar que nunca las voy a a ganar”. Ganó y logró la mejor marca de su carrera (4m 8,05s) y gritó, feliz, y para que la oyeran todos: “Qué bien he corrido”.
Mariano García, que a veces recuerda a su paisano ciclista Alejandro Valverde por la alegría indisimulada, juvenil, con que actúa, prefiere decir “una cosa son las marcas y otra las carreras”. “Las marcas no ganan”, añade el murciano, de 21 años, que ha empezado a correr 800m este año después de haber empezado su carrera corriendo obstáculos. “Si fuera así, no habría carreras, se pondría el ránking y ya está”. Lo dice después de pasar a semifinales de 800m (como también lo hizo De Arriba) con una carrera loca y feliz, que comenzó haciendo el gesto de arrancar una moto (“y la moto funcionó a tope, vaya si funcionó”, dijo) y continuó recordando casi al niño de 11 años que corría en su pueblo huyendo de un perro que le perseguía todos los días para morderle. “Pero nunca me alcanzaba”, añade García, que al terminar se abrazó hasta con ternura con el gigante bosnio Amel Tuka, un crack, que había ganado la serie.
Husillos (46,31s), que con Búa (46,81s) pasó a la final de 400m, donde les espera el monstruo noruego Karsten Warlholm (el único que bajó de 46s, 45,95s), otro nivel, volvió a ser el misil de Birmingham, una bala frenética que como hace un año, en el Mundial del que fue descalificado a los pocos minutos de ganarlo, salió disparado hasta la calle libre y mantuvo el tipo y hasta la aceleración en los segundos 200 metros. Promete redención y emociones fuertes en la final a la que llega con el deseo de olvidar por fin.
Por la mañana, Eusebio Cáceres, en longitud, Ana Peleteiro, en triple, y Jesús Gómez, en 1.500m, también se clasificaron para sus finales.
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