El juguete de Messi

La madurez le ha regalado paciencia a Leo Messi. A su metódica alimentación —por consejo de Martín Demichelis visita un par de veces al año a un nutricionista italiano— le sumó descanso. Ya no se desespera por jugar cada fin de semana. “Entendí que la temporada es larga. Antes el cuerpo no lo sentía, y hoy te pasa factura jugar tanto”, asegura el argentino. Sin embargo, al 10 todavía le cuesta bajarse del once de Ernesto Valverde. A esta altura del año, la campaña pasada acumulaba 38 partidos. Su cifra más alta, en el mismo periodo fue de 40 duelos, en la temporada 2011-2012, cuando Guardiola mandaba en el banquillo del Camp Nou. Esta campaña, el capitán azulgrana suma 31 duelos, su cifra más baja en el último lustro.

Su baja de la selección argentina (aunque no lo ha confirmado oficialmente, volverá en la próxima jornada FIFA) y las lesiones le pusieron freno. En octubre se perdió cinco partidos por una fractura en el codo derecho, precisamente ante el Sevilla. Y las molestias que sufrió en el muslo de la pierna derecha, después de un choque con Lato ante el Valencia, lo descartaron para arrancar desde el inicio en el duelo de ida de las semifinales de la Copa del Rey frente al Real Madrid. Desde que sufrió aquel golpe, el Barcelona ha ganado un solo partido (frente al Valladolid, con un gol de penalti, precisamente del rosarino) y ha empatado tres: Real Madrid, Athletic y Lyon. El equipo azulgrana ha encajado un tanto y ha marcado dos. Valverde, sin embargo, descarta que el delantero esté sufriendo un bajón físico. “A Leo lo veo como siempre y tengo la sensación de que los rivales también”, subraya el preparador del Barcelona.

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“Es el mejor del mundo, no voy a descubrir de lo que es capaz de hacer, pero también es cierto que un jugador solo es incapaz de ganar un partido. Los otros 10 que van a jugar a su lado serían titulares en cualquier equipo, así que lo importante es el colectivo”, asegura Pablo Machín. El preparador del cuadro andaluz intenta pensar en el Barça como un todo, aunque ya sabe lo que es sufrir al argentino. En el Girona, la temporada pasada le marcó dos goles, el mismo número de dianas desde que está en el banquillo de Nervión (uno, en Laliga; y otro, en la Copa). No es algo personal. El juguete de Messi es el Sevilla, su víctima preferida del argentino. En 36 partidos, el delantero rosarino le ha firmado 33 goles al Sevilla. Además de dar 15 asistencias a sus compañeros.

Al Barcelona se le atragantó la última visita al Sánchez Pizjuán. El rosarino no jugó en aquella ocasión. Su política de descanso lo dejó fuera de todas las eliminatorias de Copa disputadas lejos del Camp Nou, incluida la derrota ante el Sevilla (2-0). El Barça se tomó revancha en la vuelta, ya con el 10 en el campo y marcó uno de los goles de su equipo (6-1). Fue la última victoria contundente del Barcelona, que necesita reencontrarse con las buenas sensaciones antes del doble clásico, el miércoles en la vuelta de la Copa del Rey en el Bernabéu y el sábado, en la LaLiga, en el mismo escenario.

En alerta

“Tenemos claro que son dos partidos importantes y lo que supone este duelo para el mundo del fútbol, pero ante el Sevilla también tenemos un encuentro dificilísimo. Sabemos lo que nos estamos jugando”, aclaró Valverde. Aunque no confía en la ventaja que el Barcelona tiene en LaLiga (siete puntos respecto al Atlético, su perseguidor), el técnico anda con un ojo en el calendario. “En siete días tenemos tres partidos durísimos. Tenemos que pensar un poco el tema de las rotaciones. Sabemos el precio de tener ahora una lesión”, concluye. Lo preserva Valverde, se protege Messi. “Pasan los años y trato de cuidarme como hice siempre y más también, porque cada vez los partidos son muy exigentes y hay poco tiempo de descanso”, asegura el delantero; “trabajo para que esto siga así”. Más paciente, pero con la misma voracidad goleadora.