El Barcelona contiene al Tenerife y se mete en la final de la Copa del Rey
Los azulgrana, que llegaron a dominar por 24, sobreviven a la reacción del equipo canario en el último cuarto
Hace poco más de un año, Svetislav Pesic llegaba al Barcelona como una solución de urgencia, para sacar al equipo de la depresión, y en pocos días le dio el título de Copa. Este domingo el equipo azulgrana luchará por su segunda conquista consecutiva tras superar a un Tenerife (92-86) que cayó con honra, sin rendirse nunca y apretando hasta el final. Hasta de 24 puntos llegó a ganar el Barça en el último cuarto y acabó sufriendo para ganar en una resolución con decisiones arbitrales protestadas por los canarios.
Desde el inicio el Barça parecía que estaba dando continuidad a la intensidad defensiva con la que acabó el partido de cuartos ante el Valencia. Los jugadores azulgranas metían muchas manos para cortar líneas de pase o puntear lanzamientos. El buen hacer atrás se tradujo en canastas fáciles en ataque. Pau Ribas encontraba una alfombra hasta el aro cada vez que penetraba y las primeras ventajas no tardaron en llegar (12-5, m. 5).
BARCELONA, 92 - TENERIFE, 86
Barcelona Lassa (17+24+31+20): Heurtel (11), Ribas (14), Claver (7), Singleton (2), Tomic (4) -equipo inicial-, Pangos (12), Seraphin (10), Hanga (11), Kuric (12) y Oriola (9).
Iberostar Tenerife (15+14+23+34): White (3), San Miguel (6), Beirán (2), Abromaitis (24), Iverson (3) -cinco inicial- Staiger (6), Richotti (3), Niang (-), Brussino (3), Bassas (13), Saiz (8) y Gillet (5).
Árbitros: Emilio Pérez Pizarro, Antonio Conde y Carlos Peruga. Eliminaron por dos técnicas al entrenador del Iberostar Tenerife, Txus Vidorreta (min. 40).
WiZink Center, 13.150 espectadores.
Al Tenerife le urgía activarse si no quería quedarse desenganchado del partido a la primera. Vidorreta cambió a un impreciso San Miguel por Bassas y la dirección mejoró. El cuadro canario ganó en atrevimiento y junto a la solidez en el rebote de Iverson el partido se igualó (15-15). Pero cuando entraron en juego las rotaciones, se evidenciaron las diferencias entre una y otra plantilla. La segunda unidad del Tenerife, que tan bien compitió ante Unicaja el jueves, se vio claramente superada por la del Barça. Kuric martilleó desde el perímetro y Hanga apretaba en defensa y volaba en ataque.
Las diferencias empezaron a rondar la decena ya mediado el segundo cuarto. A los problemas en ataque del Tenerife se sumaron los del rebote. Ni la entrada de nuevo de Iverson pudo frenar la hemorragia bajo el aro canario, donde Tomic y Oriola capturaban todo lo que volaba. Con tantas segundas oportunidades, el Barça no desaprovechó la oportunidad de poner tierra de por medio antes del descanso (41-27).
El partido iba por donde quería Pesic. El técnico del Barcelona se mueve como nadie en duelos con guarismos no muy altos, donde la defensa cobra especial protagonismo. En la segunda parte el dominio culé en la zona continuó. Los puntos salían demasiado baratos a los azulgrana, que encontraban un buen guía en Heurtel. Cualquier atisbo de acercamiento canario en el marcador era cortado de raíz con una pequeña ristra de canastas del Barça.
Al equipo catalán le hacía falta solo una pequeña vuelta de tuerca para matar el partido y ponerse a pensar en la final. Lo hizo en los estertores del tercer periodo, cuando Pangos relevó a Heurtel y puso la chispa que faltaba para que el Tenerife reventase. Con 20 puntos de colchón afrontó el Barcelona los últimos 10 minutos de juego. El cuadro canario necesitaba un milagro, y este empezaba porque Javier Beirán, su pilar en el exterior, entrase en calor. El alero era un claro reflejo de su equipo, anulado por la defensa de Claver o Hanga y sin encontrarse nunca. De hecho, sus únicos puntos llegaron al final del tercer cuarto y de tiros libres.
El Tenerife quiso morir con orgullo y lo logró porque nunca bajó los brazos.Con 80-56 el Barça se relajó en exceso, solo anotó una canasta en siete minutos y el equipo canario empezó a remontar de manera sibilina, casi sin que nadie se diese cuenta gracias a la agitación de Sebas Sáiz y los puntos de Abromaitis. Un parcial de 13-31 colocó el partido en el alambre, en un 87-83 a un minuto del final. Entonces, un robo de Brusino que fue sancionado como falta por los árbitros desató la protesta de Vidorreta, que acabó expulsado, y supuso el fin de la aventura canaria en la Copa. Con ese susto en el cuerpo va el Barça a la final.
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