Adrián le da vida al Oporto
Un gol del delantero asturiano rescata al equipo luso en un mal partido en Roma y le deja a tiro de una diana para acceder a los cuartos de final
El Oporto perdió su primer partido en esta Liga de Campeones, pero salvó el desastre cuando había recibido dos goles en la recta final del partido y las sensaciones eran aún más pésimas que el marcador. Marcó entonces Adrián López, una decepción en Oporto, donde no ha conseguido establecerse y encadenó cesiones, la última la pasada campaña para firmar un descenso con el Deportivo. El delantero asturiano llevaba tres años sin marcar en Europa, pero su gol alumbra la remontada para los portugueses, que la buscarán en su feudo dentro de tres semanas.
ROMA, 2 - OPORTO, 1
Roma: Mirante; Florenzi, Fazio, Manolas, Kolarov; Cristante, De Rossi, Pellegrini (Nzonzi, m. 82); Zaniolo (Santon, m. 87), Dzeko, El Shaarawy (Kluivert, m. 89). No utilizados: Olsen, Juan Jesus, Marcano y Pastore.
Oporto: Casillas; Militao, Felipe, Pepe, Telles; Danilo Pereira, Héctor Herrera, Otávio (Hernâni, m. 83); Fernando Andrade (André Pereira, m. 75), Brahimi (Adrián López, m. 67), Tiquinho Soares. No utilizados: Vaná, Maxi Pereira, Bruno Costa y Óliver Torres.
Árbitro: Danny Makkelie (Holanda). Amonestó a El Shaarawy y Herrera. VAR: Pol Van Boekel (Holanda)
Goles: 1-0. M. 69. Zaniolo; 2-0. M. 75, Zaniolo: 2-1. M. 79, Adrián López.
Olímpico de Roma. 60.000 espectadores.
Fue un buen premio en un mal partido. En la ecuación que combina orden y talento, el Oporto suma más de lo primero que de lo segundo, así que tomó el carril de la prudencia y procuró no salirse de él con el plan de acunar la pelota sin demasiada intención de profundizar y bajarle el ritmo al partido. La Roma debía operar en sentido contrario, pero durante bastantes minutos fue incapaz de hacerlo. La primera parte le pasó en un visto y no visto, entre empellones e imprecisiones, sin mucha capacidad para dar un paso al frente, apenas con un resplandor de Dzeko, en un control , recorte y disparo al poste cuando ya estaba próximo el descanso.
Faltó rebeldía en un partido que no salió de la pizarra. Nada que incomodase al Oporto. Pero la Roma es pasión, la que le imprime su gente, que transita por la Liga de Campeones con el combustible de ilusión que generó su trayectoria hasta las semifinales la campaña pasada. En cuanto subió la velocidad para circular la pelota y ajustó la precisión le generó problemas a su chato rival, que aún sin que le sobrase fútbol se mantuvo en el partido porque supo gestionar el partido en esa atonía que tanto agradecía y rebajó a los romanos cuando estos amagaron con apretarles. Olfateó el gol además el Oporto tras un saque de esquina que desembocó en un remate de cabeza del excelente mediocentro Danilo Pereira.
La Roma necesitaba que alguien tocase un interruptor, que pasase algo. Ocurrió en el ecuador de la segunda parte cuando se lesionó Brahimi, la Roma no devolvió la pelota y Casillas tuvo que desactivar un remate de Pellegrini. Se montó una gresca que ejerció de reactivo porque tras el armisticio la Roma encontró a Dzeko, un delantero que marca diferencias y domina los rudimientos del juego de espaldas a portería. Primero ejerció de pivot ante el aclarado de sus compañeros, la marca de Pepe y las ayudas de los zagueros portistas, que olvidaron a Zaniolo, un talentoso zurdo que estaba varado como extremo derecho y marcó con la diestra. Cinco minutos después Dzeko se fabricó un nuevo remate al palo y Zaniolo lo empujó a la red, ahora con su sedosa siniestra.
Pero el Oporto respondió de inmediato con un gol afortunado, un churro de Tiquinho que arregló Adrián con un contundente remate, un golpe en la mesa, una ilusión para el partido de vuelta en la casa del dragón.
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