Karim Benzema, el quinto centrocampista del Madrid
Jugador difícil de descifrar, el francés se consolida como baluarte del equipo tras dar 53 pases en Cornellá, uno menos que Modric, en una actuación que desmontó al Espanyol
La industria del fútbol no es capaz de producir estados de euforia más hiperbólicos que ciertas victorias del Real Madrid. El triunfo en Cornellá, este domingo (2-4) desencadenó una de esas vibraciones que enganchan el nervio de multitudes. Lucas Vázquez, pieza principal en el esquema del equipo en los últimos meses, sintetizó este sentimiento al salir de la ducha: “Benzema está demostrando que es el mejor nueve del mundo".
Karim Benzema participó en tres de los cuatro goles del Madrid. Empujó el 0-1, metió el 1-3 con un toque soberbio, y desencadenó la jugada del 1-4 de Bale. Por el camino dio 53 pases correctos: uno menos que Modric. Una cifra inédita durante su carrera en la Liga española. Circunstancia que explica la facilidad con que su equipo dominó al Espanyol al mismo tiempo que pone en duda su verdadera naturaleza como futbolista.
Diseñado desde la pizarra para sacar el balón jugado y buscar la espalda de Varane y Ramos con tres atacantes que se quedaban descolgados, el Espanyol se abocó a un problema sin solución. De entrada, el Madrid le invadió el campo con ocho jugadores —incluso los laterales, Reguilón y Carvajal, saltaron a presionar arriba—. Entre todos taparon la salida del balón, aislaron a los atacantes y dejaron en inferioridad a los medios. Roca, Darder y Álex López se vieron desbordados por Casemiro, Mordic, Vázquez, Kroos y Benzema, que ejerció de quinto volante. Partido el rival, la presencia de Benzema en zonas intermedias profundizó el desorden del Espanyol y dio continuidad a las jugadas del Madrid.
Dotado con la intuición del desmarque, Benzema se ofreció a sus defensas y a sus volantes para iniciar los ataques. Tanto o más que Modric y Kroos, el francés fue la primera opción de pase de sus compañeros cada vez que recuperaron la pelota. Sus combinaciones precisas contribuyeron a desgastar al Espanyol ahí donde se hace fuerte, con el control de la pelota alrededor de Marc Roca. Esto se hizo especialmente evidente a partir del 0-2 de Ramos. Con el viento a favor y el rival aturdido, Benzema brilló con más fuerza que nunca. Incluso como nueve. “Soy un nueve con alma de diez”, dijo él al salir del camerino, según mostraba su dedo roto en el Benito Villamarín y daba fe: “Me duele, pero me olvido”
El enigma no se disipa después de una década en la Liga. Si es un delantero centro, su naturaleza se deformó bajo el peso de exigencias que en el Madrid lo empujaron hacia tareas organizativas. Si las clasificaciones individuales se pueden medir en una capacidad de influencia más o menos cuantificable, su situación como diez equivale a la marginalidad. Las estadísticas fuerzan a pensar que si es un nueve, no es el mejor del mundo; y si es un mediapunta, tampoco.
Si es delantero centro, posición que se convalida con el gol, Benzema ocupa el puesto 39 del ránking con un tanto cada 185 minutos esta temporada. En las cinco grandes Ligas de Europa existen 38 jugadores con mejor promedio de goles.
Si es mediapunta, posición que se reconoce con ocasiones de gol creadas y asistencias, la estadística indica que en Europa hay 16 futbolistas que crean más ocasiones que él, que suma 1,48 por partido. En cuanto a las asistencias, hasta 29 jugadores de las grandes Ligas contabilizan más que Benzema, que solo lleva dos en 21 partidos. Hasta Maxi Gómez, del Celta, un equipo en problemas, le supera con cinco pases de gol sin ser enganche, ni mediapunta, ni siquiera un nueve muy dotado.
Técnicamente puede tratarse del futbolista más completo del Madrid. Pero nunca tuvo el gol ni la ambición de Cristiano, ni desequilibró como Marcelo, ni alcanzó la regularidad de Modric cuando se trató de enseñar el camino a sus compañeros.
Benzema refleja exactamente la situación actual del Madrid. Sus números no traducen su valor, puesto que sufre el lastre de un contexto en declive. Sin ser el más destacado del equipo campeón de las cuatro Champions ahora que vienen mal dadas se ha vendado el dedo roto y ha omitido el quirófano porque sin él la máquina se para. La derrota sufrida en Leganés en la Copa (1-0), última ocasión en que no jugó, da prueba de su carácter fundamental. En el reino de la irregularidad, este poeta calmoso parece hasta constante.
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