A España le crecen los rivales
La selección, tras 24 horas nefastas, debuta en la segunda fase ante la vigente campeona, Francia, que recupera a su estrella Karabatic
En los días previos al Mundial se hablaba tanto de un ausente como de todos los presentes. ¿Qué sería de Francia sin Nikola Karabatic?, se preguntaban los analistas. El icono que ha dominado con mano de hierro los últimos tres lustros del balonmano de selecciones se quedaba en casa debido a una lesión, por primera vez desde que debutó en 2003 con solo 18 años. Bajo su manto, cuatro títulos mundiales, tres Europeos y dos oros olímpicos. Una figura imponente e intimidatoria. La duda, sin embargo, se ha quedado sin respuesta porque el central del Paris Saint Germain ha vuelto, cual Cid. Los médicos calcularon un plazo de recuperación de entre cuatro y seis meses tras operarse el 19 de octubre de una deformación articular en el pulgar del pie izquierdo, y el campeonato arrancaba en tres. Todos le daban por descartado, hasta que el pasado fin de semana se plantó en el hotel francés de Berlín.
“He leído en todas partes: 'Karabatic al rescate'. Pero no vengo al rescate de nada. De nada en absoluto. Llego como jugador reserva. Si el equipo me necesita, ayudaré, por supuesto; pero si no me necesita, me quedaré en mi sitio y animaré desde la grada”, declaró nada más pisar suelo alemán. El entrenador, Didier Dinart, lo había dejado en el grupo de jugadores reservas, por si acaso. Cada equipo puede hacer tres cambios durante el torneo y él no quería perder esa carta. El primer giro se produjo cuando la federación, tras el estreno contra Brasil, anunció que se incorporaba a la concentración. ¿Pero no estaba descartado?, se preguntaron todos, perplejos. Los siguientes encuentros los vio desde la grada, hasta que la lesión del pivote del Barcelona Cédric Sorhaindo le abrió las puertas para entrar en la lista, vestirse de corto ante Rusia en el último choque de la primera fase y sumar su internacionalidad número 285.
A este golpe de efecto también deberá hacer frente España en su debut este sábado (18.00, Teledeporte) en la segunda ronda, conocida como la Main Round. Los torneos cortos transcurren en una noria de sensaciones y ánimos. Basta un traspié para sacar el paraguas. Basta un buen resultado, o un buen fichaje, para creer que no hay límites. Así están los Hispanos y los galos. Los primeros, tras 24 horas nefastas por la derrota contra Croacia que le complica el pase a las semifinales y el percance sufrido por Rodrigo Corrales que provocó su sustitución por Arpad Sterbik. Los segundos, hinchados de optimismo después de sobrevivir sobre la bocina al duelo con Alemania y recuperar a su hombre franquicia.
Minutos y ningún gol en su estreno
En su estreno contra Rusia, Nikola Karabatic se fue de vacío en su cuenta anotadora: ningún gol en sus tres lanzamientos (dos desde los 6 metros y uno desde los 9). Solo logró una asistencia y un bloqueo en defensa. Aunque el dato que más llama la atención son los minutos disputados (26), el quinto hombre de campo con más presencia en la pista, lo que lleva a pensar que Dinart quiere ponerlo rápido a tono y ajustar sus reglajes para las batallas que le quedan. Más allá de su aportación al juego, el chute emotivo para una selección en plena transición generacional, ya sin referencias como Thierry Omeyer, Bertrand Gille y Daniel Narcisse, es evidente.
Niko vuelve a aparecer en la vida de España un año después del inolvidable encuentro de semifinales del Europeo. En la antesala de su primer oro continental, los Hispanos acabaron con la selección francesa (23-27), que había ganado las últimas nueve semifinales disputadas en los grandes campeonatos. Aquella tarde en el Arena de Zagreb, la estrella gala se quedó en apenas tres goles. No obstante, los malos recuerdos superan a los buenos en la memoria reciente española: la final del Europeo de 2006, las semifinales de 2014, las semifinales del Mundial de 2015 y, por encima de todas, el dramático cierre de los cuartos de Londres 2012. Todas cayeron del lado rival y en todas estuvo Karabatic. La necesidad obliga a la selección a perseguir más si cabe un desenlace como el de 2018. Arranca esta fase con dos puntos, frente a los tres de Alemania y Francia, y los cuatro de Croacia (Brasil e Islandia tienen cero), y solo se clasifican dos. “Está claro que no es el camino ideal, pero está en nuestras manos”, afirmó Julen Aginagalde.
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