El renovado regreso del sistema con tres centrales y carrileros
El Madrid es el último equipo en recurrir a un dibujo que había sido tendencia en el fútbol español hace treinta años
Durante décadas la historia y la evolución del fútbol se entendió a través de la pizarra. Una bronceada estatua ante el estadio del Arsenal recuerda a Herbert Chapman, diseñador de la WM, el dispositivo táctico que agrupó por primera vez a tres zagueros y destinó cinco piezas a proteger a su meta y las otras cinco a buscar la portería rival. Noventa años han pasado y el fútbol refuerza un carácter cíclico. Tras el sendero por el que le orientó Chapman llegó el antídoto de retirar las referencias a los centrales para buscar superioridades en otras zonas del campo, la defensa de cuatro como respuesta, el líbero. Replicaron Bilardo, Toshack, la excitante Dinamarca de Sepp Piontek y, por supuesto, Johan Cruyff para mostrar que se puede jugar y ganar, aunque con distintos libretos, desde una construcción con tres en el fondo. Con el triunfo del Milán de Sacchi volvió a imponerse la defensa con una dupla de centrales. Pero ya entonces se empezó a entender que importaba tanto el dibujo como la altura donde se situaba esa última trinchera. Y sobre todo la idea.
Hace una temporada en la primera jornada solo un equipo de LaLiga se alineó con tres centrales, el Girona. Desde entonces han pasado por ahí casi todos. Machín transportó el dibujo al Sevilla, su sucesor Eusebio quiso jugar con línea de cuatro, pero reculó. El Rayo ha empezado a mejorar desde que integra a Amat, Ba y Velázquez, El Leganés también hizo ese camino. Y el Levante. También en la Real Sociedad y el Athletic lo probaron Garitano y Berizzo antes de ser destituidos. Para unos es dogma, para otros recurso, para algunos ajuste. El Barcelona lo aplicó esta campaña cuando se enfrentó al Levante. El Madrid sorprendió a todos en el campo del Betis con Varane, Sergio Ramos y Nacho como centrales y Carvajal y Reguilón adelantados. “Es una decisión puntual para un momento puntual”, aclaró el técnico Santiago Solari.
“Ahora es todo menos rígido”, advierte Alberto Górriz, que llegó a la selección tras hacer carrera en una zaga de tres centrales con la Real Sociedad. A finales de 1985 John Toshack estaba en apuros al poco de llegar al equipo. Entonces recordó el episodio que vivió en el Swansea, donde arribó para cerrar su carrera de corto. Toshack se había manejado siempre en el área rival, pero estaba de vuelta y laminado por las lesiones. Como ejercía de jugador-entrenador, y siempre fue vivo en la toma de decisiones, buscó un puesto como central con la disculpa de que necesitaba ver el fútbol de frente para poder analizarlo y ejercer su doble labor. Ocurrió que los rivales le pasaban como aviones. Hasta que se acomodó entre dos centrales y envió a los laterales hacia delante. El Swansea subió tres categorías en cuatro años hasta estrenarse en la máxima e incluso liderarla; en la Real también fue mano de santo. En su primera vuelta con el equipo apenas habían marcado 15 goles, engranó piezas y en los cinco siguientes cantaron 18. Acabaron el campeonato con 64. Cuando el gales llevó el esquema al Madrid y lo implantó con la Quinta del Buitre ganó la Liga con 107 goles, y eso que por el camino hizo algún ensayo y error largamente recordado, como situar a Schuster de líbero y a Chendo, un lateral, en el mediocentro.
Y sin embargo, el dibujo con tres centrales sigue teniendo fama de defensivo. “No es así”, zanja Miguel Ángel Lotina, que define lo que da y lo que quita. “Cierto que cuando te repliegas con línea de cinco y cuatro por delante es un sistema difícil de atacar, pero con balón ayuda a tener más fluidez. Para quienes se oponen con un 4-4-2 es complicado presionarte porque estás en inferioridad. Y luego dos carrileros altos te dan muchas opciones porque los extremos pueden doblar o meterse por dentro”, detalla el entrenador del Cerezo Osaka japonés. También él superó una primera vuelta nefasta con el Deportivo al cambiar a zaga de tres centrales. Fue en 2008. Hizo 17 puntos en la primera vuelta y 35 en la segunda.
Ahora todo es más dúctil porque se entienden los cambios. “Antes en España estaba mal visto si variabas sistemas. Decían que el técnico tenía dudas y que mareaba a los jugadores”, recuerda Lotina. Ahora las mutaciones se realizan incluso durante los partidos. El Madrid acabó en el Villamarín con línea de cuatro. El Betis, que llevaba meses con zaga de tres centrales, jugó todo el partido con solo Bartra y Mandi. Pesa más la idea que la disposición. Setién nunca había jugado con carrileros hasta pasados unos meses en Sevilla, pero el juego que promueve no cambia porque lo haga el dibujo. “Lo ideal es variar sobre la marcha sin reemplazar jugadores. Hoy en día muchos tienen esa capacidad”, explica Lotina.
“Estamos en otro fútbol. Ahora juegan tres en línea, nosotros en la Real teníamos un líbero entre los dos centrales”, matiza Górriz, que aún ve más diferencias: “Antes el juego aéreo era vital y los delanteros más estáticos”. Aunque los centrales ya no eran tan marcadores como hasta poco antes de la llegada de Toshack. “Él nos pidió que fuésemos más posicionales”. Ese paso lo dio también Arsenio Iglesias en el Deportivo cuando en 1993 matizó el rol de Voro y Ribera con Djukic entre ellos. Aquel equipo firmó la temporada con menor promedio de goles encajados en la historia de la Liga, apenas 0,47 por partido.
“Importan los centrales, pero también los laterales”, ilustra Górriz. Aquella Real puso de moda en España el concepto del carrilero, también aplicado por Vicente Cantatore en el Valladolid. Otros como Cruyff, fiel a los tres atrás incluso en defensa, lo detestaban. “Habría que colgar al que lo inventó”, bromeaba. Pero unos cuantos futbolistas han hecho fortuna en el ir y venir por la banda, el repliegue para formar con cinco sin balón y el despliegue en ataque. Jesús Navas vive ahora una segunda juventud en ese papel. “Por su gran capacidad física es el carrilero ideal”, le ha definido Pablo Machín, su entrenador, que valora su capacidad para sorprender y llegar. El Madrid ganó en Heliópolis con Carvajal y Reguilón en ese papel. En el 0-5 del Barcelona en Liga en casa del Levante ejercieron ese papel Dembelé y Jordi Alba, que además de tener otro perfil no estuvieron tan obligados a cerrar como los blancos ante la posesión del Betis este domingo.
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