Nocioni: “Fui mejor escudero que estrella”
El Chapu ha ordenado junto a Fabián García sus más de 20 años de batallas en la pista en 'Memorias de un guerrero', su biografía autorizada: “no me quedó nada por hacer”, dice mientras repasa el álbum
“Exjugador de básket, ahora excelente pescador”. Así se define Andrés Nocioni (Santa Fe, Argentina, 1979), que atiende a EL PAÍS desde su bucólico retiro en La Pampa. Allí, El Chapu ha ordenado junto a Fabián García sus más de 20 años de batallas en la pista en Memorias de un guerrero, su biografía autorizada, ya a la venta en España por “presión popular”. Una huella imborrable en el Baskonia y el Madrid, nueve temporadas en la NBA y una docena de medallas con la albiceleste hormigonan un currículo de carácter. Una oda al carisma canchero y al liderazgo congénito.
Pregunta. Después de ordenar tantos recuerdos, ¿qué balance hace de su carrera?
Respuesta. Fue un viaje apasionante, lleno de logros, con épocas buenas y malas, y fue bonito poner cada cosa en su sitio. No me quedó nada por hacer. La ambición siempre te lleva a pensar que pudiste haber cambiado algo, incorporar los movimientos de Kobe Bryant pero, sinceramente, no dejé cosas pendientes… Al contrario, creo que hice demasiado. He disfrutado del baloncesto como pocos tienen la oportunidad de hacerlo.
P. ¿Cuáles son las mejores fotos de ese álbum?
R. La Liga y la Copa que gané con el Baskonia en 2002 fueron especiales por ser los primeros títulos, el oro de Atenas 2004 es muy especial por ser una medalla olímpica... Después todo lo que gané en el Madrid [una Euroliga, dos Ligas, tres Copas, una Intercontinental y una Supercopa, en tres temporadas, hasta su retirada en 2017] lo disfruté de manera única porque llegó cuando ya casi estaba terminando. También hay malos momentos, como la derrota en la final del Mundial de Indianápolis de 2002 contra Yugoslavia, y más derrotas, pero todo lo tengo como un aprendizaje positivo.
P. ¿Cómo es su vida ahora?
R. Muy tranquila. Intento estar lo más presente posible con mi familia, hacer bien las funciones de padre... Doy charlas motivacionales para empresas sobre liderazgo y trabajo en equipo, una o dos al mes, controlo mis negocios. Y al margen de eso, trato de disfrutar todo lo posible de mi pasión que es la pesca. Todavía no he tomado ninguna decisión sobre estar en alguna disciplina o institución, el tiempo lo dirá. Soy muy joven y estoy a tiempo de hacer muchas cosas.
P. Baskonia y Madrid le esperan como a un hijo pródigo.
R. Sí, me lo han hecho saber. Se lo agradezco muchísimo a los dos, pero no me he marcado plazos. Ahora tengo una libertad que tengo que aprovechar en espera de alguna oportunidad que me llame la atención. La libertad de hacer lo que uno quiere es maravillosa… Estoy aprendiendo a tocar el saxofón alto por ejemplo. Empecé en Vitoria cuando tenía 22 o 23 años, en mi primera etapa en el Baskonia. Después con la NBA lo dejé de lado y es tiempo de retomarlo.
P. ¿Quiénes fueron sus referentes?
R. Me marcó mucho Scottie Pippen, por su manera de ejercer de escudero de una estrella como Jordan. Mi carrera se basó en eso. Cuando yo fui la estrella del equipo no nos fue tan bien, fui mejor escudero. Tenía otras cosas que dar al grupo. Después me han marcado, mi padre, mi hermano, mi mujer… y así fui forjando mi personalidad y buscando mi lugar en el mundo. Nada me vino de arriba. Fui el resultado de mucho trabajo y esfuerzo. Aprendí con el tiempo a usar la cabeza, pero el corazón siempre predominó por encima de todo. Tenía un límite muy marcado pero traté de superarlo día a día.
P. Alguien tan pasional como usted, ¿veía la frialdad como una virtud o como un lastre?
R. Siempre la vi como una virtud. He visto a muchos jugadores que se han hecho grandes gracias a esa frialdad. Bodiroga, por ejemplo, siempre iba con un cambio menos y eso le hacía ir siempre por delante. Después hay otras frialdades que nunca me gustaron claro.
P. ¿De qué entrenador aprendió más?
R. La mezcla perfecta es Pablo Laso. Tiene la manera perfecta de tratar al jugador y a la vez mantenerlo en línea. Yo soy de esa filosofía. Disfruté de la dureza de Dusko Ivanovic en mis inicios en Europa, pero hay ideas que han pasado de moda.
P. Y compañeros, ¿con cuál se queda?
R. Llull, Felipe, Manu [Ginóbili]… También he tenido discusiones por ideas o formas de ver las cosas, pero siempre intenté llevarme bien con todos. Los rivales, una vez que me conocían personalmente, era difícil que me siguieran odiando. Soy muy abierto y amigable fuera de la cancha.
P. ¿Qué consejos le dio a Doncic?
R. El futuro está en sus manos. Lo que le pude aconsejar es que nunca se quede con lo que tiene porque no tiene techo. Además de tener un talento inmenso le gusta trabajar. Por eso está sobresaliendo en la NBA y fue líder en Europa.
P. Muchos ponen su caso como ejemplo de retirada.
R. Yo fui a buscar el baloncesto, no me buscó él a mí. Siempre fui un apasionado de esto, siempre quise jugar. Pero no quise alargarlo más. No tenía ni la necesidad, ni el deseo, ni la ambición de jugar hasta los 40. Me quería ir viéndome todavía bien en la pista. Fue una buena decisión, sí. Después, el miedo a la retirada depende de la situación de cada uno. Si has hecho bien las cosas en lo económico te puedes retirar con tranquilidad y dejar el baloncesto antes de que el baloncesto te deje a ti. Hay otros que no se pueden dar ese lujo.
P. ¿Alguna anécdota?
R. Miles. Los premios los tengo en una repisa y en cajas, pero lo grande lo llevo por dentro. En el último trajín de mi carrera por ejemplo, me he bañado más de una vez en la Cibeles después de ganar campeonatos. Espero que no sea ilegal. La tradición ya estaba y lo hicimos con el mayor de los respetos al monumento. Me quedé muy a gusto. La primera fue después de la Copa de 2015. Los chicos me acompañaron observando la escena, un poco tímidos.
P. ¿Cuál ha sido el principal legado de la Generación Dorada?
R. Siempre tratamos de transmitir valores importantes. Cometimos errores, no somos perfectos, pero siempre competimos en buena lid y defendiendo a Argentina de la mejor manera, por eso el reconocimiento. Fuimos muy inquietos. De basket hablamos poco, hablábamos de la vida. Quizá esa fue la gran clave del vestuario. Fuimos compañeros y amigos, gente bien intencionada.
P. En el futuro, ¿se ve cerca de la pista, de la cantera, de los despachos..?
R. Me veo más cerca de la cantera, de los chicos. Ahí puedo aportar más que en los despachos. No soy una persona política que pueda involucrarse entre directivos. Me cuesta controlarme ante la gente que piensa que sabe todo del deporte y sin embargo se olvida de los que lo jugamos.
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