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Andrés Nocioni: “Los viejos siempre te pueden sorprender”

El MVP de la final repasa la conquista de la novena Copa de Europa del Madrid ante Olympiacos y su papel crucial en el equipo de Laso

Faustino Sáez
Nocioni, MVP de la Euroliga
Nocioni, MVP de la EuroligaDaniel Ochoa de Olza (AP)

“Tenerle en tu equipo es una bendición”, resume Sergio Rodríguez. “De chavales, cuando estaba en el Siglo XXI en Bilbao y él jugaba en el Baskonia, todos queríamos ser El Chapu. Después coincidí con él en Sacramento y descubrí a un grande. Es una pasada. Teníamos la confianza de que en los momentos importantes iba a sacar su carácter y así ha sido”. En las galerías del Palacio de los Deportes, a las puertas del pabellón la noche del partido y en la cabalgata de celebración por las instituciones de la mañana del lunes, un hombre acaparó el protagonismo de la conquista de la novena Copa de Europa del Madrid. A los 35 años y en su enésima demostración de personalidad, Andrés Nocioni se convirtió en ídolo del madridismo con una Final Four impecable que acabó con 20 años de espera, obsesión y tribulaciones. “Han sido muchas noches en vela soñando en ganarla y otras muchas pensando en por qué habíamos perdido y dónde se nos habían escapado esas dos finales anteriores. Con este equipazo teníamos que tener finalmente la recompensa. Hay que ganar para ser recordados”, cierra El Chacho. Su amigo llegó en verano para acabar con todos los fantasmas y cumplió la misión.

“Veía que podíamos salir campeones y tenía mucha confianza en el equipo. Dada mi temporada nunca pensé que podía ser MVP, pero un viejo siempre tiene algo para sorprender. Por suerte en esta Final Four me salió todo bien y metí los tiros que había que meter. Aporté rebotes, consistencia, fuerza, no sé... Di lo que se me pedía y a lo que vine”, explica Nocioni en mitad de un baño de masas ininterrumpido que comenzó con el bocinazo del histórico Real Madrid, 78 - Olympiacos, 59.

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“Me quería poner en una situación así. Quería disputar una Final Four porque siempre me pareció un torneo emocionante, de mucha adrenalina. Una situación que te pone a prueba para controlar el carácter, las emociones y los nervios en busca del título. Nunca había vivido algo así y mereció la pena. No sé si se me fichó como un especialista. Vine a darle algo distinto al equipo y todos sabían lo que podía dar. Tengo una marca registrada y no voy a cambiarla ahora. En este equipo ya sobraba talento desde hace años, yo trato de dar otras cosas”, analiza El Chapu. Ante el Fenerbahçe, en la semifinal, 12 puntos, seis rebotes, siete faltas recibidas, 18 de valoración y un marcaje de museo a Nemanja Bjelica. Ante Olympiacos, 12 puntos, siete rebotes, dos tapones, otros 18 de valoración y un majestuoso ejercicio de espíritu canchero. El resultado, un MVP por aclamación popular. Por dar al Madrid el factor diferencial que necesitaba para completar su apuesta.

“Mis compañeros me llevaron a la final porque mi temporada no fue brillante, sinceramente. Me pusieron en esta situación y asumí que había que luchar para que no se escapara. Alguno puede pensar que estoy loco, pero yo creía en esto, creo en mí y creyendo se alcanzan los retos. Trato de ser honesto allá por donde paso. Si un equipo apuesta por mí y me da una oportunidad así yo lo dejo todo. Nunca negué una gota de sudor. No sé jugar de manera distinta”.

“La ley del Madrid nos obliga a pelear por ganar la Liga”

“Hemos vuelto a poner al Madrid en su sitio, donde siempre ha tenido que estar, en lo más alto de Europa”, proclamó Felipe Reyes en la cabalgata de celebraciones institucionales con las que el conjunto blanco festejó su novena Euroliga.

“Lo soñamos, lo prometimos y aquí la tenemos: la Novena Copa de Europa”, presumió el presidente, Florentino Pérez. “El Madrid no se rinde nunca y este equipo ha peleado sin descanso hasta el final para acabar con una larga espera de 20 años”, prosiguió en su discurso en la sede de la Comunidad. “Ahora podemos batir todos los récords. La ley del Real Madrid nos obliga a competir con la máxima ambición por la Liga para completar una temporada histórica con cuatro títulos”. Los blancos no ganan Liga, Copa y Euroliga en la misma temporada desde 1974.

Debutaba en una Final Four porque se perdió las cuatro que alcanzó el Baskonia mientras él hacía las Américas en sus ocho años en la NBA y cantó bingo a la primera. “No creo que yo ganara la final. Se trataba de hacer lo que tenía que hacer. La victoria es la de la personalidad de un equipo que ha sabido levantarse. Soy muy ansioso y había que soltar a la fiera un rato. No siempre sale bien pero esta vez sí”, se felicita.

En verano, mientras gestionaba la preparación del Mundial con Argentina, decidió afrontar la aventura del Madrid, que le reclamó para cubrir la vacante que dejaba la marcha de Mirotic a Chicago. “Estuve ocho años en la NBA y para mí fue un paraíso, pero también me impidió ganar más cosas en un baloncesto con mayor competitividad como el europeo. Lo intenté con el Baskonia y lo di todo hasta que me di cuenta de que no era la mejor situación ni para mí ni para el propio Baskonia. Tomé la decisión de salir y dolió mucho al principio, pero es una decisión que solo toma un jugador ambicioso. Me podía haber quedado tranquilo, ya tenía poco que ganar en mi vida, pero me faltaba este título y lo quería”. Lo ganó por partida doble, relevando en el palmarés de jugador más valioso a los dos últimos demonios del Madrid, Rice y Spanoulis.

“He vivido una montaña rusa. Mi cabeza no para de trabajar. Me exijo tanto y me pongo tanta presión que a veces no juego bien por ese peso. Tengo que saber que ya tengo una edad y que hay mañanas en las que el cuerpo no aguanta”, confiesa al tiempo que se declara “disponible” para otra misión patriótica en el Preolímpico que se disputará en Monterrey (México), del 25 de agosto al 6 de septiembre de este año, donde Argentina buscará el billete a Río.

“El MVP no me quita años de encima, me pone unos cuantos porque me quedé muy cascado y pasará factura en el cuerpo. Pero cuando ganas es hermoso hasta que te duela el cuerpo”, confiesa. Su gestión de los gritos, los golpes de pecho y el enaltecimiento de las masas agitó la voracidad del Madrid en su tercer asalto a la corona europea. “Mis tapones aparecen cuando tienen que aparecer. Digamos que soy un taponador selecto. Un tapón y un rebote es ir y querer más que el rival. En un tiro influyen la precisión y la calma, pero los tapones, rebotes y robos son buscarlos y quererlos. Supimos luchar contra su personalidad y meterle un poco más de personalidad nosotros”, afirma antes de refrendar su ambición. “Sería una temporada superhistórica y vamos a por más. Ahora no podemos parar. Tenemos la opción de que se hable para siempre de nosotros. De momento llevamos un pleno y no podemos parar. Esto hay que celebrarlo tres días y seguir”. Palabra de Chapu.

Segunda Copa de Europa en casa

La edición de 2015 fue la tercera Final Four disputada en Madrid. La primera se celebró en 1967 en el histórico pabellón de la Ciudad Deportiva y supuso la tercera Copa de Europa para el conjunto blanco. La segunda se jugó en 2008 y la ganó el CSKA de Messina.

De nuevo al amparo de sus aficionados, el equipo de Laso conquistó la Novena. En 20 de las 28 ediciones disputadas desde 1988 hubo un equipo que participó en la Final a Cuatro ejerciendo de local y solo en seis ocasiones fue campeón. Atenas 2007 para Panathinaikos, Tel Aviv 2004 para el Maccabi, Barcelona 2003 para el Barça y Madrid 2015 para el Madrid, son los únicos cuatro casos en los que ha coincidido el campeón con el anfitrión. Además, Panathinaikos venció en Salónica 2000 y el Madrid ganó en Zaragoza en 1995 la que era hasta el domingo su última Euroliga.

El Madrid jugó las finales de Londres y Milán en territorio neutral, pero en escenarios hostiles por la masiva presencia de aficionados rivales.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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