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Este sí fue el partido más largo

El Laredo-Getxo, de Tercera División comenzó el 23 de enero de 1977 y acabó el 23 de marzo

Jon Rivas
El Getxo de la temporada 1976/77, en un partido jugado en Lasesarre contra el Barakaldo. Arriba: Salaberria, Bilbao, Claudio, Julián, Mediavilla, Susaeta. Abajo: Fernando, Gonzalo, Muñoz, Landeta y Urbiola II.
El Getxo de la temporada 1976/77, en un partido jugado en Lasesarre contra el Barakaldo. Arriba: Salaberria, Bilbao, Claudio, Julián, Mediavilla, Susaeta. Abajo: Fernando, Gonzalo, Muñoz, Landeta y Urbiola II.

Si la final de la Libertadores ha tardado un mes en resolverse, en España hubo un duelo mucho más largo. En enero de 1977 el país estaba en plena Transición y para pocas bromas. El día 23, el estudiante Arturo Ruiz, de 19 años, fue asesinado durante una manifestación proamnistía por un militante de Cristo Rey. En Bilbao, los autobuses de línea eran conducidos por miembros de la Policía Armada ante la huelga convocada por los trabajadores de la empresa municipal de transportes. En ese clima se jugó el partido más largo.

Comenzó ese día 23 de enero y acabó el 23 de marzo, pero en realidad, había empezado antes, el 2 de enero, cuando se disputó en los Campos de Sport de San Lorenzo, en la localidad cántabra de Laredo, el partido de Liga de Tercera División entre el equipo local y el Gernika. Era el último partido de la primera vuelta, en un campeonato trascendental, porque la temporada siguiente se había planeado crear la Segunda División B, y los diez primeros de cada uno de los cuatro grupos de Tercera, ascenderían de categoría.

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Ganaba el Gernika 0-1, cuando un espectador saltó al campo con la intención de agredir al árbitro, Osoro Garay, que estaba siendo muy discutido por la grada. Era el minuto 20. Después de ese intento hubo unos cuantos amagos más de invasión, por lo que, a falta de 10 minutos para el final, el árbitro decidió suspender. El Comité de Competición fue duro. Dio el choque por terminado, con la victoria del Gernika, y decretó el cierre de San Lorenzo por un partido, que era el que se tenía que jugar el domingo 23 de enero contra el Getxo. Se decidió que el escenario sería el campo del Racing, el Sardinero santanderino.

El choque entre el Laredo y el Getxo fue un partido flojo. El Laredo se adelantó en el marcador con un gol de Laya I. No parecía que el marcador fuera a cambiar, pero en el minuto 38 de la segunda parte, el árbitro, el guipuzcoano Garagorri Langara, vio una mano en el área del Laredo y señaló el punto de penalti. Se montó un escándalo en la grada y en el campo. En el tumulto, el árbitro expulsó a Ignacio, capitán del Laredo. Cuando en el minuto 43 se calmaron las cosas, Gonzalo, un fino extremo derecha, que destacaba por sus rizos rubios, agarró el balón y lo colocó con cuidado en el punto de penalti. Tomó carrerilla, lanzó, y su disparo pasó por encima del larguero.

Invasión de campo y suspensión

Pero el árbitro dijo que no; que un jugador del Laredo había entrado al área antes de tiempo, y ordenó la repetición. Entonces se produjo una multitudinaria invasión de campo. Garagorri fue agredido y el partido se suspendió a falta de un minuto y ocho segundos. Tres días más tarde, el Comité de Competición sentenció que el partido debería reanudarse con el lanzamiento del penalti, que se jugarían los 68 segundos que restaban, y que, además, el Laredo debería pagar una multa de 40.000 pesetas y tendría su campo clausurado por cuatro jornadas. El Comité decidió también que el partido se jugaría en San Mamés y a puerta cerrada.

Al día siguiente del choque suspendido, el Grapo secuestró al general Villaescusa. Un día antes de que se reuniera el Comité de Competición, se produjo la matanza de los cinco abogados laboralistas de Atocha. El ministro de la Gobernación, Rodolfo Martín Villa apuntaba que no podía garantizar el orden público. Los acontecimientos le desbordaban.

Un epílogo de 68 segundos

El partido se fue aplazando porque San Mamés no acababa de estar disponible. Finalmente, el trámite se fijo el 23 de marzo, dos meses después de que comenzara el partido. El Laredo concedió que los 68 segundos los dirigiera un árbitro vizcaíno, Izagirre, para evitar pagar gastos de desplazamiento. Televisión Española envió sus cámaras y emitió lo que restaba por jugar.

Esta vez no fue Gonzalo el ejecutor del penalti. La pelota la colocó en el punto fatídico Fernando López, capitán del Getxo. Disparó y la pelota se marchó fuera, pero como dos meses antes, el árbitro ordenó que se repitiera el lanzamiento, pese a las protestas de los cántabros. A la tercera, Fernando acertó y marcó el empate. Tras el saque de centro, el Getxo robó el balón y Gonzalo falló el gol de la victoria a puerta vacía. El equipo gualdinegro lo hubiera necesitado: se quedó a un punto del ascenso a Segunda B. El Laredo tampoco subió. Su vicepresidente, José Luis Alonso proclamaba que había sido “un atraco a mano armada”. Dos meses y tres intentos más tarde, el gol subió al marcador y acabó el partido más largo.

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