El Atlético se abona al pragmatismo
Los rojiblancos golean al Alavés con un partido sin arabescos, sostenido a partir del buen juego de su centro del campo y del oportunismo de Griezmann
Si en el fútbol los goles determinan la profundidad de las victorias, en la realidad paralela que rodea el mundo del balón la cantidad siempre entra en contradicción con la calidad. Es por eso por lo que si el Atlético logró golear al Alavés porque el marcador reflejó una cantidad suficiente para semejante consideración, la realidad es que la calidad del encuentro no alcanzó cotas sobresalientes. Con el pijama del pragmatismo puesto encima, los rojiblancos firmaron una victoria tan merecida como exagerada, exprimida a partir de una mejor gestión de las oportunidades, del buen hacer de sus mejores futbolistas y sostenida por ese colchón de seguridad sobre el que pocos equipos han aprendido a descansar mejor que el de Simeone.
Se agarraron los rojiblancos a su versión más efectiva, repitiendo en el centro del campo a la dupla Rodrigo-Thomas que evidencia una concepción ya asimilada por Simeone e interiorizada dentro del sistema de juego del equipo. Ambos ejercen de barrera defensiva, y al mismo tiempo garantizan una salida limpia de balón, primordial para que todo lo demás fluya con normalidad. La capacidad de penetración de los volantes está directamente condicionada a la solidez de su retaguardia, pues no hay carrera hacia adelante si queda ropa por guardar.
El Alavés intentó romper esa vía con la intermediación de futbolistas no diseñados específicamente para la batalla física. Ibai, poco brioso en el cuerpo a cuerpo, es en cambio un valor interesante a la hora de generar dudas entre líneas. Mientras Manu, Pina y Wakaso trataban de esquivar los peajes, a Ibai solo le interesaba llegar hasta Calleri, auténtico náufrago en el ataque del Alavés, custodiado por un Savic poco dado a la conversación. De hecho, las primeras palabras que se dedicaron mutuamente las pronunciaron a golpes, pues ya se sabe que toda afrenta por pequeña e insignificante que sea debe ser ajusticiada. Semejante entusiasmo en marcar territorio deparó cuatro tarjetas en tan solo 20 minutos, dando al partido un tono hosco, oscuro, en el que rara vez se iluminaba una luz al final del túnel.
Con el balón volando de un lado al otro, el volumen de jugadores perjudicados por semejante táctica crecía exponencialmente. Que Savic tocase más el balón que Rodrigo eliminaba una fuente de creación y permitía al Alavés replegarse en su campo. Solo el buen toque de Thomas sirvió para abrir de vez en cuando el juego a las bandas, donde Arias y Correa continúan afianzando su relación. Sintonizan bien ambos jugadores, aportando el argentino ese desborde imprevisible que se complementa tan bien con el academicismo del lateral colombiano. En el costado izquierdo, con Saúl ocupando de nueve el lugar de Filipe, las cosas no producían el mismo efecto, aunque de la misma forma el Alavés no supiera cómo descorchar la banda.
Cambio de inclinación
En una pausa inesperada en medio de esa letanía llegó el gol del Atlético. Arias, con un gran centro a media altura, encontró la cintura de Kalinic, o ese minúsculo espacio que separa el estómago del riñón, para dirigir el balón al fondo de la portería de Pacheco. La jugada resultó la primera luz de un encuentro que volvería apagársele al Atlético con la lesión de rodilla de Lucas.
Agarrado al tobillo de Ibai el barullo habitual de las jugadas de ataque del Alavés empezó a refinarse. La entrada de Bastón por Wakaso advirtió una voluntad de dar un paso adelante y tratar de modificar la inclinación de un partido que tendía hacia la orilla del Atlético. Pudo caer definitivamente del lado rojiblanco si un cabezazo de Giménez en un saque de esquina no se hubiera topado con el poste. Su remate encontró la portería, no como el de Calleri minutos después, que no supo dirigir el balón con todo de cara y Oblak amarrado al césped.
Por momentos la mejor manera de advertir de qué lado caían los golpes del partido resultaba observar a Simeone. Especialmente cuando se agachaba para tomar impulso y levantar el ánimo de un equipo con tendencia al trantrán. Precisamente esa bajada de revoluciones motivó al Alavés, que se agarró al balón parado como mejor argumento, aunque las manos de Oblak y la falta de puntería emborronaron un dibujo que Griezmann acabaría por deshacer. El francés, de nuevo en ese estado de conserva que le permite mantenerse fresco hasta el final, aprovechó un mano a mano para superar a Pacheco tras un rebote afortunado, y Rodrigo, en una de las pocas visitas que tuvo al área del Alavés recogió un rechazo de Pacheco a remate de Correa á bocajarro para cerrar el círculo.
Cambiar de piel es tan práctico como efectivo en el fútbol, y para el Atlético nunca antes había resultado tan fácil encontrar qué ponerse en cada momento. Y además, lucir.
Lucas Hernández, esguince en la rodilla derecha
No se había superado la media hora de partido y la peor noticia para el Atlético, que ya dominaba en el marcador, se produjo en uno de los pocos choques en los que no saltaron chispas. Lucas Hernández acabó tendido en el césped tras un encontronazo con Calleri. Aunque en un primer instante el francés, que se dolía de La rodilla derecha, trató de continuar, escasos minutos después fue sustituido por Giménez.
Los resultados de las primeras observaciones a las que fue sometido Lucas derivaron en un parte médico que determinó un esguince en grado II de la rodilla. Una lesión que requiere habitualmente de un periodo de recuperación cercano a las cuatro semanas. “Lucas iniciará de inmediato tratamiento médico y de fisioterapia”, añade el breve informe médico que dio a conocer el Atlético tras el partido. “Esperemos que sea lo menos posible, es un jugador tremendamente importante para nosotros”, valoró Simeone.
“En la zaga hemos tenido una rachita complicada de lesiones, pero no hay que pensar más allá de que sea una simple racha”, indicó Giménez. “Cuando volvía uno, se lesionaba otro, y así. Hay que pensar en recuperar bien y seguir trabajando. Yo creo que el equipo está bien, físicamente estamos bien, y son casualidades”, añadió el defensa uruguayo, que se ha perdido nueve partidos por lesión esta temporada.
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