Al Barcelona le sobran las porterías en San Siro
Los azulgrana estuvieron faltos de pegada tras una excelente actuación coral ante un Inter al que le bastó con un tiro entre los tres palos para empatar el gol de Malcom
Hay resultados que son difíciles de explicar si se consultan los datos del partido y en cambio pueden ser comprensibles si se atiende a la naturaleza de los contendientes, al campo de juego y a la historia del fútbol, especialmente en la Champions. Los equipos italianos se distinguen por su capacidad agonística, y el Inter de Milán salió triunfador de su martirio en San Siro. Al Barcelona, por contra, se le recrimina a menudo su retórica futbolística, su estilo tan académico, como si le sobraran las porterías, incapaz de cantar victoria después de tirar 27 veces al arco de Handanovic. Jugó el Barça de fábula, mejor que nunca en mucho tiempo, ambicioso incluso sin Messi, y sin embargo, se quedó a medias: 1-1. No supieron rematar los barcelonistas un encuentro redondo en casa del Inter.
No jugó Messi ni su sustituto fue Rafinha. Tampoco salió de entrada Arturo Vidal. Había apuestas en favor del chileno por la intimidación del rival y la grandilocuencia del escenario, históricamente adversos para el Barça. Valverde eligió por Dembélé, un futbolista desacomplejado, capaz de desequilibrar al contrario y también al propio equipo por su dificultad para defender y para jugar sin la pelota, un verso libre en el sofisticado sistema del Barcelona.
La alineación invitaba en cualquier caso a ir a por el partido y los azulgrana sometieron al Inter. El encuentro fue un monólogo del Barça. A partir de una excelente presión, alta y sincronizada, signo de distinción en ausencia del 10, alcanzó fácilmente el área de Handanovic. El juego era fluido y la velocidad de la pelota resultaba inalcanzable para los chicos de Spalletti. Al Barça solo le faltaba precisión y contundencia para acabar las jugadas, excelente en la elaboración y errático en el remate, pese al interés de Luis Suárez.
Los tiros de los barcelonistas lamían los postes, no cogían portería, mientras el Inter no paraba de correr hacia su área, entregado a su suerte, alejado del marco de Ter Stegen. Los italianos solamente encontraban aire de vez en cuando por los costados, sabedores del carácter ofensivo de los laterales del Barcelona. La enfebrecida hinchada enmudeció ante el fútbol aseado y profundo de los jugadores de Valverde. Llovía en San Siro y se encogía el Inter.
No aparecía Nainggolan y, en cambio, participaba mucho del juego Coutinho. Hay pocos futbolistas más enérgicos y agresivos que el belga, santo y seña del plantel de Spalletti, mientras que el brasileño intimida con su disparo y la cadencia de sus pases, protagonista en un estadio que conoce bien por sus tiempos de centrocampista del Inter. El partido era tan limpio y vivo, sin apenas interrupciones, que el árbitro no descontó ni un segundo cuando el reloj alcanzó el minuto 45.
Incluso cuando desfalleció momentáneamente Dembélé, el Barcelona mereció repetidamente el gol, después de abrumar al Inter y ofrecer una de sus mejores versiones, muy meritoria si se tiene en cuenta la ausencia de Messi. Ocurre que tiene la mirilla desviada Luis Suárez en Europa. El uruguayo, excelente en el juego de equipo, no marca en cancha ajena desde septiembre de 2015 en Roma. Negado el 9, no tenía puntería el Barcelona, excelente a la hora de acelerar y frenar para sacar de pista al Inter.
Antes y después del descanso, el mejor fue Handanovic. Icardi, mientras, era un anónimo en cancha del Barça. Los azulgrana dominaban el partido tanto desde la elaboración como con las transiciones, avaladas por el despliegue de volantes como Rakitic, desacertado ante el meta del Inter.
Acostumbrado a aguantar, fuerte física y tácticamente, el equipo de Spalletti selecciona sus salidas, aguarda siempre una jugada episódica, el gol de la victoria que corone su ejercicio de supervivencia, especialmente manifiesto contra el Barça. No contaban los italianos con el factor sorpresa de Malcom, sustituto de Dembélé, exhausto en San Siro. Apostó fuerte Valverde y Malcom culminó con la zurda la excelente obra colectiva azulgrana y el pase exacto de Coutinho.
Acertó Malcom nada más tocar la pelota y empató Icardi en el primer tiro entre los tres palos del Inter. No necesitaron más los italianos para celebrar un empate como si fuera el mejor de los triunfos mientras los azulgrana se maldecían por su condición de perdonavidas en Italia. No pudieron con el Inter después de penar antes con la Roma y tiempo atrás con la Juve. A la estupenda obra coral azulgrana solo le faltó un solista que marcara las diferencias: quizá con Messi no habría vivido el Inter.
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