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Todas las edades de Valverde

Zoetemelk, Sagan, Freire..., los nombres de la historia del ciclismo se juntan en la victoria del murciano

Valverde esprinta junto a Bardet y Woods. En vídeo, la victoria del español y sus declaraciones posteriores.Vídeo: CHRISTOF STACHE (AFP) / REUTERS-QUALITY
Carlos Arribas

Sube Alejandro Valverde al podio, donde sigue llorando feliz, lágrimas de alegría, y sobre su cara, arrugada ya por los años de trabajo duro al aire libre, cara de un campesino, se proyectan las historias de todos los colores que cuentan el ciclismo de ahora. Valverde es el presente del ciclismo aún, y lleva también, en su carrera de 17 años de profesional, el pasado consigo. El pasado de todos los colores.

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La historia de Peter Sagan, por ejemplo, que tenía 13 años cuando Valverde ganó su primera medalla en un Mundial y que admira a Valverde, aunque no pueda ser como él porque pesa mucho, y antes de Innsbruck ya decía que quería que si él no podía lograr su cuarto triunfo consecutivo fuera Valverde el que ganara en Austria, tan duro para su peso. Y quizás oliéndoselo, hace un par de semanas ya le dijo a la UCI que quería ser él quien impusiera el maillot arcoíris al campeón de 2018. Y Valverde, cuando lo recibe de las manos del ídolo de los jóvenes de ahora, se emociona más aún, y sigue llorando porque Sagan se lo dice, que ya que no soy yo que qué alegría que seas tú. Y Valverde le repite que aunque él se lo recomiende, no, no se va a retirar ahora del ciclismo.

Y Sagan, el ciclismo del siglo XXI, le aplaude a Valverde, que representa al ciclismo de todas las edades, como le aplauden unos días antes Johan Museeuw, Thor Hushovd, Paulo Bettini o Mario Cipollini, todos ellos campeones del mundo en sus años, todos ellos rivales suyos en su momento, que le dicen: “Solo tú mereces ganar el domingo”.

El palmarés del ‘bala’, una colección al alza

Palmarés en los mundiales. Un sus doce participaciones ha logrado siete medallas: un oro (2018), dos platas (2003, 2005) y cuatro bronces (2006, 2012, 2013 y 2014).

Clásicas. Especialista en este tipo de carreras, Valverde ha ganado la Lieja-Bastogne-Lieja en cuatro ocasiones (2006, 2008, 2015 y 2017), y la Flecha Valona en cinco (2006, 2014, 2015, 2016 y 2017). También se impuso en la Clásica San Sebastían en dos ediciones (2008 y 2014).

Vuelta a España. No fue hasta su sexta participación cuando logró adjudicarse la única Vuelta que luce en su currículo (2009). Suma dos segundos puestos (2006 y 2012) y tres terceros (2003, 2013 y 2014).

Victorias de etapa. Subió al tercer escalón del podio en el Tour (2015), y cuenta con 16 victorias en grandes vueltas y 122 triunfos como profesional.

Valverde se encontró al grupo gracias a la atávica improvisación del ciclismo español, una serie de carambolas que hicieron que la selección perdiera el avión al Mundial el jueves, cuando lo tenía previsto. Valverde y sus compañeros llegaron al día siguiente y apurados se lanzaron a entrenarse. Y se cruzaron con el club del arcoíris paseando por el circuito. “Y yo ya lo entendí como una señal de que algo iba a pasar”, dice Valverde, a quien al día siguiente, otra señal del cielo, por poco embiste a una vaca suelta por los campos verdes del pueblo perdido en el que se concentró la selección.

Cuatro españoles ya han ganado el Mundial, un maillot arcoíris que parecía imposible hasta que lo consiguió Olano en 1995. Después llegaron Astarloa, en 2003, pero sobre todo Freire, tricampeón (1999, 2001 y 2004), que consiguió que el maillot pareciera su segunda piel, casi como Sagan. Y Freire estaba con todos y disfrutó más que nadie detrás de las vallas, y se emocionó viendo a Valverde, que le ayudó en Verona 2004 a su tercer triunfo, vestir como él. “Valverde ha hecho lo que tenía que hacer, corrió como había que correr”, dice Freire. Y Valverde le mira, y casi aún sollozando, le dice, “cómo te envidiaba cuando ganabas tú el arcoíris, y por fin lo tengo yo, y espero estrenarlo en el Giro de Lombardía el 13 de octubre”.

Se puede hablar de la prehistoria, de Joop Zoetemelk que ganó en Montello, junto a Treviso, el Mundial de 1986 a los casi 39 años, el más viejo, y la carrera de Valverde se puede asemejar un poco a la del holandés, longevo y persistente que solo ganó el Tour de Francia después de haber subido seis veces al podio. “Yo soñaba con ganar el Tour y el Mundial, pero con el Tour no he podido”, dice Valverde, y recuerda que su otra gran llorera de podio la padeció cuando terminó tercero del Tour de 2015.

“Un regalo”

Todas las épocas pasan por Valverde, que considera “un regalo de la vida” todo lo que ha ganado después de caerse en el prólogo del Tour de 2017, cuando se rompió la rodilla. “Y entonces pensé que nunca más volvería a correr, y mira... 14 victorias en un año...”, dice, y muchos periodistas recuerdan otras cosas, pero nadie se lo dice directamente. “Es una sensación contradictoria”, comenta en privado un colega holandés. “Valverde es un gran campeón y un ciclista único, corre como nadie, elegante, con clase, da gusto verle ganar. Pero no puedo olvidar que tenía bolsas de sangre de la Operación Puerto”.

El ciclismo de ahora es hijo de todo lo que ha sido, también de sus años negros, los más dolorosos. Valverde, como muchos, fue castigado durante dos años y volvió a ser ciclista y a ganar como antes. Y a convertirse en ídolo. Cuando se le preguntaba entonces, en 2011 ó 2012, él siempre respondía que había pagado como otros, y que no tenía sentido seguir recordándoselo.

Ni los ciclistas de antes ni los de ahora se lo recuerdan. Todos le aplauden y le admiran.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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