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Del ‘Eurobetis’ al ‘Currobetis’

El equipo verdiblanco debutó en Europa en 1964. Todo era euforia, hasta que cayó en el estreno ante el Stade de París

El Betis que ganó el Carranza en 1964.
El Betis que ganó el Carranza en 1964.

Pepín; Colo, Ríos, Paquito (Grau); Bosch, Montaner (Martínez); Lasa, Luis, Ansola, Pallarés y Molina. Ese Betis lo recitan aún los clásicos, porque en la 63-64 fue tercero en la Liga, sólo precedido por el Madrid y el Barça. Eso le dio acceso a la Copa de Ferias, a la que llegó cargado de espíritu. Pero…

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El verano del 64 estuvo plagado de emociones. Tres de los héroes del año anterior se fueron al Atlético: Colo, Martínez y Luis. Y como entrenador vino el francés Luis Hon por Balmanya. Verano de fichajes y rumores, y de ilusión, porque el Betis iba a jugar por primera vez una competición europea.

Eurobetis, ese fue el término que salió a relucir. Así fue conocido el Betis aquel verano, lo mismo en la calle que en los periódicos.

Llegaron fichajes, entre ellos Enrique Mateos, protagonista de grandes noches europeas junto a Di Stéfano, y que luego había jugado en el Sevilla. De la cantera emergían Frasco, Dioni, Quino y Rogelio.

Para respirar los aires europeos, hubo una gira por Bélgica, Holanda y Alemania. Balance: una victoria, un empate, cuatro derrotas, cinco goles marcados y 11 encajados. Hon justificó los resultados en la adaptación, los arbitrajes caseros…

Y al regreso, el Carranza lo más de lo más. Era la décima edición y el Betis nunca había sido invitado. José León de Carranza, alcalde de Cádiz y alma máter del torneo, le había tenido vetado, según él por un conflicto de tiempo atrás con el Cádiz. En realidad, era un sevillista acérrimo (su propio hermano fue presidente del Sevilla), y quizá la causa estuviera ahí. Pero esta vez le invitó, buscando un efecto novedad.

El cartel era: Real Madrid, Boca Juniors, Benfica y Eurobetis. Se daban tres copas, iguales en su rica orfebrería, pero de tamaño decreciente, y al cuarto, una bandeja. Los béticos decían: “Carranza nos invita para darnos la bandeja y que hagamos de camareros”.

Se acreditaron 230 periodistas y vieron lo impensable: el camarero ganó el Carranza. La semifinal al Boca Juniors, la final al Benfica, ambos en prórroga. Eran el Boca Juniors de Rattin, Marzolini y Rojas, y el Benfica de José Augusto, Eusebio, Torres, Coluna y Simoes. Rogelio se consagró.

Miles de personas inundaron la plaza nueva la noche del lunes 31 de agosto para recibir a los héroes. Lolita Sevilla, la hincha número uno, brindó con Benito Villamarín.

Todo listo para la aventura europea. Tocó el Stade de París, el equipo en el que había jugado Luis Hon antes de venir a España, al Madrid. Se había salvado del descenso por los pelos, y jugaba en la Copa de Ferias como único club parisino en Primera.

El Villamarín se llenó la noche del 9 de septiembre para el gran estreno. Cada espectador recibe una postal que regalaba una firma comercial con la foto del equipo y la leyenda: ‘Real Betis Balompié. Campeón del XX Trofeo Carranza’.

Todo era euforia allí.

Buen primer tiempo, con mal remate, mal segundo tiempo y 1-1 final. Un chasco.

La vuelta es el 30 de septiembre. En la Liga, el Betis va séptimo, no está mal. El Stade es penúltimo, ha perdido los últimos tres partidos. La prensa parisina del día ni cita el partido, salvo un pequeño recuadro en L’Équipe, en la octava página. Todo el ambiente del fútbol francés está desplomado, tras el hundimiento del Stade Reims, que se arrastra por la Segunda. Se han perdido 700.000 espectadores en tres años.

Sólo se oyen palmas por sevillanas, pero pronto se apagan. El Betis da un gran cante y pierde 2-0. Sólo queda bien el meta Pepín, internacional.

Y un joven periodista, Luis Carlos Peris, que luego hará gran carrera, titula su reportaje en las páginas centrales de Suroeste: CURROBETIS. Ya entonces Curro Romero era célebre por sus vaivenes.

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