Miguel Ángel Jiménez gana a los 54 años el Open Británico sénior
El golfista malagueño logra en la cuna de Saint Andrews, donde Seve triunfó en 1984, su segundo grande en el circuito de los veteranos
Miguel Ángel Jiménez ha ganado el Open Británico en Saint Andrews. La frase no es un sueño incumplido del genial golfista malagueño, sino la realidad de este domingo de julio en el que El Pisha ha conquistado a los 54 años el British… sénior. Jiménez ha logrado el segundo grande de su carrera, ambos en el Champions Tour, el circuito para mayores de 50 años en el que el andaluz da los coletazos de una carrera de mucho mérito, y ambos esta temporada: The Tradition y esta joya que es el Open Británico sénior en Saint Andrews. En el mismo campo en el que hasta ahora solo había ganado un español, el mágico Open que Seve Ballesteros conquistó en 1984 con ese putt y esa celebración que el fotógrafo David Cannon inmortalizó mientras el cántabro gritaba “¡La metí, la metí!”.
De Seve a Jiménez. Si Ballesteros vivió entonces el momento culminante de su carrera por lo que suponía ganar en Saint Andrews, la victoria del Pisha es el premio y el reconocimiento a la trayectoria de un obrero del golf, del hombre que comenzó haciendo de caddie, una estirpe de la que apenas quedan un pocos representantes, de quien ha labrado sus mejores resultados pasados los 40. Hasta llegar a los 54 con la misma coleta de siempre (aunque con menos pelo), el mismo puro y la misma filosofía de vida. Disfrutar y sentir para jugar y para vivir.
Jiménez entró en el hoyo 18 de Saint Andrews con todos los honores del campeón. Defendía un golpe de ventaja sobre el alemán Bernhard Langer, el gran dominador de este circuito de veteranos a sus 60 años: 10 grandes y 37 victorias en total en 10 temporadas entre los abuelitos. Con él y con otro mito, Tom Watson (68 años) había compartido Jiménez las dos primeras rondas, una clase maestra de golf. Y había pasado en la jornada final de la calma de los primeros hoyos (partía con dos golpes de ventaja) a los nervios de los últimos metros (bogey en el 15 y gran putt para salvar el par en el 17). El Pisha resistió para entrar en la historia en La Catedral del golf con 12 golpes bajo par (276, los mismos que Seve en 1984, con Langer también segundo), además del billete para disputar el Open Británico de 2019, en Royal Portrush (Irlanda del Norte). El rey Langer se quitó la gorra para felicitar al vencedor, y el Pisha, por muchas canas que peine, se emocionó cuando besó a su mujer. Las lágrimas las contenía a duras penas.
La gloria siempre fue tardía, y a veces esquiva, para Jiménez. Nunca ganó un grande hasta pasarse al circuito sénior: nueve clasificaciones entre los 10 primeros, entre ellas un tercer puesto en el Open de 2001. Y 21 victorias en el circuito europeo, en el que es todavía el ganador de más edad: con 50 años y 133 días celebró el Open de España de 2014. Había alargado el Pisha esa carrera en el tour europeo, esperanzado en ser recompensado con una capitanía de la Copa Ryder por la que tanto había sacrificado. El reconocimiento no llegó y Jiménez entró por fin en el Champions Tour. En Estados Unidos ha encontrado ese gusto por el juego que no halló en sus años de juventud: seis victorias, dos grandes. Hoy, el hombre de la coleta es una de las figuras del circuito.
Mientras encendía el puro del vencedor, el malagueño confesó sus sentimientos: “Cuando llegas a Saint Andrews notas algo diferente, es un lugar que inspira. Aquí es donde Seve ganó su segundo Open. Es muy emocionante para mí haber ganado en la casa del golf, y escribir mi nombre en la historia”. Fue en Saint Andrews, la sede del golf verdadero, el de los orígenes, y quien mejor que el Pisha, el golfista de los orígenes, para formar pareja con la majestuosa Jarra de plata. Y para dedicárselo a su amigo Olazabal, que se tuvo que retirar horas antes del torneo por un tirón lumbar.
Langer, Jiménez, Olazabal, Tom Watson, Vijay Singh, Colin Montgomerie… El Champions Tour ha atraído con una suculenta bolsa de premios a buena parte de la historia viva del golf. Pero también hace falta mucho amor por el deporte para seguir en la brecha pasados los 50, viajando durante todo el año y soportando los achaques del cuerpo en una práctica que suele castigar la espalda y las articulaciones (y más a estos golfistas en cuyos tiempos no existía la preparación física y los cuidados que hay ahora). Quizá, temen ya en el circuito sénior, esta sea la última gran generación que prolongue su carrera hasta que el cuerpo aguante. Los jugadores de hoy, más profesionales, han sufrido menos desde sus inicios, no han padecido tanto lo que cuesta llegar a la élite, y no se aferran tanto a lo que ha sido la dedicación incondicional de sus vidas. “Yo he sacrificado mucho a mi familia”, suele recordar Jiménez; “pero el golf ha sido la pasión de mi vida. Si me lo ha dado todo, ¿cómo se lo voy a dar yo?”. Así, golpe a golpe, ha resistido hasta llegar a los 54 años con la misma entrega de siempre. Un Open Británico, aunque sea ya de sénior, bien vale la espera.
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