Sky, viacrucis y éxtasis
La caída de Froome, la transición de Thomas, la promoción de Bernal: estampas del Tour demencial del mejor equipo
La imagen más física de la caída del valor Tour de Chris Froome es justamente la de una caída estúpida y humillante, la que sufrió el inglés de Kenia una vez terminada la etapa del Portet, cuando, descendiendo hacía el autobús del Sky, fue placado por un policía que no le reconoció y le tomó por un aficionado desobediente que quería pasar por donde no debía. Con un gran chubasquero negro y sus gafas de sol, Froome, ganador de cuatro Tours, una Vuelta y un Giro en un periodo de seis años, parecía un espantapájaros, zanquilargo y torpe cuando ingresó de pleno en el territorio de las personas normales. La vía expeditiva que utilizó al menos justificó que reaccionara como reacciona cualquier persona airada ante una estupidez policial, lo que le humaniza.
Ningún otro campeón ha caído así.
El “fuck you” con el que respondió a las balbuceantes disculpas del uniformado, lo que habría dicho cualquiera, podría ser una banda sonora del final del descenso vital, acelerado en solo cuatro semanas, del ciclista que ha dominado las grandes vueltas la última década. También podrían sonar de fondo los insultos y los pitidos, los escupitajos y los intentos de derribar o golpear a las gentes del Sky, y la amargura que devora internamente a sus ciclistas y a sus directores, que no pueden bajar las ventanillas sin oír palabras fuertes y se preguntan, perplejos, ¿qué hemos hecho para merecer este trato? ¿Por qué la prensa atiza a los energúmenos y los vuelve contra nosotros? ¿Por qué el Tour maltrata a sus héroes?
El Tour victorioso de Thomas es un viacrucis para su equipo desde el día -6, el domingo en el que se hizo público que el Tour consideraba a su cuatro veces ganador Froome “no bienvenido” en la carrera. 24 horas después, la decisión de la Unión Ciclista Internacional (UCI) de no sancionarlo por su exceso de salbutamol en la Vuelta argumentando “circunstancias excepcionales”, contribuyó extraordinariamente a que se le considerara ya no solo un tramposo, sino un tramposo consentido. Su suerte estaba echada. El día 1 se cayó al final de la etapa. Cedió 51s a su compañero Thomas: le cedió el liderato del equipo, y no volvió a recuperarlo.
Otro sonido que podría acompañar la democión de Froome son las palabras de su patrón, David Brailsford, para quien ya no cuenta para nada. Ni tampoco mucho más el galés Geraint Thomas, el tercer corredor diferente, tras Brad Wiggins y Froome, con el que su equipo, nacido en 2010, ganará el Tour de Francia en los últimos siete años. Thomas, de 32 años, no es más que un campeón de transición para Brailsford, un plan G de imagen clean y relax activado para contar con un campeón irreprochable en París. No fue una decisión moral, sino práctica. No hay traición del lugarteniente al líder, sino necesidad. Froome será, probablemente, el primer corredor de la historia del Tour cuya cuenta de victorias se quede en cuatro, pero el Sky seguirá siendo la referencia.
Y la voz de Brailsford, a quien le gusta que los colegas le digan eso tan elogioso de “cuando nosotros vamos tú ya estás de vuelta”, continúa como sonido del relato Froome cuando, además, añade que ya tiene campeón del Tour para dentro de dos o tres años. “He buscado y he buscado quién será nuestro próximo Chris Froome, pero lo he encontrado, he elegido a Egan Bernal”, es el entrecomillado que se lee en L’Équipe, el inicio de la apropiación por parte de su patrón de la biografía de Bernal, el debutante colombiano de 21 años que ha dejado con la boca abierta al mundo que lo ha admirado escalando Alpe d’Huez y Portet. “Como un Tour con Sky es una experiencia muy intensa tenía miedo de traerlo tan joven, sobre todo porque es sudamericano con poca experiencia en Europa…”
Curiosamente, la experiencia de Bernal es precisamente la inversa. El joven de Zipaquirá llegó a las carreteras europeas a los 18 años. Dos veces medallista en mundiales juveniles de mountain bike pero empeñado en ser ciclista de carretera, Bernal logró una plaza en el Androni italiano gracias al empeño de su padre deportivo, Pablo Mazuera. Con el equipo de Gianni Savio destacó tanto que solo a un ciego se le habría escapado que era un corredor excepcional. Después, el verano de 2017, habló la capacidad económica del Sky, imbatible.
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