Premio de consolación para Bélgica
Los Diablos Rojos derrotan con autoridad a Inglaterra y consiguen el tercer puesto en Rusia, su mejor clasificación en un Mundial
Solo Francia, en la batalla final por levantar este domingo la Copa del Mundo, privó a Bélgica del sueño de la gloria total en Rusia. Liderados por un Hazard excelso, los Diablos Rojos se pasearon por el Mundial a un ritmo arrollador, autoritarios en el grupo, rebeldes ante Japón en octavos, inmensos frente Brasil en cuartos y derrotados por la cabeza de Umtiti en la semifinal. Bélgica se sacó las ganas ante Inglaterra y se colgó la medalla de bronce para marcharse de Rusia con un saldo de seis victorias y una derrota, 16 goles a favor y cinco en contra. El camino de Inglaterra, en cambio, dejó más dudas. Los Pross regresan a Londres con tres victorias (Túnez y Panamá, en el grupo, y Suecia, en cuartos), un empate (frente a Colombia, en octavos) y tres derrotas (Bélgica en dos oportunidades y Croacia). Con esta generación inglesa, Gareth Southgate mira al futuro, también Roberto Martínez con la belga.
Aunque Southgate y Martínez acumulan prácticamente el mismo tiempo de trabajo en sus selecciones, Bélgica es un producto terminado, mientras que Inglaterra está a medio camino, un poco inocente, todavía indecisa. Tiene buenas intenciones la escuadra británica, se nota el trabajo del entrenador (sobre todo, en el balón parado: seis de sus 12 goles llegaron por la vía de la estrategia) y cuenta con una generación de jugadores con la que ilusionarse. El problema, para los Pross, es que la alegría que le quieren imprimir a su juego se deprime en una retórica vacía entre defensores y volantes. Incapaz de imponer su juego, la tenencia del cuero no le sirve ni para dominar el partido, mucho menos, por supuesto, para ganar.
Inglaterra se apoderó de la pelota, pero ni mosqueaba a Courtois. El equipo de Martínez lo esperaba manso. Manejan varios registros los belgas, cómodos con el balón, efectivos para soltar los contragolpes. Un arma que le enseñó, de entrada, a los Tres Leones. Courtois buscó la cabeza Chadli, que peinó el balón para Lukaku. El 9 disfrazado de enganche, volvió a buscar al lateral. Una jugada eléctrica que terminó en la bota (en la espinilla, en realidad) de Meunier, que liquidó a Pickford desde el área chica. No tardó ni cinco minutos Bélgica en enseñar quien tenía el verdadero poder en Sant Petersburgo.
Inglaterra no cambió de plan. Los Pross merodeaban el área de Courtois y en cuanto recuperaban el cuero los muchachos de Roberto Martínez salían escopeteados rumbo a Pickford, siempre conducidos por Hazard o De Bruyne, nunca bien rematado por Lukaku. Parece que siempre está a punto de pasar algo grande cuando la pelota llega a los pies del delantero del Manchester United. Sucedió, sin embargo, que pocas veces el punta terminó por concretar todo lo que insinuó. Hasta se marchó medio enojado, cuando a Roberto Martínez se le ocurrió dar por finalizada su participación en Rusia. Con Hazard pasó lo contrario, no hay diablo que se anime a quitar del campo al extremo que juega como los dioses. Tan inquieto como habilidoso, tan pasador como goleador, el jugador del Chelsea tiró a la lona cualquier sueño de prórroga de Inglaterra.
Cuando los Tres Leones, ya olvidados de la posesión insulsa, se animaron a atacar a su viejo estilo a Bélgica, es decir, a puro centro, apareció Hazard. De nuevo, Bélgica le buscó las costillas a una zaga inglesa, que reculó mal todo el partido. Demasiada ventaja cuando la jugada la administra De Bruyne y lo remata Hazard. El punta del Chelsea liquidó el duelo, para cosechar su mejor clasificación en un Mundial. Una buena noticia para el futuro.
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