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Cristiano para resucitar a un muerto

La Serie A, en una situación de largo estancamiento, espera recuperar su vigor deporito y comercial a través de la llegada de la estrella portuguesa

Daniel Verdú
Varios aficionados posan con camisetas con el nombre de Cristiano.
Varios aficionados posan con camisetas con el nombre de Cristiano.MASSIMO PINCA (REUTERS)

El verano más melancólico de la historia del calcio italiano, la primera vez en 60 años que la Nazionale se quedó fuera de un Mundial, ha visto caer un meteorito en Turín. El fichaje de Cristiano Ronaldo, anunciado ayer por la tarde, revoluciona desde el primer minuto la burguesa y tranquila capital piamontesa. Pero también es una inyección de adrenalina en el corazón de un paciente terminal como la Serie A. CR7 tiene 33 años y, probablemente, ha dado ya lo mejor de su fútbol, asume la Juve y el país entero. Pero para un campeonato acostumbrado a ver hacer las maletas a sus estrellas –lo normal este año hubiera sido despedir a Dybala rumbo a otro país-, su llegada revitaliza este espectáculo: desde las gradas, a los contratos comerciales que languidecían. La Juve vuela en Bolsa y hasta ayer se mantuvieron congeladas las negociaciones de varios grandes acuerdos a la espera de cómo podía subir el precio. Todo el mundo quiere sacar tajada del gran negocio.

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Todo tiende a exagerarse en Italia, especialmente en el fútbol. Pero esta vez nadie recuerda un aterrizaje futbolístico de este tipo. Diego Armando Maradona –fichado por el Nápoles en 1984- y Ronaldo Nazario –comprado por el Inter en 1997- son los dos únicos nombres (ambos procedentes del FC Barcelona) comparables al impacto que tendrá la llegada de Cristiano Ronaldo a la Serie A. “Pero mediáticamente este lo es mucho más, claro”, señala Paolo Brusorio, redactor jefe de Deportes de La Stampa, el periódico que fue propiedad de la familia Agnelli (la misma que posee la Juventus). “Maradona fue un gran golpe, pero el campeonato italiano entonces era de los más importantes del mundo. No es la situación actual”, insiste Brusorio.

Cristiano Ronaldo, un tipo capaz de meter un gol por partido durante nueve años y de amargarle dos veces a la Juve el sueño de la Champions, llega a un campeonato en la UVI desde hace tiempo. Una liga que entre 1991 y 200 fue considerada por los estándares de la UEFA la mejor del mundo. Una competición que alumbraba la mayoría de balones de oro de ese periodo (Papin, Van Basten, Weah...) y generaba ingentes ingresos televisivos y comerciales. Pero el largo crepúsculo se explica a través de elementos extradeportivos como el modelo de negocio o la mala gestión de los clubes, a cuyas gradas asiste una media de 22.221 espectadores. Sirve para entenderlo también que durante siete años consecutivos –y la llegada de Ronaldo solo invita a pensar en la prolongación de esa hegemonía- gane el scudetto el mismo equipo. Pero ha sido fundamental la ausencia de un nombre rotundo que reventase los derechos televisivos al otro lado del planeta. Ronaldo es lo que buscaban.

El periodista Marco Bellinazzo autor de El fin del calcio italiano (Feltrinelli, 2018), uno de los libros más vendidos en Italia estos días, cree que el efecto CR7 será bueno. Pero puede enmascarar un problema de fondo. “La Juve es el equipo menos italiano de Italia. Son los únicos que han cambiado de modelo, tienen 200 millones de diferencia en la facturación con el segundo equipo más rico, 500 trabajadores, un gran estadio. El efecto CR7 tiene un beneficio para toda la Serie A, pero puede ser velo que cubra muchos otros problemas estructurales como la gestión o el modelo de negocio”, apunta.

La Juve, propiedad de la familia Agnelli (la misma que posee Fiat y Ferrari) y el equipo más parecido al Real Madrid en Italia, siempre ha llevado sus cuentas al milímetro y no ha permitido los excesos salariales. La política de contención se rompe con la llegada de Ronaldo para cambiar la estrategia de expansión internacional e intentar aumentar la facturación para acercarse a los grandes clubes mundiales. Pero primero tendrá que vender a alguna estrella. Se espera que salgan Higuaín (pedirán unos 60 millones) y Alex Sandro. Y luego rentabilizar al máximo la imagen de CR7. Michele Costabile, profesor de Marketing y Management de la Universidad Luiss y director del centro XITE, no tiene duda del retorno de la inversión. “Pone a la Juve en órbita de las compañías globales. Volver a imaginar estrategias de para sacar rendimiento de sus activos. No tiene que asustar lo que cuesta, solo si no hay ingresos globales a cambio. El desafío es transformar un activo global, en un activo global desde el punto de vista de los ingresos”.

Será un negocio para todos. Especialmente para Cristiano, señala Bellinazzo. Italia aprobó hace un año una nueva norma fiscal en la que todo aquel que traslade su residencia y tenga ingresos en el extranjero (inmobiliarios, hosteleros o patrocinios) solo deberá tributar por un máximo de 100.000 euros. Una medida que significa una rebaja fiscal enrome para el portugués. “En el caso de Cristiano se habla de unos 60 millones de euros en derechos de imagen y negocios extrafubolísticos. Una gran diferencia, ya que en lugar de pagar la mitad, deberá abonar una cifra bajísima. Y eso dinero, curiosamente, es precisamente el aumento que quería en el Real Madrid para llegar al salario de Messi”, apunta. El único problema que tendrá ahora, justamente, será la ausencia del jugador que mejor la ha permitido medirse y estimular su competitividad deportiva.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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